Por una larga y ancha calle yo vi como sobre la ola de una vultuosa masa ondeaba el pancartismo, muy revelador de un momento triste que se abate sobre el cuero de toro en la primavera del nuevo gobierno, muy austero en la inteligencia de sus decisiones.
Los políticos son mediocres
Los banqueros son corruptos
Los sindicatos son egoístas
La patronal es usurera
La prensa está cateada
La justicia ofrece calabazas a los necesitados.
No imperio de Santiago, manda carallo!, sin direitos, sin traballo
Nin por cojones os bancos abren los cajones.
Ayer fue un día lleno de completa normalidad en el reino de las maravillas. Todo ha funcionado, sin la menor preocupación de nuestra señora de Fátima, en la provincia de Coímbra. No habrá cualquier necesidad de promover nuevos milagros laborales. Las partes troncales del fundamentalismo capitalino permanecerán inmutables para ofrecer oportunidades a unas pocas decenas de banqueros, colectivo siempre amplio y llano en su vocación de mantener la boca abierta, siempre abierta en su misión de mejorar y enriquecerse en el contexto de las revolución laboral.
Por otro lado, no cabe atribuir éxito indiscutible a una paralización nacional sin otro cualquier beneficio que el maleficio de heridos habidos en reyertas callejeras. Vivimos serios momentos en el que se hace necesario una profunda reflexión y una más profunda inspiración antes de iniciar cualquier acción de consecuencias incontrolables.
Dicho lo dicho, cabe un sincero apelo a la gloriosa intercesión de nuestra señora de Fátima, para que se atenga a los compromisos de mantenerse fiel a la justica del orden y evitar tumultuarlo en procesos arteros que se esparraman a los cuatro vientos y a muchos otros monzones transversales, y que vienen para desvirtuar los principios de legalidad, y para fingir que será bueno para la nación ahogar la mitad de sus paisanos, y para permitir que unos poquitos lujuriosos sacien la sed bebiendo en el rio de la discordia y, después, muy hartos del jugo, expongan en sus balcones la pepónide calabaza para que la piel del fruto endurezca a medida que avanza la temporada.
Mucho, muchísimo dinero es todo lo que necesita el sector financiero para poder trabajar. Los empresarios, para poder capitalizarse, necesitan crédito, mucho crédito, de sí y de todos. Para producir dinero y crédito son necesarios trabajadores para imprimir algo que merezca el honor de llamarse dinero. Para que exista riqueza, alguna parte de tanto dinero debe llegar hasta el trabajador y le sirva como medio de obtener crédito para alimentarse, reproducirse y continuar en la fe dichosa de que todos los trabajadores también somos hijos de Dios.
Dios en su séptimo día de labor en la tierra vio que todo que había hecho no sería suficientemente bueno si no tuviera algo o alguien para vigilar lo que hacía el primer hombre con el duro hueso de su costilla, muy asediada por el rabo de la culebra y los colores de una vistosa manzana. Todos los tres, amparados por el cansancio que adormecía el creador del universo, urdían, a la sombra del manzanar, ardid que pudiera distraer el señor y morder la rica manzana, fruto comestible reservado para la sobremesa del día siguiente al primer descanso registrado en la historia de la animalidad terrestre.
Estructura industrial, funcionamiento de los mercados, causas y efectos de la regulación pública son tres temas que circulan en la preocupación de los economistas españoles 20 años después de haber sido concedido a George J. Stigler (1911-1991) el galardón de premio nobel por su preocupación pasada en el abordaje de ese trío conceptualmente económico. La gran herramienta que permite estructurar el andamio que da suporte a eses tres escenarios es la información, algo que al parecer no ha sido tenido en el buen aprecio de la política española, que debía conocer mejor para mejor orientar los malos efectos del mercado y proveer los consumidores con más conocimiento sobre aquello que compran, más conocimiento a los productores sobre lo que sus competidores venden y el coste público de adquirir ese conocimiento.
Vivimos un momento de nuestra historia en el que el Estado desarrolla un esfuerzo extraordinario para rescatar los impagos de un profundo descaso. Toda vía mucho mas extraño es que los dirigentes políticos en su gran mayoría se apunten en grado máximo de urgencia y eficiencia a la chifladura de tan distinguido plano. Más una vez se recurre al uso público de los recursos potenciales para agraciar el ego de grupos económicos en detrimento del empleado desactivado. Es un uso para abuso y castigo de las generaciones venideras, que habrán de pagar este supuesto beneficio a intereses impagables, prorrogando esta situación insustentable a momentos más dramáticos.
Se hace evidente la participación de acreedores (reales o falsos) en la formulación de reglas orientadas a la facilitación de sus ganancias. En tal sentido, Stigler muestra un conjunto de evidencias empíricas para ilustrar su teoría de regulación económica. El estado, con todo el poder de su entramado mecanicista, es fuente potencial de recursos y también amenazas a todo y cualquier emprendimiento social. Con su enorme poder, el estado prohíbe en algunos casos y facilita en otros, según el interés del momento y de las personas que gobiernan, generación de riqueza. Lo hace por un proceso de selectividad arbitrario, destinado (para el bien o para el mal) a grupos de su preferencia. En nuestro ejemplo de Ferrol, el sector de gas fue destino de beneficios políticos y financieros en detrimento del enorme descaso que se ha propiciado a la industria naval. En nivel nacional, la nueva regulación laboral ha mostrado su interés descaradamente beneficiador del despido y abandono de la clase obrera al capricho privado de los poderosos adinerados.
En plena vigencia del uso y abuso de regulaciones caprichosamente asimétricas está el estatuto del desahucio, maquiavélicamente indecente, inmoral, injusto y políticamente bien abordado por un hermano nuestro, el presidente del Ecuador en su cita con el presidente de España. ¿Como la justicia medianamente sana puede explicar que se tire la vivienda de una familia, que mucho la necesita, y la ponga en bandeja de plata para entregarla a los bancos que absolutamente de ellas no llevan gusto?
