domingo, 24 de febrero de 2013

POR MAL HABLAR EL BUEN SENTIR QUEREMOS



Cuando el canto me llega, me llega ansí; 
Decidor y sentido pa no… o pa si. 

Cuando el canto me llega suelo decir 
lo que siente el que siente, y quiere sentir. 

Cuando me llega el canto me meto en él. 
El me cuenta sus cosas y yo; y yo también. 

Cuando me llega el canto le doy mi voz, 
porque quiero a esta tierra que me ha dao Dios. 

Cuando suelto mi canto lo habrán de ver 
desnudo como el alma que pongo en él. 

Vení y te canto hermano. 

Estoy aquí, esperando tu copla en el vivir, 
y abrazao a tu copla me han de encontrar 
los que viven el tiempo que fue y vendrá. 

Y con toda la imponencia de un marcado pasado, pa no o pa sí, me alcanzan los recuerdos del papa Pio XII en una imagen colada en la columna derecha de la iglesia parroquial. Llevaba un año gobernando en el Vaticano cuando en marzo de 1940 yo naci. Lo veía a diario cuando en el catecismo el cura me introducía. Lo mire con mucha alegría aquel día de mi primera comunión. Y por allí yo fui creciendo, confesando mi amor por dios, inconformado con la insistencia curial por saber de mis amores mundanos, que él no sabía, y yo, en aquella tierna edad, mal imaginaba existiesen. Con 19 años de papado él, y yo con 18 años de existencia en la costa da morte, poco sentí su ausencia porque mi esencia y la de todos nosotros pasaba por una dura crisis de empleo. Uno atrás del otro, yo perdía mis amigos. Unos para Cataluña, otros para Inglaterra, Alemania, Francia y toda la pelota terrenal se iba poblando por villanos de la aldea y parroquianos dos xuncos da ribeira. Mi hermano, a bordo del Cervera, navegaba por las costas de África. Desde las Navas del Marques, una inolvidable amiga mía me relataba el luto de sus amigas por la muerte de hermanos castellanos.

De Juan XXIII pasé a saber de su existencia por algún periódico que yo buscaba entender en el exterior. Yo había jurado la bandera de España. En el consulado del apóstol Paulo parecían jurar que, si yo retornase a España, la maldición del servicio militar caería sobre mis hombros en la forma de un fusil, que yo habría de suportar en las calurosas arenas del desierto, bajo el mando glorioso de algún flemático y legionario capitán.
De Paulo VI comparto su sentimiento de que era abrumado por muchas de las dudas que inundan nuestro humilde intelecto, pues,

Hay cosas que uno pregunta y nadie sabe explicar. 
el derecho de ignorar tiene razón limitada. 
La explicación regalada a veces suele hacer mal
. 

y así llegamos a nuestro santo padre, que ahora nos deja, no porque vivir no quiera y si porque explicar no pueda el apedreo de la Tierra por la furia mortal de un dios celestial, que si malo no es, muy bueno a unos no parece.

La palabra bien medida tiene el doble de valor. 
Si el perro mueve la cola 
el perro sabe lo que hace… 

Nunca se meta ni pase por juez de problema ajeno 
el rancho suyo está lleno de cosas por arreglarse. 

Los cinco papas que tú y yo conocimos eran de otra edad. Eran santos viejos para nuestros ojos nuevos. Pero el tiempo fue pasando para ver nuestro momento llegar y hoy habiendo todos mayor edad, jurídicamente viejos, no es políticamente correcto pensar  que por mal hablar  el buen sentir queremos.

Hay quienes le dan la mano y uno confiao se la agarra. 
Después viene la fanfarrea y da su grito cobarde; 
el bocón canta su alarde al sonar de las cascáreas. 

Perdone... perdone el palabrerío y mi forma de expresión. 
Pero teniendo razón yo las canto derechito; 
y aunque no canto bonito canto con inspiración.

Inspiración aspirada de la musa conde. Mi plagio es original en la voz de del gaucho José Larralde.

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