Hoy, víspera del gran debate entre
fuerzas políticas que pretenden tomar de asalto los cofres de Cée Villa, es un
buen día para que hagamos correspondiente reflexión sobre los medios posibles y
capaces de reducir los estragos que estas fuerzas puedan causar.
Los estragos ya son bastante grandes,
muchos corazones pulsan agitadamente delante de expectativas adversas. Toda
tomada de poder, como lo fue Granada, exige grandes inversiones en tropas y
armas. Las inversiones deberán ser amortizadas en tiempo que suceda a la tomada
exitosa del trono que se desea ocupar.
Las coaliciones son medios que justifican un
fin. Fin este, que por sugerencia de Maquiavelo y las técnicas del arte de la
guerra, descrito con toda la simpatía del chino Sun Tzu, se fundamenta en
estrategias de engaño para someter el enemigo sin darle palo. Después del
asalto y para consolidar lo conquistado, Maquiavelo sugiere actuar contra la fe
del villano, contra la religión del parroquiano y contra la caridad y humanidad
del aldeano. De los consejos de estos dos grandes maestros del arte de la
guerra también se pueden destacar enseñanzas muy útiles para la paz y prosperidad
de la villa. Infelizmente constituyen conocimientos que se encajan en la
reflexión del humano sénior y no entran en el casco moldurado por el energizado
músculo de la fuerza.
Los enemigos son todos, pero el principal
enemigo al que habrá de dar combate es el pueblo. Contra él se dictarán normas
y leyes que se aplicarán a unos (los inútiles) y se ignorarán en otros (los útiles
al partido) Los inútiles podrán ser condecorados como útiles desde que
manifiesten fe ciega en los dogmas del cacique dominante. Y el principal dogma
de la dominación es la “contribución” en bienes y primicias a la gula del
señor.
Felizmente, bogamos por el segundo decenio
del segundo milenio en la era del Señor, donde nada ya es igual a como antes
era. Los cambios son evidentes y, para confirmar tan asertiva opinión, es
suficiente tirar una foto y compararla con la foto de cuatro años antes. Sin
embargo de lo que realmente sucede, para algunos el tiempo parece estático, pero
se engañan al pretendernos engañar con una foto que ponen sobre el espejo para
simular constancia de su esencia muscular, apta al ejercicio de su fuerza
popular. Pero nosotros, humanos inútiles para el ejerció del soberbio poder,
sabemos distinguir las diferencias entre lo gravado en la superficie plana de
un papel y la dimensión tridimensional de la vida real. Los cambios son
continuos y, aunque aparentemente se repitan en ciclos de tiempos semejantes,
el producto generado por el cambio es diferente al producto de ciclos
anteriores. No existe cambio estático. Todo cambio es fruto del movimiento, y
el movimiento es vida. Y la vida es la esencia más preciosa del ser humano.
Preciso es saber dar utilidad a esa vida, en beneficio de esa misma vida que es
lo que compone la esencia de la vida villana, que los trece ediles del
apocalipsis quieren gobernar en un nuevo ciclo de cambio continuo.
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