Rafael Correa es economista educado en la República del Ecuador, Bélgica y Estados Unidos. Mariano Rajoy fue educado en Santiago de Compostela, donde concluyó la licenciatura de derecho para ser, a la edad de 24 años, el registrador de la propiedad más joven de España. Son dos estilos personales muy diferentes, y esa diferencia fue engrandecida por la talla cultural y filosofías desarrolladas en el ámbito de profesiones distintas. Rafael en el año 2008 tuvo la valentía de declarar ilegítima la deuda nacional del Ecuador bajo el argumento de que ella había sido contratada por gobiernos despóticos y corruptos. Mariano no ha dormido por la pesadilla que lo impulsa a declarar ilegítimos los derechos laborales tan duramente conquistados por la clase obrera durante legislaciones pasadas; entiende que es bueno para la economía española, porque baratea el trabajo y lo hace más competitivo para que cinco millones de españoles parados sean desahuciados por la injusticia de una tercera clase, el tercer poder. Algo que Rafael Correa no consigue entender que pueda ocurrir cosa semejante en el glorioso reino de España.
Ha respondido nuestro presidente que el tema del deshaucio es un asunto muy dificil de ser resuelto. Muy bien, admitamos que es algo dificil, pero seguramente no es tan complicado ni conlleva consecuencias tan desastrosas como la tozuda reforma laboral, elaborada para ofrecer cariño a intereses espurios y dejar la clase trabajadora al descubierto durante la violenta tormenta, eufemísticamente conocida por el nombre de Crisis.
El presidente del Ecuador pone un cuerpo jurídico a disposición del medio millón de ciudadanos residentes en España. Es hecho que el gobierno de España debía haber instituido para defender la lealtad de los hermanos españoles y defenderlos, no solo a los ecuatorianos como también a todos que de diferentes países vinieron a España engañados por la propaganda dorada de hienas y coyotes desalmados.
El cierne central recogido en la teoría de la regulación se expone para explicar, a todo el árbol, raíz, tronco, ramas, hojas y frutos, los beneficios que supuestamente todos tendremos cuando los recursos de todos sean regulados para producir beneficios a unos pocos, de preferencia a hunos cada vez menos, para que puedan esos pocos pisotearnos más y disfrutar cada vez mucho mejor, siempre para desgracia de la hierba que mal crece en el pasto seco. La meta de algunas leyes es posicionada en campo para permitir que el objetivo imperioso de la regulación sea alcanzado. Naturalmente, hacer goles exige mucho dinero para ser invertido en equipos eficientes, muy disciplinados y con capacidad de autorregulación en los momentos precisos para que el gol se concretice. Esta es una buena razón para que el equipo opositor entienda las razones de que la ley se deba cumplir, aún al coste de perder la razón y sin otra emoción que el disgusto de verse perdido.
Es curioso observar la asimetría en la penalidad aplicada, en función de protocolos jurídicos, a un hambriento que en un supermercado roba un kilo de arroz y a otro que, en la confianza que ese mismo pobre, asociado a muchos otros, le ha otorgado, substrae ahorros e impuestos de la sociedad que administra.
En cierta ocasión, hace muchos años, en una cooperativa que yo hacia compras, fui testimonio de un crimen practicado por un obrero, a quién su sueldo mensual no llegaba para cubrir los aumentos inflacionarios y las necesidades mínimas para sustento de su familia. Fue acusado de haber tentado robar medio kilo de carne. La empresa en que trabajaba, de origen germánico, también promotora de la cooperativa, decidió dimitirlo por justa causa y sin derecho a cualquier indemnización. El stress y desespero de aquel humilde trabajador fue tamaño que decidió vengarse de la modesta operadora de caja, quien en obediencia a las normas lo había denunciado. Volvió a la cooperativa armado con un revolver y disparó un tiro en la cabeza de su denunciante. El pánico se extendió en todos que hacíamos compras, y mi esposa, que esperaba mi segundo hijo, tuvo que ser socorrida al mismo tiempo que yo socorría a la desfallecida víctima de un desempleado desesperado. Algunos años después, aquella diligente empleada de caja, mal recuperada de los efectos de la bala, fue demitida por razones de mejorar la competitividad entre los funcionarios de la cooperativa.
En cualquier sistema de aplicación de las leyes es fácil observar la figura rígida de una mujer ciega con un sable de doble filo, erecta y siempre dispuesta a aplicar las normas públicas, desarrolladas genéricamente al arbitrio de particulares legisladores en supuesto beneficio del legislado. Es sabido que por presunción de inocencia el estado condena la aplicación de pena antes que la acusación transite en juzgado. Es un principio que, por ser extremamente caro, en la práctica solo atiende a los ricos y siempre en explosiva proporción a lo que esa riqueza pueda proporcionar al status quo de los privilegiados gestores de las normas sociales. Para reducir tan detestable y perverso efecto social se hace necesario aplicación de fabulosos recursos preventivos y caudalosas inversiones que, en último recurso, son ahorros de quien ya no es capaz de ahorrar y los va saqueando de su capacidad de subsistir, poniendo en peligro todo el equilibrio económico tan duramente conquistado por generaciones pasadas, en muchas circunstancias al coste que habrán de pagar generaciones venideras.
