Mi muy amado señor. Hoy he tenido oportunidad
de conocer su gran sabiduría en el tema de las lenguas mayoritarias. Sí, porque
dos cientos millones de almas unificadas por una lengua común constituyen, sin
el menor asomo de duda, masa suficientemente volumosa como para dar
ciencia de sus universales afirmaciones.
El gallego tiene una enorme utilidad, si sabes
gallego puedes comunicarte con todo ese enorme mundo lusófono y, por tal mérito,
podemos extraer los beneficios que a mí aportan el genio de esos dos maestros
del arte cênico brasileño, los inmemoriales
y saudosos Chico Anisio y Paulo Gracindo, ambos responsables por inundar mi
vida y la de mi familia con el sonriso abierto de alegría, contagiados por su
magistral humor durante medio siglo.
Yo soy gallego, de la punta opuesta al lugar
que usted ha nacido. Las ondas de radio Oporto inundaban la azotea de la casa
de mis padres, donde yo disponía de una habitación de cara al mar, y las ondas
rozaban mis narices con aquel típico sabor de la lengua portuguesa. Yo creía entender
el portugués y, de hecho, pasé a comprar y leer Seleções do Reader’s Digest. Supe
que no sabía portugués cuando en Lisboa yo y un vecino emigrante fuimos visitar
una portuguesa con la cual mi amigo se carteaba al punto de considerarla novia.
Allí supe que la portuguesa carteaba en portugués, y mi amigo gallego lo hacía
en español (había estudiado para cura). El encuentro fue un desastre porque
hablando en gallego ella no conseguía entendernos. La amabilidad de aquella
doncella y el cariño de su atención fueron suficientes para guardar un hermoso
recuerdo de aquel encuentro y también para saber que para hablar una lengua hay
que vivirla, y yo había vivido el gallego y el español. El portugués pasé a
vivirlo después de aquel día, cuando el capricho de la vida me empurraba a camino de Vera Cruz embarcado
junto con un grupo de portugueses que emigraban desde Lisboa.
Señor, parece políticamente correcto decir en Galicia
que el gallego es una lengua universal. No contamos ninguna mentira en tal
afirmación, puesto que hay gallegos en todos los lugares del mundo. Pero,
señor, no pasamos de tres millones los gallegos que dominamos fonéticamente nuestra ancestral y preciosa lengua. Ya, en el orden gramatical, siguiendo la
gramática, que en mi juventud no existía y me atrevo a decir que ni siquiera en
la suya esas normas habían, que una hora se aproximan de la normativa portuguesa y
otras de la española, y, por consecuencia, usted desconoce
los meandros de la rigidez con que quieren imponerla.
Señor, esto no es un consejo, es una constatación
de este vuestro patricio, paisano de todos los españoles nacidos en el mundo que heredamos de Noe. La
lengua de todos los gallegos es el gallego y la forma que nos impone la gramática para que nos comuniquemos con el
resto del mundo es la norma española, que acá muy bien la entiende el argentino
para escribir “que ya llueve en la llanura”, mismo hablando que “xa xueve en la
xanura”.
Hay que endurecerse,
pero sin jamás perder la cordura, mi buen amado señor.
Volvemos a los tiempos de vaite
lavar porcona, vaite lavar, se no che chega o rio tirache ao mar.
Darle la comida y
hacer la cama a un paciente no es sanidad. Es evidente que no, ilustre vidente.
Sanidad, ya lo explica la RAE, es cualidad
de sano, o dicho de otro modo, sanidad
es un conjunto de servicios gubernativos ordenados para preservar la salud de
los habitantes de la nación, de una provincia o de un municipio. Si un
paciente no llega al hospital en perfecta condición de sano, habrá que cobrarle
el monto de un servicio hotelero equivalente a un hotel de tres estrellas y, en
su caso, señor, lo que cobra un hotel de lujo.
La RAE no habla para nada de la sanidad de una
comunidad o xunta de comuneros, luego, nadie en esta punta de la península ibérica debía
atribuirle a usted cualquier responsabilidad pos su retórica insana. Hombre,
claro, también es verdad que le deberían recortar el sueldo en la misma proporción
o tamaño de las asnadas que en el ejercicio de su noble cargo vuestra señoría
insiste en practicar.
