Vamos
ver, don Alfredo, si en una taza le sirven leche y sobre la leche le derraman
café, que es lo que usted tiene en la taza?
Un líquido que no es ni blanco ni marrón-obscuro
pero que a muchos sabe a dios y se la beben como si estuvieran en el cielo.
Lo mismo pasa con la lengua, y por tal fenómeno
de junción de dos o más líquidos se obtiene un otro sabor que, puesto en la
boca, cada uno revuelve la lengua a su propio antojo y estilo; algunos la
menean con churros, otros, con pan de maíz (en mis tiempos antiguos) o con pan de trigo,
como ocurre en estos tiempos modernos.
Y
ahora, ¿vamos discutir sabores y colores?
¿Todo negro? ¿Todo blanco? Sería el negro español más negro que el” black”
inglés o el blanco mas blanco que el “branco” portugués?
¡No, de ninguna manera! O, ¡sí, de todos
los modos! Cualquier respuesta nos metería a todos en un lio del que jamás
conseguiríamos desvincularnos.
No soy lingüista, pero tengo mi propia
lengua y de ella hago uso cuando me plazca. Se decir “merda” y dar a ese
vocablo el mismo sentido que el portugués y el gallego dan a esa palabra. Pero
si escribo palabra con “b”, como lo escribiría un docto castellano, un otro no
menos docto portugués me suspendería en una prueba para candidato a barrendero,
y yo, de ser joven sin empleo, vería mi futuro seriamente nublado, para no
referirlo como niger (del antiguo latin probablemente derivado de la raíz proto-indo-europeo
“nek”, obscuro, night, noche, noite). Pero no lamentemos lo malo, pues mucho
peor sería si escribiéramos “word “ con “b”
o war con “v”. Que locura, la” world war” nunca ocurriría
bajo el símbolo de “b” y nadie cantaría “Bictoria” o, si alguien se atreviera a
cantarla, sería, si seria fuese, un canto de sordomudos victoriosos.
Vivimos momentos de confronto entre lo
diacrónico y sincrónico. Los hunos se oponen a los otros sin cualquier razón
histórica capaz de sostener la fenomenal razón del momento actual. Por tal
confronto, los mundos de la real lengua y sus respectivos institutos se hacen
palco de lo que el americano Russ Rymer entendería irónicamente como escenario “encharcado con sangre de poetas, teólogos, filósofos,
filólogos, psicólogos, biólogos y neurólogos , además, no importa cuan plus poco fuere, del sangre extraído de los
nacionalistas gramaticales”.
El nahualt, perdón, el gallego diacrónico
tiene su fonética estructurada en la fonología y morfología arrancada de la
mesoiberia, allá por los años de Antonio,
quien, mira por donde, además de ser de Nebrija, mas de una vez en Salamanca y
otras tantas en Alcalá, se decía de Nebrixen, así con la xis que tanto ofende a
nuestro buen amigo megalofe o su correspondiente, en lengua bífida, Seselhe.
En
tal encrucillada de lingua partida eu vivo. Saussure salve las dos lenguas e Pindoschan me protexa da zurra que vou
levar. Fun!
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