Más dinero aplicado en la defensa no necesariamente implica en más seguridad y más justicia. Cuando todo ese dinero era retirado de lo que el capitalista creía que debía ser suyo por algún sortilegio de la divinidad, su uso era aplicado en ofrecer mayor gravedad a una ofensa leve, y ofrecer defensa amplia a los tutores del Medievo legislativo por eventual deslice o irregularidad en sus funciones que pudieran dar causa a una baja de la moral pública o poner en peligro la existencia del estado opresor. Modernamente, sin mucha diferencia al compararlo con los tiempos antiguos, los dueños de grandes propiedades, agrícolas, industriales, comerciales o de servicios, requieren infinitamente más garantías del estado que la colectividad de los humildes paisanos en la defensa de las ofensas sufridas. Algunos políticos insisten en anunciar que eso es bueno para la patria y que las grandes riquezas deben ser protegidas por policías y guardias de una comunidad, para que no sean robadas por el pueblo de esa misma comunidad. En su miseria, el pueblo que desee protegerse en el interés de su seguridad familiar debe promover su propia defensa contra crímenes practicados por el desvío de la opulencia, lo que a veces consigue con torpes resultados y un riesgo adicional a su salud y patrimonio familiar.
Las relaciones de consumo sufren continuos asaltos y el peor destrozo cabe siempre al consumidor. Me acuerdo haber comprado un móvil en mi comunidad perceebera que ya de cara me daba continuos problemas en la recepción o emisión de voz. Expuesto el problema al comerciante del modelo, este emitía un protocolo de reparo y solicitaba volver dos o tres semanas después para recoger el móvil reparado. Sorprendentemente, a pesar de una lista de defectos corregidos por un supuesto técnico de reparos, el defecto de recepción y emisión continuaban exactamente los mismos. Hubo más una vez y otras más hasta que mi paciencia de flojo consumidor fue consumida en aquella relación de consumo y pasé a exigir la troca de móvil o la devolución de dinero. Ni una cosa ni la otra, el comerciante me orientaba a registrar mi queja en un órgano para defensa del consumidor, en Corcubión. Era como si el monopolio de mi sentimiento tuviera que ser subordinado a la burocracia de otras personas sin cualquier interés en la solución de mi problema. En el camino a mi vivienda en Toba se me ocurrió una arriesgada defensa de mis intereses. Atacaría donde más duele al comerciante, con propaganda hecha con la prueba de un mal producto y un falso servicio. Resolví posicionarme a la puerta del establecimiento y allí abordar potenciales compradores para explicarles con ejemplo real como aquel comercio trabajaba. Sufrí dos amenazas de intervención por parte de la policía local, quien, según el comerciante, había sido llamada para defender los intereses comerciales. Consciente de mis derechos legales como consumidor, resistí a las amenazas y, después de dos o tres negocios frustrados, la comerciante recogió el móvil defectuoso y me devolvió integralmente el dinero por mi invertido. Técnicamente, en culturas más evoluidas sería exigible algún tipo de reparo moral, pero yo me di por satisfecho y mi problema por ofensa a una relación de consumo terminó con adquisición de otro móvil en otra empresa y que me sirvió perfectamente en su función de instrumento de comunicación con mis amigos.
Los límites de la legalidad cambian continuamente en función de intereses dominantes. La física y la química como disciplinas de un currículo escolar tuvieron más prestigio en la primera mitad del siglo pasado del que parecen tener hoy. Asignaturas tradicionales como zoología y botánica han ido resbalando para el interior de la biología. Ninguna ciencia estudia activamente todo que al mismo tiempo pueda caber en el cuerpo de su definición. En los primordios del siglo XIX era muy común ver como se describía la Economía como siendo algo destinado al estudio de la producción, distribución y consumo de bienes económicos, esto es, aquello que se creía parte de la riqueza que se podía atesorar, almacenar o capitalizar. Por tal estudio, los gobiernos sabrían llegar a un estado de opulencia y bienestar. En aquella época ningún esfuerzo era dedicado a la acumulación de conocimiento en investigación y desarrollo, mucho menos existía cualquier interés por el comportamiento de los consumidores. Durante cien años (1860 – 1960) ningún cuidado se observa en el estudio de la influencia económica ejercida por la población. Como también es verdad que la descripción de la misión de economía “Economía es la ciencia que estudia el comportamiento humano y sus relaciones con el fin propuesto sin escamotear medios que puedan servir de alternativa a la realización de aquellos fines”- no desarrolla por completo todos sus propósitos declarados.
El regulador de normas se comporta de acuerdo a una agenda que tiene el interés público como meta de sus propósitos. Por su vez, el capitalista, en calidad de supuesto regulado, lleva en la cartuchera un conjunto de estrategias que le permite ver cualquier camino que aparezca dentro del horizonte de su principal interés, la acumulación de riqueza. ¿Para que? Ni el mismo capitalista lo sabe, pero conduce toda su vida firmemente motivado por una fe que no lo deja desviar del objetivo principal: ser dueño, al resguardo de sus estrategias por cualquier medio, de lo que su cuerpo jamás será capaz de disfrutar en la plenitud de su poder.
El mercado no es un ser perfecto exento de fallas. El Estado, como representación de un cuerpo mayor, debe intervenir para corregir sus defectos, por lo menos aquellos que son grandes y saltan a los ojos del observador más desavisado. Infelizmente, atrás de las intervenciones estatales surge casi siempre alguna debilidad que pone en destaque defecto más agudo en función de distribución de información privilegiada a algunos sectores, que pasan a defenderse o a aprovecharse de la regulación en prejuicio de quien está al margen de la regulación. Los grupos de interés o lobbies buscan siempre el mejor resultado para sus representados. Es algo natural y comprensible, pero los resultados que esos grupos desean no son necesariamente buenos para la población, que en último análisis es quien tiene los recursos económicos indispensables a los beneficios que ellos buscan retirar de sus trabajadores.
Por el finisterre de mis amores penetran obscuros nubarrones. Son preludio de un cambio de tiempo. Son aviso para una fuerte tempestad. Temo que mi paraguas tropical no consiga protegerme del rego torrencial que amenaza deslizar desde la cumbre de los montes a los pies de la ribera en esta mi nación perceebera.
