Esa es la justa y verdadera vocación
de los partidos, partirlo todo. Después de ver muchos pedazos
esparramados a sus pies, lo consignan todo a la unidad de sus particulares
intereses, que otros no son sino la opulencia de los cabecillas, adulados por
los fieles seguidores bajo el lema de quien parte y reparte siempre se queda
con el mejor chorizo.
El lema es
fundamental en el mantenimiento de esos tan deseados deseos. Contiene la
semilla falaz que pretende dar forma formal a ideas mentirosas en su intención.
Conveniente al producto del reparto, esto es, a los humildes, cándidos e
ingenuos repartidos, será desmenuzar el contenido de la mixórdia tematicamente
bien organizada. Por ejemplo, del clásico lema "Por Dios, España y su
Revolución Nacional Sindicalista" la historia nos ha enseñado que Dios era
Él, España Una Grande y Unida también era Él y de Él y de nadie más era su
respuesta sobre el sentido que había que dar a su particular revolución, que
llamaba Nacional Sindicalista.
Mucho ha llovido
y los tiempos son otros .Lo son? Tal vez
sí, quizás no, o mucho por lo contrario, como consecuencia de este juicio puesto al viento y sacado de un obscuro entre velas.
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