lunes, 29 de julio de 2013

MEGALOFES

Ya nada nos pertenece, ni siquiera los dias son nuestros. ¡Ay, aquellos tiempos! cuando uno, al navegar por las correduiras, encontraba otro que le decía: “Tenga usted muy buenos dias, señor Ceeíbero” – “Lo pase usted bien, dotor Lires”, era la respuesta cariñosamente modulada en aquellos otros días que, si bien parecían días nuestros, eran días ajenos, emprestados de algún señor que, por su vez, se lo debía a otro y, este, a otro, en una sucesión que envolvía la geografía de Perceebes para retornar al noroeste, donde un eterno fresco, con general frecuencia, acariciaba nuestras infantiles cabezas. Eran tiempos de la dura peseta que, nacida en la meseta, a nosotros alcanzaba en subsidiaria fracción, a la que respectábamos bajo acuña de patacón.

Nada resiste al paso del tiempo, del mismo  modo que nada resistía cuando la cerradura del bárbaro Uno estremecía el suelo con sus patadas, largas pero muy pesadas. Quizás no tan pesadas como ciertas reflexiones refractivas de este sincero embustero(entiéndase, en su ingenuo amable sentido entendido) pero, sí, suficientemente cara dura para salir, ya noche obscura y en trote ligero, en defensa del señor Megalofes.
Megalofes en su megalomanía defiende la tesis de que geografía no se escribe con xis. Megalofes corrientemente se expresa en perfecto gallego, con palabras derivadas del portugués y acento tecnológico brasileño. Megalofes es un idealista mal comprendido, ni siquiera el sabio loro le entiende. Vamos ver como en esta difícil jornada yo salgo al encuentro de este ilustre caballero para apearlo de su mula montaría y dejarlo maniatado al gallego caballo, cruzado con dos palos inclinados, la romana X.

Si geografía se escribe con xis abría que decir xisografia. Y aquí, ni en Luanda, ni en el Brasil, a nadie se le ocurre discurrir tema alguno sobre xisografia. Habria que pensar en un grave error ortográfico cometido por Megalofes. Pienso que él quería referirse a la gis, del latin gipsum, pequeño cilindro de yeso que se deshace en polvo al rozarlo en un encerado, al que Megalofes llamaría quadro negro. Pero yo se que Megalofes no cometería tal desatino, pues todos, desde el Iapoque al Chui, sabemos ser Megalofes un fiel respetador de la ortografía, y jamás atribuiría a un trozo de yeso la palabra gis y sí la palabra giz, cuyo sonido brasileño, para efectos del oído gallego, es indiferentemente idéntico, no obstante el brasileño las pronuncia con sutil diferencia y así consigue diferenciar la tiza de la equis sin que a nadie se le ocurra pensar en la Z del zorro (seta del sorro)

Para dirimir tan atroz querella debemos recurrir a la etimología.


En tiempos muy antiguos, cuando por aquí todos éramos  iberos, la ortografía se resumía a dos palos cruzados, uno vertical y el otro horizontal. Era cosa del homo sapiens en la cueva de Altamira. Más tarde llegaron los celtas y, como sus palabras llegaban desnudas de cualquier símbolo y el papiro solo servía para limpiar las guarradas de la nudez, los riscos simbólicos de la cueva quedaron postergados para la posteridad. Y todo corría lento y aburrido hasta que un romano aquí llego con la espada en la mano y número de soldados contados por la cuenta de los palos (I palo, II palos, dos palos inclinados con vértice apoyado en el suelo y valor igual a cinco palos; dos palos inclinados, mutuamente dándose apoyo en el centro, valían diez palos, y así sucesivamente). El palo duro combinado con mano larga servía para todo. Y así llegamos por un camino científicamente descrito al origen de la simbología romana, perfectamente entendible a los oídos de Sartorio, bien asesorado por las orejas de su inteligente cabra. En un contexto de lexicalización axiomática la externalidad extravagante de la maximización xeografica, por uso y abuso de dos palos cruzados, exorciza el oxigeno y en todo se mezcla para corromper el valor original del sentido etimológico. Cuando los griegos llegaron con sus colonias al puerto de los palos, escribían γεωγραφία. Como buenos vendedores de la marca Grecia, escribían geografía con y griega. Por alguna razón desconocida, los romanos hablaban sobre el perímetro de su imperio atribuyendo a la tierra la multiplicidad gráfica de la variedad.