Dice James Tobin, en su autobiografía, que estudió y ha hecho carrera en economía por dos motivos. La economía era un campo muy desafiador e intelectualmente fascinante, particularmente para alguien que le guste y tenga vocación en el análisis cuantitativo y talento en el raciocinio teórico. Al mismo tiempo que el estudio de la teoría económica refuerza la ilusión de abrazar cariñosamente alguna cosa, también hace crecer la esperanza de que de su compresión pueda surgir llama capaz de llevar calor a la humanidad, dándole más esperanza.
La enorme miseria retirada del cuerpo de la economía capitalista durante la depresión de los años 30 del siglo pasado fue la gran causa de las desgracias que dieron origen a la segunda guerra mundial. La gran crisis, no obstante, fue un caldo fértil para la efervescencia científica en el dominio de la revolución que ampliaría el campo de conocimiento económico.
Fascinado por las ideas de Keynes, James Tobin abogaba intervención del gobierno en los mercados, visando estabilizar la producción y contener la recesión. Su esfuerzo académico fue concentrado en el estudio de las inversiones, la política fiscal, la política monetaria y los mercados financieros. Su modelo econométrico de registro de variables endógenas fue la contribución preferencial al desarrollo económico y hoy es conocido como “Modelo Tobín”.
Para reducir la especulación en las transacciones internacionales que Tobín consideraba improductivas y peligrosas, ofreció lo que hoy se conoce como Tasa Tobin, el IOF (Impuesto sobre Operaciones Financieras) que el Brasil aplica para regular la enorme entrada de capital especulativo extranjero.
Muchos han sido los estudios de economistas que llevaban en sus propósitos de vida una conciencia firme con el objetivo de encontrar algún modelo económico que fuera capaz de minorar la enorme desgracia que acomete los pobres de una nación. Cuando yo cursaba el tercer año de económicas, conocí un joven, muy tímido, novato conferencista tratando de explicar la economía de su país. En cada palabra, coma y punto ponía un esmerado interés que denunciaba preocupación profunda por lo que pudiera dar causa a una intervención de la censura dictatorial nacional, comandada desde el centro del poder militar. Eran tiempos muy difíciles aún considerando que el joven palestrista era oriundo de una tradicional y bien sucedida familia de origen italiano. En 1979 se hacia deputado en las filas del Movimiento Democrático Brasileño. Yo hacia parte de un movimiento estudiantil, Directorio Académico, elegido entre todos los alumnos de los cinco cursos por abrumadora mayoría. La política no era mi interés y lo que me animó a entrar en sus brazos fue encontrar una mejor sincronización administrativa entre los intereses de los profesores y la expectativa de los alumnos, quienes buscábamos en el conocimiento de la ciencia económica un futuro mejor. Suplicy, junto con el metalúrgico Luis Ignacio da Silva (futuro Lula y presidente del Brasil), se constituyó en uno de los fundadores del PT (Partido de los Trabajadores). Hoy senador de la República, Suplicy posee una sólida imagen pautada por una lucha incesante contra la corrupción. Fue autor del Programa de Renta Mínima que ha conseguido arrancar de la más profunda miseria millones y millones de ciudadanos abandonados a los perversos designios de la pobreza.
Para reducir la exclusión social muchos gobiernos en el mundo entero promueven diversos programas asistenciales. Estos programas de reducción de la exclusión ciudadana se hacen hoy tremendamente necesarios. En España son indispensables para minorar los graves problemas sociales derivados del aislamiento y discriminación en que cae una familia, cuando sus miembros pierden sus puestos de trabajo y no consiguen encontrar otro que lo sustituya. El desempleo estructural sumerge al ciudadano en una escala de degradación marginal que hace que el individuo caiga en un lodazal y este lo haga decaer progresivamente en un estado de profunda depresión, en frustraciones continuadas con resolución social extremamente peligrosa, como lo son los recientes casos de la primavera árabe y también lo fue la revolución franquista de muy triste memoria.
Por el principio de renta básica todo individuo al nacer es acreedor de un derecho traducido en ingreso monetario y a precio constante que lo acompañará por el resto de su vida. Ese derecho tiene fuente en los impuestos que el gobierno de una nación recoge de los ciudadanos que ultrapasan la renta básica. Por esa razón algunos denominan la renta básica de impuesto negativo, esto es, un impuesto justo y sagrado que todo individuo debe cobrar del Estado. Es un programa que ya tiene ejemplo en Alaska (EEUU) donde opera como formula para estimular la igualdad entre los vecinos y mejora la distribución de la riqueza y justicia con el pago de actividades no remuneradas por el sistema económico.
La expresión Impuesto Negativo (negative income tax) es atribuida a Milton Friedman, economista y premio nobel. Es mas un modelo entre los tantos que buscan cohibir la saña que siempre se Abate sobre los más pobres. El modelo Tobin es otro instrumento que visa ofrecer a los países una poderosa herramienta capaz de cohibir los abusos del capital internacional. La señora Merkel y el señor Sarkozy en pleno fragor de la crisis europea vienen al tablado para pedir al club europeo la suprema honra de bailar el modelo de la tasa purificadora de la especulación financiera.
La Attac exige a los berros la tasa Tobin. Como todos sabemos, aquí en el castillo de Perceebes, Attac es un movimiento internacional que trabaja en pro de las alternativas ambientalistas y democráticas que se opongan al actual proceso de globalización bajo el lema de que un mundo mejor es posible para todos. Específicamente, la Attac lucha a favor der la regulación de los mercados financieros, el cierre de los paraísos fiscales, supresión de la deuda que enyesan los países en desarrollo y también es partidario de la famosa Tasa Tobin como medio de encuadrar y poner límites al especulativo flujo del capital internacional.
