Tras noche perturbada
por sueños fatídicos, algunos alucinantes, otros, difusos y muy confusos por el
enredo del tema y anatema de la metamorfosis irreconciliable, de pasado
abstente con el presente fluido, digo la pregunta para la cual no busco
respuesta, pues ellas son tantas como tantos son las candidatos al ejercicio de
cualquiera acción política: ¿Que es lo que lleva una persona formada en asuntos
de conocimiento especifico a ejercer actividades tan difusas como aquellas que incorporan los activistas
políticos?.
La
oportunidad de merecer reconocimiento de algo que creemos que es fuente de
seguridad, de placer, de autogestión de los intereses que afloran en cualquier
momento por los rincones más obscuros del alma, podría ser una entre las
infinitas respuestas.
Para
Filgueiras, los intereses venían ocultos por el tema del nacionalismo, así
expresado: “é o afincamento no chan nativo, na caste e no fogar, na vella
lengua e no costume antergo, na historia propia e no propio arte”.
Bellas palabras
para ilusionar platea con discursos radiofónicos. Palabras que, usando la
critica con adjetivación mordaz del sabio jurista Garcia-Trevijano, no pasan de
una autentica parvada, original en el contexto gallego para mantenerlo en la
conselleria de Forzas Galeguistas de Direitas, “no quentor agarimoso do chan
nativo”, terra patriarcal onde non haxa ricos nin pobres, onde a xente no é
escrava do Estado”
Fue
manifiesto de las derechas y no de los derechos. Pero da igual. Los derechos
serian los suyos para anular la pretensión de los otros, la gran masa de quien
Fernando Alsina fue un destacado cirujano. Y aquí cabe repetir la pregunta y
verificar si la respuesta no se encuadra en la película de Francesco Rosi, “La
mano sobre la ciudad”, agraciada con el León de Oro. El liberalismo de las
derechas era propicio al estimulo de la especulación urbanística y ella se
hacía presente con todo el rango de interés natural por el bienestar de todos.
La historia se repite con frecuencia.
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