No consigo entender,
mi señor, todos aquellos plumeros que le reprochan sin la mínima reflexión en
el contenido de sus reproches. Veamos: transporte no es sanidad y además constituye
un serio riesgo para el paciente que puede caerse de la maca cuando lo llevan al
quirófano y del quirófano a la habitación en la que presumidamente debía haber
una cama de faquir, con puntitas bien afiladas para economizar en el lavado de
la ropa que usted no quiere pagar. Por cuenta del riesgo habrá que facturar una
tasa de seguridad. Esa seguridad seria elevada por cuenta del riesgo que corre
la vida de un paciente con trasplante de corazón que se arrime, por necesidad
de rateo de los costes de higienización de las puntas, a la cama de otro
paciente, contaminado, digamos, con la gripe aviaria. No se enteran esos
plumeros intransigentes que la economía obtenida en el saldo entre ingresos y gastos acabaría
por reducir incertidumbre de la vitalidad del paciente, y sin pacientes, ya que
la vida nada vale y sin necesidad de un manos arriba, sobraría más dinero para
aplicarlo en la bolsa.
Señor mío, ¿quien
en el estado de las juntas consigue gastar sin crédito? Hombre, si tiene dinero,
ningún loco deja de ofrecerle crédito. Si no tiene dinero ni pajolera
posibilidad de obtenerlo en el tiempo que el acreedor le imponga el pagamento
del bien o servicio que quiera venderle, lo más justo, por mérito y derecho,
seria penalizar el acreedor por el crimen de inducción a una compra que usted
quiere tipificar como delito. Perdone-me, mi muy estimado jefe, esta mi gran osadía de
querer decir ao crego cómo se reza un
pai noso en galego, pero en asuntos
de consejos uno no debe quitar ni poner más de lo que hay. Así, será mejor
dejar las cosas como hasta ahora fueron y evitar de botar lume ao fogo,pois as
lareiras teñen boca grande e queiman-no todo.
Velaiqui la llave
para descifrar el hieroglífico de la santa hermandad europea: el piramidal
despilfarro de la usura por la más valorizada moneda del mundo en el momento
presente. La
hermanoarquia de la Señora Non (frau Nein, nein, nein) vende eurobonos con
una ligera pérdida de 0.07 por ciento al año.
En una proyección de largo plazo, la señora Non se quedará sin un tostón
de aquí a casi un milenio y medio (interés simple).
Por la misma fórmula
de la simple y sagrada capitalización, el mister Raza, hoy vendiendo deuda con el impulso que da el
interés de 7 por ciento, en 14 años verá totalmente dilapidado el ingreso de su venta.
Ahora cabe destacar
quien compra Deuda y los medios que utiliza para comprarla. Tanto la señora
Non, tanto el mister Raza, hoy son detentores de derechos por una riqueza
fiduciaria salida de las emisiones monetarias prensadas bajo la vigilancia de
sus respectivos bancos centrales.
¿Coste de esas emisiones?
Son (deducida la
amortización de máquinas y edificios), el pan, vino y otras migallas retiradas
de la cosecha local para consumo final de un pequeño número de funcionarios. Toda
esa riqueza ilusoria, añadida al poder real que la ilusión produce sobre la
moral, necesita una correcta administración para que el agua visto en el seco
desierto no se transforme en una dura pelota de arena engasgada en el recto de
la vida humana. Es precisamente por el tamaño de esa solida pelota de arena que
nosotros, los administrados, conocemos los resultados y, por consecuencia, la
inteligencia de nuestros gestores.
Por el poder supremo
que emana del pueblo, cada pastor de ovejas tiene derecho a cuidar de la manada
y a darle entretenimiento comiendo el césped,
siempre con la productiva utilidad de sacar provecho de la lana, leche y carne
y mantener el césped estéticamente nivelado al gusto del gestor. Como el rebaño
en condiciones de bienestar crece rápidamente, se hace necesario promover adecuada
división y delegar poder a otros pastores, siempre sobre la supervisión del gestor
mayor (para un determinado pasto, hoy el mister Raza, y para el otro, la señora
Non, ambolosdous temporarios jefes de
las respectivas bancas de melenas laníferas). Eses banqueros adquieren, en
función de su lealtad al pastor mayor, cuotas monetarias de la ilusa producción
de la oficina central. De ahí en adelante, el poder de cada subsidiado crece en
proporción con la cuota subsidiada. Con el pasar del tiempo, el interés sobre
el nada que ilusiona se hace más importante que el todo que produce, y las
cosas y casos axiña se transforman al
arbitrio de una legalidad indecente. Y como todo que es indecente rebaja la
moral, las cabras se cubren de miedo, los cabrones invisten los cuernos y el césped
pierde color en el peirao de la gloria.