Todos los días, cien mil millones de dólares cruzan los mercados de divisas para arrancar lucros inmediatos, sin cualquier preocupación por el estado real de la producción y el respectivo comercio de bienes y servicios, lo que se traduce en aumento de capital en detrimento del trabajo organizado e inseguridad ampliada por el crecimiento de la miseria. Para un buen servicio de la deuda se hace necesario la existencia de gobiernos que bajen todos los servicios sociales a un mínimo y condene el pueblo a un subdesarrollo permanente. Intereses elevados desmotivan el esfuerzo empresarial y acomoda el especulador en los gastos que se producen en la esfera de los impuestos. A esto le sigue una descontrolada privatización apoyada por la demagogia liberal muy centrada en sus razones de perfecta asimetría. En todos los cantos liberales, los derechos sociales, muchos de ellos conquistados con lágrima, sudor y sangre, van siendo peneirados al sabor de la duda. Ya van diciendo que es mucho mejor confiar en la astucia de un usurero sin patria ni razón que en la virtud de toda una nación. Por tal presunción, al sistema público de pensiones quieren ponerlo bajo custodia imperativa de la rentabilidad inmediata, regida desde el borroso poder de la insularidad financiera en provecho de unos pocos arraigados capitalistas. Los títulos preferenciales bancarios y toda una mafia volcada sobre el interés pirata de saquear familias humildes, arrancándoles sus ahorros y hundiéndolos en el más tenebroso de los mares, cuando algunos confiados jubilados esperaban terminar sus días sin otra preocupación que no la de morir en paz, son algunas de las consecuencias del descalabro de la ambición financiera.
Desde la comisión Europea se ha puesto sobre la mesa propuesta para sufragar el presupuesto comunitario. Desean utilizar para ese fin la tasa Tobin. Algunos expertos explican que aplicando tasa de 0,05 por ciento sobre las transacciones financieras internacionales el FMI podría ingresar un adicional de 300 mil millones anuales. La señora Merkel y el señor Sarkozy abogan por la creación de la tasa para toda la comunidad europea. Desde Londres, centro financiero universal y suporte principal de la economía británica, el señor Cameron hace firme oposición y amenaza con vetar la propuesta. Desde el nuevo Gobierno de España se manifiesta el deseo de que el tema se discuta, se acuerde y se apruebe sin más dilaciones. Algo típico de quien no cree en el contradictorio democrático y piensa que problemas tan graves como el paro de más de cinco millones se resuelve con una simple y nerviosa orden. A idea base del plan Tobin como instrumento para sufragar cooperación y solidaridad internacional pierde fuerza y muchos especialistas creen que el flujo de capitales continuará molestando la tranquilidad de los países cualquiera que sea la tasa que se imponga a los mercados. Los expertos siempre al acecho de los confiados sabrán sacarle ventaja y el precio lo pagarán los que tradicionalmente siempre lo han pagado, los trabajadores de cualquier especialidad.
Para complicar el momento, se avecina huelga general para protestar contra la reforma laboral elaborada para facilitar el despido en tiempos con tanta gente desempleada. Ser mileurista integrará la esperanza de muchos licenciados, no como forma de ver rescatada la inversión de dinero, tiempo y esfuerzo en el estudio y si como algún medio de continuar viviendo en estos momentos tan difíciles.
Un fuerte aroma de paja quemada en las leiras de Oroso penetra mis narinas al mismo tiempo que abro ventana para ver el brillo de la luna en el frio firmamento de la costa muerta. La ilusión forjada por un sibilante viento me hace creer que el aroma no es otra cosa que un suave perfume de mujer, que hasta mi llega empujado por el discurso inflamado de un ciego coronel.
Durante más de medio siglo de vida en el extranjero he podido observar un sinnúmero de cambios en el desarrollo de mi conciencia. Aprendí que el desarrollo era posible y yo creí que debía emprender el camino de esa posibilidad. A mi alrededor convivían riquísimas experiencias oriundas de casi todas las clases sociales del mundo. Obviamente, sus vidas no eran registro de un camino infalible para el suceso continuado, si lo fuesen, ellos serían los eternos bien sucedidos, pero ahora, que me propongo hacer un análisis de sus vidas pasadas, veo que en algún momento esa riqueza ha fallido, un gran número de ellos han dejado de respirar y la solidez de lo que me parecía tan rico acabó desapareciendo en consonancia con la descomposición del cuerpo.
Para seguir adelante debo concentrar mi pensamiento en algo que sea algo más duradero que la estructura de la materia, debo pensar en algo que me deje andar con más libertad, en algo que me permita estar en cualquier lugar sin cansarme, sin aborrecerme, con tiempo para plantar, con tiempo para comer, con tiempo para morir sin pensar en el tiempo que he perdido viviendo.
He visto como algunas personas desarrollaran algunas estrategias para aproximarse a ese estado de esencia infinita. Eran estrategias que parecían funcionar para algunos y parecían no servir para otros. Me envolví en la práctica de muchas de ellas y sentí como eran capaces de dominarme y castigar mi obediencia a las fórmulas, algunas veces, con un rotundo fracaso, en otras con un moderado suceso según las circunstancias y, por insistir en un fin que después de alcanzado, fuera cual fuera, dejaba de entusiasmarme. ¿Que fuerzas existen en la vida de un hombre que consigan explicar tanta divergencia en su forma de pensar y vivir? ¿Como podemos colorir esas fuerzas y permitir que la naturaleza animal se iguale en aquello que suponemos que en el espíritu todo es igual?
El lunes pasado nuestro ministro de hacienda ha venido a público para decirnos que el déficit en la balanza de pagos en el año 2011 había sido 8,51 % del PIB y no 6 % como lo decían desde el gobierno en retirada.
