lunes, 24 de agosto de 2015

LAS DIEZ MALDICIONES

Y Francisco con toda su franqueza decía que una nación no se cambia en un año, necesita toda una generación para procesar el cambio. Pues bien, esa generación ha pasado. Todos sentimos la transformación, no podemos negarlo. Ahora, la generación es otra y lleva cuatro años curtiendo la metamorfosis kafkiana, con muy poca luz en el túnel que nos haga pensar que vamos salir de esta monstruosa pesadilla en los próximos cuatro años.
 Aguas fertilizaron el rojo sangre  de un pasado glorioso. Las ranas llegaron y se fueron  por los fueros autonómicos. Los piojos posaron sobre ilustres cabezas para activar el registro del tiempo. Las moscas volaron y sobre sus asas volamos por toda la soberanía nacional. Vacas y bueyes se quedaron locos. Hombres y mujeres sufrieron el chicote del temido Sida. Vimos el granizo rolar desesperado. Langostas nos inundan oriundas de Francia y su mala leche nos deja cabreados. Vuelven las sombras. ¿Qué otra plaga todavía no vemos?

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