Mucha disidía pueden ser resuelta con abuso del sentido democrático. Los romanos fueron herederos de la cultura griega y decidieron referirse al conocimiento de la tierra dándole el nombre de geographia, por traducción en dos partes del origen griego.: geo = tierra, grafia =  descrición gráfica. Los italianos, legítimo pueblo latino, han decidido con un pequeño retoque mantener la palabra geografía. Los españoles, legítimos herederos de Roma y Grecia (nuestra reina es griega y nuestro rey, romano), escribimos geografía con G cuando podríamos haberlo escrito con J. Los ingleses, tercos como ellos mismos y siempre caminando por la izquierda, escriben geography. Los franceses escriben géographie, los alemanes igual a los franceses pero sin palo agudo sobre la primera e. Recurrimos a a la unión de todas las lenguas, el esperanto, y vemos que escriben geografio.

Forzoso es creer que cada uno escribe como le da la gana. Pero más forzoso es caer en la tentación de que la palabra geografía proviene del celta Xeojrafia y por el principio bífido de la lengua cruzada fue adquiriendo corruptelas locales, entre las cuales la más original es XEOGRAFIA, c.q.d. con mi más efusivo respecto a Megalofes.


viernes, 26 de julio de 2013

A LEIRA


Meus bos amigos, nesta triste semana de comemoracións do apostol Santiago, no refugio da saudade, no cruze de um meridiano calquer com o capricordiano trópico, sufro xunto com vos o amargor do cruel destino reservado póla fatalidade a esa veloz ave sin asas.

No interior de esse marvilloso ventre tecnológico, o tempo é digerido com impresionante velocidade. O que antes era consumido lentamente, em intervalos medidos pólo trote das patas de uma xunta cabalar, agora pode ser comido no desenrrolar do tempo sobre a trilla metálica.  Um estampido seguido de uma coluna de fumo sobre o horizonte ceniza do clima normalmente chuvoso dos campos da estela, marcaba o feito instantâneo de unha enorme tragédia. Unha motora moito loca tracionaba outras que por deber de oficio debian-lle seguir os pasos. Um tramo reto convidaba a correr. A dous centos kilómetros por hora, a forza centrifuga debe ser impresionante cando a cabeza resolve frear numa curva. Esse efeito conociamolo bem os rapazes da minha vila. Lembro a ledicia de organizar a rapaciada das ruas de arriba e de abaixo numa coluna,  asegurandose um ao outro pelas mans com a instrucion de levar um mote depreciativo aquele que se soltaba.  A cabeza corria em linha reta até alcanzar a máxima velocidade. A seguir, paraba girando sobre o seu proprio eixo. Infaliblemente, da metatade até o rabo, todos iban ao chan.

Perdoenme, infelizmente este é  o relato groseiro do acontecido. Moitas outras cousas se diran, neñuma será capaz de amortiguar o impato da dor sobre os feridos e de aqueles que perderan entes querido.

Hoxe, o tema de outros dias, entre lero e leria, vai de leiras. No meu fogar de pindoschan o chan é escaso, entrementes, onde debia ter um tellado tem um solo rebozado com planchas porcelanizadas. Peor que o solo pisado pólas patas do huno, o chan do meu fogar mal reproduce algum rizoma de alguma bacteria perdida no vento. Era do meu interes aproveitar tan singular potencial. Enton, quere es poder, xá o dicia miña naiciña, entonces puxen a man no altercado para construir vasos com área de meio metro cadrado e profundidade de acordo com o ancho dos azulexos, os mais baratos e disponibles para construción. O resultado é uma leira suspensa con meio metro de ancho por seis de largo. Produz tomate cereixa, pimentos de Hebron, lechugas, brócoli, hortelã, um pe de laranxa cravo e uma infinidade de brotos de outras plantas desejosas de compartir a sua existência com a vida de este modesto ceeíbero da costa da  morte.

En este ambiente propicio a la meditación, resignado por la casi imposibilidad de que mi querer se haga poder, cierro los ojos para poder ver con toda claridad como desfilan, por los recuerdos del alma, palomas y gaviotas, los peces de la ria, los caballos, mulas y burros en los días de ferias; las golondrinas en vuelo raso con gatos queriendo derrumbarlas; el lobo en el monte, el zorro vigilando un gallinero, un guardia de guardia y limpiando el caño de su fusil; yo mismo, niño curioso, buscado en mi entendimiento alguna razón para lo que veía. Razones, que si alguna he creído encontrar, ya no bastan para poder entender como a cierta edad todo se consume con extrema rapidez y poca agilidad.


miércoles, 24 de julio de 2013

CANTATA A LA VILLA

Así se expresa mi buen amigo LUIS en la columna del compañero conde:

“Según el puñetero loro Foderico la corruptela, nos viene asociada al billete de quinientos euros.
Quinientos euros son ochenta y tres mil y pico de pesetitas rubias.
Una peseta rubia pesa tres gramos y medio.
Ochenta y tres mil y pico pesetitas multiplicadas por tres gramos y medio hacen un saco, bolsa, o paquete de trescientos kilos.
Para pasear un saco de trescientos kilos hace falta una carretilla eléctrica.
Diez billetitos de quinientos euros equivalen a tres toneladas de pesetitas rubias. Ya hace falta un pequeño camión.
Cien billetitos de quinientos euros, al cambio oficial una miseria de comisión donación o pequeña mordida, serían treinta toneladas de pesetitas rubias. Se precisaría un camión de gran tonelaje.
Si revisamos el listado autonómico veríamos que, solamente, con el trasiego local, daríamos trabajo a mogollón de camiones que están parados y podríamos fabricar carretillas, carros remolque, camiones, e incluso barcos.
¡Recuperemos la peseta y la vergüenza!.”
Recuperemos la peseta y la vergüenza…

Aunque sea prácticamente imposible recuperar la peseta, la vergüenza una vez perdida jamás será encontrada. Sin inversiones para prevenir la salud y con la diestra emulando lo siniestro, el desfile del tiempo sigue un peligroso rumbo y nos induce a pensar, con vana esperanza, sobre todo lo que estamos viendo. “Tal es la confusión, tamaño y ominosos los silencios, tremendas las contradicciones, disparatadas y confusas no pocas declaraciones” que ya vamos creyentes de la necesidad de una radical reforma. Pero qué razones son esas que indujeron el venerado loro a creer que con el peso de la peseta, un mogollón de camiones, carros y  bueyes en el paro, dándoles movimiento la vergüenza estará rescatada?

Los de siempre, con los mismos recitales, vamos bordando el ciclo de la memoria en una sucesión de encajes al buen estilo de las primas palilleras de Camariñas. Lo que el viento se llevó al huerto no vuelve más. A cierta altura de la vida, los sueños dejan de ser sueños cuando el ánimo adormecido mantiene el cuerpo acordado en una sucesión de pesadillas.

Señoras y señores, venimos aquí a cantar aquello que la historia no quiere recordar. El que ahora es pobre, porque ni trabajo tiene para poderse ocupar, austero debe ser en el arte de chupar los dedos y más austero deberá ser cuando la barriga encoja y el ser sin haber sido despierte con el deseo de comer las uñas. Haciendo frio, el estiércol calentará los hogares. Habiendo calor, lo exportaremos al norte para derretir los glaciales. Por la competencia que nos quieren atribuir, seremos muy productivos cuando todos estemos parados. He aquí la solución para llegar a la eternidad pues, con todo parado, el tiempo no existe. Y si el tiempo no existe, la esperanza se congela, el crítico encoje y el mundo, sin razones para mover la razón, estalla para dar vida a un nuevo ciclo. Un ciclo de cara al sol con camisa nueva que fue vieja ayer.

Del cáñamo hacemos la flauta para que del soplo se produzca la congoja capaz de sensibilizar los druidas celtas, especialistas en prácticas adivinatorias. Así reclamaba Marco Tulio, declamando al senado de la república cuando se esperaba un puñetazo sobre el Estado: Quosque tándem abutere, Catilina, patientia nostra? Traducido en buen gallego diríamos: cando, Mariano, iras ao Congreso para explicar a nosa paciencia?

Que importa si el obrero muere? La culpa será del trabajador altivo por mostrar su valor vivo, insolencia de un poder impotente queriendo macular la ley del patrón rico en tierra destrozada. Recordemos como escaseaba la comida cuando la peseta en su valor bajaba. Vamos, mujer, volvamos al camino. Con pan y vino todo se aclara y si la cosa se pone obscura no pidamos nada, solo respuestas limpias, claras como el agua. Siete días esperamos, no será mucho para una vida de esperanza. Será a gusto en el día de agosto ¡Pero qué infierno parece cuando no hay pan en la mesa y el crio llora de hambre! Dirán que dejemos de tanta comedia, pues mejor será vivir callado que ahogados de tanto llorar. Cinco millones de obreros, todos parados, una generación vendida para un futuro desgraciado.

Señoras y señores, aquí termina el cuento que yo cuento a la villa de mi santa María. Ahora, con mucho respecto, les pediría que escuchen la canción de despedida:

Ustedes que ya escucharon la historia que se contó, no queden ahí parados pensando que ya pasó; no pasa por el recuerdo, por el canto no pasará; no basta todo el lamento, miremos la realidad.