Algo no funciona en la contabilidad española. Ya han dificultado al extremo la participación democrática de los españoles en el exterior, bajo alegación de que el CERA estaba mortalmente contaminado por la voluntad de españoles muertos y no era lógico que un pequeño grupo de seres del otro mundo decidiesen a favor de sus ideas el resultado de una votación local, autonómica e, incluso, nacional. Fue un pavor tétrico que los políticos desarrollaron e hicieron creer a los paisanos que era mucho mejor olvidarse de los españoles vivos que promover una investigación seria en los registros del CERA y dar baja a aquellos españoles que realmente ya habitaban otro mundo mejor.
He coordenado un grupo de trabajo compuesto por un grupo de técnicos e ingenieros responsables por la planificación de los medios de producción en una empresa líder de mercado y con 50 mil empleados, todos, en aquella época, con nóminas y beneficios sociales realmente envidiables por el resto de la población. Pude observar como cada técnico o ingeniero aplicaba su modelo particular en la elaboración de presupuestos bajo el dominio de su responsabilidad. Para aprobar y finalizar el proyecto, las particularidades eran registradas en un modelo común de programa donde, en síntesis relatorial, se exponía la necesidad de un valor específico para transformar el proyecto en realidad, considerando un precio del producto asumible por el mercado bajo la idea de que el precio permitiría sobrepasar el punto de equilibrio entre ingresos y gastos y alcanzar el lucro presumido.
Es evidente que la precisión matemática de lo presupuestado comparado con la suma integral de lo sacado en caja nunca coincidía. Por norma interna, era permitido un error práctico de hasta cinco por cien, para más o para menos. Curiosamente, cuando erraban a mayores, esto es, lo presupuestado superaba los 5 % de lo que realmente se invertían en gastos efectivos del proyecto, nunca vi aplicar cualquier sanción, y de hecho los jefes se mostraban contentos por haber obtenido algún ahorro en la ejecución de lo programado. Pero cuando los gastos reales alcanzaban los cinco por ciento a más, el departamento financiero solicitaba el degüello inmediato del técnico o ingeniero que había cometido tan inestimada falla.
Sabemos que las cuentas de Percebes no las llevan los políticos que mandan y desmandan después de una elección. Las cuentas son llevadas por peritos oficiales con elevado grado de escolaridad. Hasta que las cuentas sean declaradas reales, todos sus componentes pasan por el cribo de autoridades que ganan buenos sueldos para fiscalizarlos. Además, en vuelta del presupuesto están todas las personalidades políticas, siempre cuchicheando el tipo de ventajas y desventajas, oportunidades y casualidades del momento. Actualmente, las cuentas del Estado vienen siendo vigiladas por la secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos, Marta Fernandez Curras, el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro y el secretario de administraciones publicas, Antonio Beteta, para no hablar del Presidente y de la Vicepresidenta y otras muchas autoridades. Vamos, que no existe ninguna razón para equívocos, insinuación de culpa, o prosternación a la ignorancia resabiada con el interés de producir renta política, llevando la pelota a Bruselas para que la devuelvan con cauda de caramelo, según el pacto del momento, o con un precio fuera de propósito para que lo ingresen en la cuenta del pato, que habiendo sido zapatero también fue un honesto gobierno.
En principio, la elaboración de un presupuesto, la aplicación de ingresos en programas específicos, la fijación de metas y prioridades son de la responsabilidad del gobernante político, que se utiliza del conocimiento técnico de instituciones públicas creadas para ese fin. No obstante la gran complejidad de un programa presupuestario, no me parece que deban tener mucho trabajo para aprobarlas, ya que esas cuentas están regidas por modelos normalizados desde la Eurostat.
Los modelos han sido idealizados para intercambio de datos y metadatos estadísticos por siete organizaciones internacionales: Eurostat, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, La Comisión Estadística de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco de Pagos Internacionales.
El sistema de registro dispone de herramientas suficientes para disponibilizar los datos en tiempo real de registro y con programas muy simples para síntesis del contenido. Cualquier organización que lo solicite tiene acceso libre a los datos y puede hacer diagnostico del estado económico y, en consecuencia, establecer el pronóstico al capricho de su conveniencia. El PSOE lo sabía. Por supuesto, el PP, sabedor que llegaría al gobierno, tenía el derecho y la obligación de conocer todos los datos estadísticos para adaptarlos a su programa político de ejecución presupuestaria.
Un deslice que consideraba un saldo deficitario del 6 %, cuando en la realidad en el 31 de diciembre estaba en 8,55, % fue un fallo de calidad muy allá de aquella que ha sentenciado el juez Garzón al ostracismo de su profesión misionaria de fe en la Justicia. Por la relación entre lo dicho y lo real (también un dicho que puede ser alterado por cualquier entredicho o desdicho) faltó a lo dicho 30 cualquier cosa para alcanzar los cien real. Por la relación inversa, que compara lo real con lo dicho, se hace necesario tirar 42,5 para llegar a los cien antes contados. Por cualquier lado que se mire, la meta es muy dificil de ser alcanzada y las previsiones se hacen dignas de la filosofía de un estado propicio al terror.
Llaman Spillover a las externalidades de la actividad económica cuando afectan aquellos que no están directamente envueltos en el proceso. Efecto Spillover lo produce aquella variable económica que no puede ser alterada por políticas vigiladas desde el gobierno central. El Spillover puede afectar todos los paisanos para mejor o para peor sin que ellos puedan hacer nada para mejorar o corregir el efecto. En tesis, todos los españoles estamos sometidos a externalidades del gobierno que dicta derechos y deberes sin la participación o la voluntad del parroquiano.