La señora Non,
dedicada ama de la cría del mercado norte-oriental europeo, bien conoce que la
utilidad del eurobono haría rebajar el poder del euro sobre su guarda. El mister Raza,
austero tozudo, mal entiende que el brillo de su austeridad ilumina la cobija
del banquero oriental y este, por el
principio de la capitalidad, no pierde oportunidad para arrancar taja de la
buena disposición del mister Raza.
Un día cualquier de
los tiempos pasados, viendo y oyendo un programa cualquier de la televisión
gallega, editado en una variante modelística de la pre-lengua española, el
asunto recurrente eran las diferencias y el respecto a su existencia.
Es
evidente que las diferencias existen en esta enorme pelota de cosas iguales.
Por supuesto, vivir sumergidos en un caudal de partidos, algunos rotos y otros
muy mal cosidos, requiere un elevado sentimiento ético-moral de respeto a las diferencias. A respecto de tal asunto, vivir sin respeto a la
poderosa fuerza de lo que se ha convenido llamar partido puede constituir seria
amenaza a ese colosal mundo de oportunidades en la que se ha recriado la
política y, por tal razón, se hace difícil aceptar de buen grado la presencia
adversa de la diversidad (diversidade, así como se escribe, con “de” final moi
pegadiña e axiña para poder garantir
a convivencia en paz entre os diferentes iguales).
Ao carón de una mesa redonda, uniformemente asentados sobre
asientos giratorios, se posicionaban cuatro representantes de la tipicidad
galaica, raza enxebre por excelencia. Mirandolos de frente, de izquierda a
derecha, el sociólogo Eduardo Rego Rodriguez, el filóso Alfonso Sola y Miguel
Fernandez Blanco, responsable de empleo e inmigración de Caritas en el Santiago
de algún lugar.
En la gran
dialéctica histórica, todo somos como somos, luego, ya lo explicaba Platón,
todo se explica por lo que el plato contiene: un poco más de grase en el
invierno y un contenido con alguna gracia por la esperanza que adviene de la
primavera.
Las diferencias son
tema en la aguda crisis que estamos viviendo, porque ahora, habiendo menos para
repartir, los diferentes, que andaban callados bajo el lodo de la arrogancia,
emergen a la superficie para hacerse sentir. Se disuelve la tolerancia a lo
neutral o negativo y se rescata la actitud molesta de la recíproca oposición,
todos contra todos y la casa se cubre con semientes de la polilla, que a gusto
de todos se convierten en partidos de las más bizarras denominaciones, como: P
de los Tineidos, P de los Piralidos, P de los Tortricidos , P de los Galéquidos,
de los Tortricidos y una gran legión de los P de los P. Todos, sin excepción,
majaderos comilones de lo que a su paso se opongan.
Es evidente que en
una situación de opulencia la polilla tiene función productiva, comiendo lo que
sobra para que se produzca algo más, y ese más-producir nos mantiene a todos
ocupados en las labores de criar capital y, así, nos convertimos en ocupas del
tiempo por el afán de guardar ese algo, que llamamos capital, bajo el palio y al amparo de la polilla. Exactamente como si
la inteligencia de la polilla se igualase a la inteligencia humana cuando
coloca una matilla de lobos hambrientos para cuidar del rebaño de los pacíficos
corderos.
Las diferencias, ya
lo explicaba uno de los contertulios, no son todas respetables. No podemos
alabar el hecho de que unos poquitos
sean dueños del todo y la gran multitud viva carente de lo que ha producido,
produce o tiene capacidad para producir. No podemos respectar la intención de
que se produzca el colapso sanitario en beneficio del crecimiento, en volumen,
de esa minúscula masa privada que desea hacerse dueña de la voluntad pública.
Educación pública, Sanidad pública y ocupación plena y satisfactoria del tiempo
que la naturaleza pone a nuestra
disposición durante el corto intervalo de nuestro caminar por la superficie de
esta monumental y explosiva pelota, son los tres pilares del respecto a la ley.
