Tema extremamente árido y de muy mala leche es este de la
exposición de la vaca a la explicacion de su esplendor lechero. Ya
se fueron los viejos tiempos en que la vaca producía leche merengada,y la producía por el encanto que le proporcionaba el cencerro o campano, que, a modo de
alegres señoras, lucía en el cuello. Era apenas cuestión de un ligero remeneo y
la máquina funcionaba al son de un tolin, tolon.
Aunque mucho se lamentaba que la vaca fuese muy salada, en mi tierno
mundo yo la sentía muy dulce en su interacción con el arroz, o mismo en el
aroma que se desprendía del pan de brona al rebozarlo con espesa nata. Era
seguro, porque el certificado de origen dependía de la razón derivada de la
proximidad de nuestros ojos a la vida y costumbres del ganadero. La
contabilidad era demostrada por el placer que producía ofrecer un excedente del
consumo familiar a otros que ofrecían sus familiares excedentes en substancias
distintas. Hoy todo llega empacotado al precio de un simple papel; papel que
nadie conoce su real coste, pero sabemos que sin fe nada vale .La fe es el único
valor de ese papel endiablado, por el que hoy nos trae a tono el tema de la
leche merengada, bien o mal tratada con paqpel subvencionado.
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