En un sistema de trabajo, orientado por el interés capitalista y un gobierno claramente a su favor, jamás se alcanzará el estado de equilibrio con pleno empleo y el bienestar determinado por un óptimo de Paretto, debido a que el principal interés se concentra en lo privado y se disuelve en lo social.
Como todo surfista resbalador en las ondas de internet bien lo sabe, el adviento de nuevos vientos políticos que consiga mejorar el clima en una determinada autonomía sin perjudicar otras de su entorno es efecto conocido como eficiencia de Pareto. El Óptimo Pareto se refiere a eficiencia en la distribución de recursos y no a la distribución igualitaria de los bienes disponibles.
Hemos visto como las autoridades monetarias aplican el modelo óptimo Pareto. En tres meses y mediante dos subastas - alerta mi amigo el economista , paisano y parroquiano de la calle de arriba, señor Pousa- el BCE ha inyectado en la banca europea más de un billón de euros (1012 ) a un interés relativo considerado moderado en el apetito voraz de la fiera capitalista. La calderilla despejada en forma de pequeñas gotas sobre la cabeza de microempresarios y los hogares de Perceebes es un ejemplo de la eficiencia de Pareto, son gotícolas de sudor que por muy poco alivia la sed de quien andaba seco, supuestamente algunas cajas gallegas, sin perjudicar la secura mortal de los que viven amarrados a la cola del paro, ni alteran la causa deshumana que lleva desgracia al desahuciado. La prioridad es recortar el déficit caiga quien caiga y lo óptimo lo pueden obtener buscando el mejor interés para esa nueva deuda de un billón en la economía de los PIGS (acrónimo retirado del sentido que los ingleses dan a esa palabra)
Los intereses que pagan los BRiCS (acrónimo Brasil, Rusia, India, China y Afríca del Sur) son mayor atractivo para aplicación eficiente del pequeño trabajo que da emitir obligaciones del Tesoro Europeo. El gran problema a la inteligencia financiera está en la pequeñez del mundo global que ha permitido que los indios de cualquier latitud sepan defenderse de la promesa ambigua de la cruz y no les entusiasma el brillo de la plata que refleja la punta y el doble filo de la espada.
El mundo desarrollado compatibiliza intereses del bienestar con el fenómeno de la guerra cambial. La munición en este tipo de guerra es la moneda nacional. Barateando la moneda, un país consigue exportar más de todo que produce. Exportando más sobra menos, las personas tienen la sensación de que necesitan trabajar más para aumentar su seguridad. En el otro lado la sensación es de victoria, es la sensación de tener riqueza con mucho menos esfuerzo. A largo plazo los desequilibrios son enormes y un enorme mal invade los dos lados, provocando fuerzas endógenas y exógenas capaces de destruir las fuerzas divergentes y liberar nuevos intereses capaces de buscar el equilibrio estable. Estable por poco tiempo y como estrategia para reiniciar el camino de la disparidad social, pues es sabido que hombre blanco es blanco pero no es de hierro.
Hasta hace poco tiempo el Brasil mendigaba, con el apoyo técnico del FMI, moneda fuerte para financiar el crecimiento económico del país. Fue una locura con desvalorización diaria de su moneda en tasas superiores a la que hoy contempla el real durante un año. El trabajador endeudaba todo su sueldo para reducir el perjuicio que la inflación causaba en el acto de recibir, en cuenta corriente, crédito de su trabajo. El trabajador que dependía de su esfuerzo para conseguir algún ahorro para emplearlo en el futuro veía frustrado su intento por la voraz boca de la inflación. Mismo aquellos que tenían buenos sueldos y contribuyeron religiosamente con los mandamientos de la Seguridad Social vieron, a la hora de la respectiva reciprocidad del beneficio, como esta aplicaba técnicas absurdas de desvalorización de la pensión debida a los trabajadores jubilados. Fue necesario la voluntad de un obrero metalúrgico, con apenas cuatro dedos en una mano, un pasado de miseria emigrante y sin ninguna formación en el formalismo clásico de la educación certificada en diplomas oficiales para cambiar toda una realidad mayoritariamente miserable y transformarla en otra levemente niveladora.
Una gran parte de ese billón de euros destinados a la banca, lejos de ser aplicado en el objetivo explicito que le dio origen, será desviado hacia economías que ofrecen rentas fijas, mucho más substanciales al interés bancario que el interés social de restaurar el bienestar de un paisano que habita parroquias lejos de la capital y que el capital no las reconoce ni le interesa saber que existen.
Una herramienta que el Brasil aplica para disminuir la entrada de capital especulativo es el IOF (Impuesto sobre Operaciones Financieras). Paradoxalmente, cuando el gobierno aumenta ese impuesto, las tasa de interés que las familias son obligadas a pagar para cumplir sus obligaciones financieras también aumentan y, contra las expectativas declaradas, la presión sobre el influjo de ingresos también aumenta, con poco beneficio a las personas que pagan tan altos intereses pero sin el maleficio adicional a las personas que en Grecia, Italia, España y Portugal ya están desempleadas.
Lawrence R. Klein ganó el premio nobel del año 1980 en consecuencia a la creación de modelos econométricos y su aplicación en el análisis de las fluctuaciones económicas y sus correspondientes políticas.
Muchos economistas se preocupan por la influencia de la educación en el empleo futuro. Para eso colectan datos empíricos para establecer correlación entre los años dedicados al estudio y los ingresos que obtienen después que ingresan en el mercado de trabajo. El gran problema en el estudio de la correlación entre eses datos es que ambas variables son influenciadas por un conjunto de otros factores. Por ejemplo, el hecho de haber tenido suceso en algún negocio puede motivarnos a realizar algún estudio en paralelo para obtener certificación de conocimiento que justifique, a los ojos de quien nos debe, nuestro suceso. Muchos impuestos obedecen mucho más a un capricho aleatorio del legislador, quien para darle sentido argumenta con un supuesto retorno en la forma de un beneficio social. El suceso reconocido después de una campaña electoral da argumentos al partido victorioso para aumentar tasas tributarias, menos por un imperioso deseo de resolver un problema económico-social y sí por sus particulares razones ideológicas de sostenerse en el largo plazo. En casos en el que el crecimiento del gasto es debido a tasas más elevadas, siempre aparecen fuerzas trabajando sistemáticamente en direcciones opuestas. Lo prudente para establecer alguna conclusión sería observar el comportamiento de los ingresos después del cambio promovido por razones ideológicas. Pero ahí las explicaciones saltan de la lógica común para explicar lo obvio, lo que, infelizmente, no satisface a nadie.
En macroeconomía, a mayores gastos corresponde ingresos mayores. Un aumento en la tasa de impuestos retira poder de compra de los consumidores, lo que equivale a reducir sus ingresos. Habiendo menos ingresos el consumo decae. Habiendo menos consumo el total de ingresos oriundos de los impuestos de fabricación y consumo decrece. Esto es lo que se puede deducir de un modelo empírico elaborado para dar explicación a ese mismo modelo. Pero también podemos sacar de la aljibera del mundo real modelos que apoyándose en las mismas variables ofrecen resultados opuestos.
En algunos modelos el Gobierno gasta más y los ingresos reales no crecen. El consumo aumenta sin ingreso que lo justifique. El dinero antes atesorado sale a superficie para respirar y limpiar el desperfecto que causa la polilla, pierde valor para acelerar la economía en un ruidoso alarme de sus engranajes promovidos por los granujas de la especulación
En la teoría del desarrollo, el monopolio juega un importante papel tanto en las causas como en las consecuencias de la innovación, dicen. Sin el poder del monopolio las empresas consideran que pierden motivación para la innovación. Por otro lado, las inteligencias que no viven al amparo del monopolio son inhibidas en su esfuerzo natural por buscar innovación, porque no están suficientemente capitalizados para pagar los altos costes de registro de lo que creen que sería patente origen de una futura riqueza. Es un tema que acompaña la teoría del crecimiento del comercio internacional y las grandes organizaciones industriales. El monopolio de la propiedad intelectual a largo plazo acaba perjudicando el crecimiento y es factor que inhibe la innovación, o así lo creen los activistas digitales y abogados defensores de la libertad de poder navegar libremente en las asas de internet, sin que sea violado la privacidad ni pongan cualquier traba a su libertad de expresión.
El esfuerzo cultural de Lawrence R. Klein fue concentrado en la busca de modelos matemáticos con el objetivo de hacerlos instrumentos de análisis, interpretación y predicción de las diversas variables del sistema económico, como la moneda, el precio, los impuestos, los ingresos y gastos, las posibles y variadas reacciones de las personas delante de políticas innovadoras, conservadoras o cualquier otra política de algún modo afecte la normalidad de la vida en evolución. Los elementos que contribuyen a la formulación de un buen modelo econométrico son: teoría matemática, estadística o registro histórico de datos empíricos y la filosofía económica, que es la ciencia que consigue dar interpretación racional a ese trípode en que se asienta la información cultural.
La econometría, a pesar de la formalidad de su precisión matemática, no pasa de una singular herramienta, útil como puede ser el sacho o el arado para labrar la tierra y sacarle algún provecho. El provecho no depende del arado ni del sacho sino de lo que sabe, piensa y decida la voluntad de una persona y, por supuesto, el concurso de alguna fuerza extraña al antojo del azar, que a diferencia del expillover puede manifestarse en su dual forma, para felicidad o desgracia del cosechador de ilusiones. La econometría, para explicar una variable económica, siente necesidad imperiosa de apoyarse en los brazos de otras variables. Si las variables de apoyo son muestras fieles de un conjunto verdadero, la variable explicada por el modelo econométrico puede pertenecer a ese conjunto verdadero y con una gran probabilidad de acierto de las predicciones que de esa verdad pueda derivarse. Pero la probabilidad, como todos sabemos, es sinónimo de lo incierto, dudoso, riesgo, azar, según el momento de su aplicación o del contexto en el que la probabilidad se aplique.
Los cinco duros que mi padre me daba, para arrancarle provecho en las fiestas patronales en honor a un figura retirada de los juncos de la ribera, entre el puente de Globa y el rio Madriñan, no podía emplearlos en mala cosecha. En la alameda siempre había una ruleta rodeada de gente mayor que apostaba en un determinado número para ganar premio si la bola parase en aquel determinado lugar. Entre la multitud siempre había un jugador que tomaba la iniciativa del juego y siempre ganaba, motivando otros que se alternaban en juego que siempre perdían. Como el juego se repetía con mucha frecuencia durante la misa y después durante el concierto de alguna banda de música de algún pueblo gallego, yo calculaba con el poder de m i intuición la frecuencia de la probabilidad de ganar y la comparaba con la probabilidad de perder. El resultado, intuitivamente matemático, dependiente de las variables que entraban en el juego era extremamente preciso.
Para el auxiliar del ruletero la probabilidad de gano era del orden delcien por cien, exactamente igual a la probabilidad que los fieles confesados y comulgados tenían de perder. Con el tiempo fui ingresando en la teoría de la regresión lineal, y tuve el atrevimiento de encauzar sobre una línea reta una variable dependiente de otras, muy vanidosas por las extrapolaciones que hacían de su independencia. Yo fui una de esas variables dependientes que buscó el apoyo de variables explicativas que se multiplicaban a sus posibles variaciones en un plano vital de parámetros desconocidos, todos sumados a una perturbación aleatoria de la realidad siempre asociada con el azar. Resumiendo, un verdadero cachondeo del tiempo utilizando el tiempo como herramienta para una buena diversión.