No habiendo
respecto a estos tres pilares, la casa desmorona y, aunque la vaca tusa por los dispositivos
de la constitución y el poder sarnoso de una matilla de perros, la clase
dominada acaba derogando la tolerancia neutral para transformarla en intolerantes activos de
esa pequeña minoría, avaros sedientos de una falsa ilusión, que ellos llaman
capital y, como la peseta guardada, solo sirve de alimento a la polilla.
Es cierto que los
más débiles siempre acaban masacrados. Antropológicamente la especie humana no está preparada para
hacer frente a las diferencias. Ya decía no se quien que dios nos cría y
nosotros nos juntamos en la homogeneidad de nuestros caracteres. Nuestra democracia balbucea un lenguaje
infantil al que quiere dar significado. Entramos en el intervalo de la
formación de un modelo cooperativo. Debemos apuntalar sus alicientes y estimular
el crecimiento económico sin romper el equilibrio de buena convivencia entre
los que sufren el castigo de una mala salud (económica, financiera, cultural, o
lo que sea motivo de una diferencia contrastante) y los beneficiados por el
derroche de la opulencia (ídem, ibídem)
La dialéctica
triunfante de los mercados ya muestra su natural cansancio, y el vacío que atrás
se engendra deja espacio a la creación de nuevos modelos de convivencia.
Nuestro modelo político
va perdiendo la moral que le daba sustento. Ya no es representativo de algo que
no sea de sí mismo, y ni siquiera ya son iguales entre sí. Se muestran
diferentes en la voz, en la rudeza del rugido, en el tamaño y afilado de los
caninos. El alma del cordero suspira debajo de un manto de lana y el lobo sabe
que, no habiendo carne debajo de la lana, nada puede hacer con el alma, pues
alma no se come, aunque muchas, unidas, puedan hacer indigesta la vida del lobo
y conducirlo por la senda de un modelo autofágico.
La soberanía del
gobierno pertenece retóricamente a la mayoría de los paisanos. Es una soberanía
que estamos transfiriendo a los paisanos de otros países. Esos paisanos ajenos
a la voz que brota de la savia de los pinos, ignorantes , feridos e duros, imbéciles e obscuros, non nos entenden,
non. Los tiempos son otros y a nuestras vaguedades no sobran aliento para gobernar
y, habiendo cumplido la regencia del protectorado, otro fin tendrán; pues donde
se quiera, gigante la voz pregona la redención de este pueblo, con voluntad
para tener un buen plan y hacer de las diferencias entre los iguales algo
positivo para vivir en paz.
Señor y mi muy
querido presidente, no el uno, que también, y sí el otro, todavía mucho más uno
que el otro, a quien, todos que cosquillamos en esta dura superficie de cuero
seco, arrancado del miura bravo, sometemos nuestra voluntad para grandeza de la
patria y miseria del patri-óptico, ciego por el rubor que va causando la
desvairada aplicación de medidas, al diestro y al siniestro, sin cualquier
razón que merezca otro aplauso que el claque paliatorio de sus inveterados
discípulos.
Sobre el vaivén del
rio Chicago el mundo ofreció a usted la gran oportunidad de conseguir préstamos
del fondo solidario europeo por el valor de su reposición futura, con niveles
de usura prácticamente cero. Vanidosamente, usted los recusa simplemente por el
hecho de que el propositor es opositor a
sus creencias anti-maquiavélicas, del no contundente a la división de
responsabilidades compartidas en este quiere
ajo de mundo globalizado, al coste de la desmoralización de todos los paisanos de las comunidades
maquiavelizadas.
Nos hace concluir
que solo usted, reverberado por el eco rocoso de su partido, entiende del arte
de la economía de un país y que todo lo hace por el bien de la patria, mismo
que ese bien signifique la desolación de
todos los patricios habitantes.
Cree usted que el
G8 ha perdido su tiempo con la lectura del crecimiento x austeridad que se
juega en nuestra adorada nación. En su conciencia usted lo tiene bien claro y
perfectamente definido: El crecimiento se
obtiene con la reforma de las estructuras y no gastando lo que no se tiene. Eso no se corresponde con la realidad del
mundo de la ilusión financiera. Es la
ilusión del deber lo que da fuerza al sistema capitalista para continuar
creciendo. De hecho, en la práctica, usted, mi ilustre comandante, hace
justicia al sistema que busca capitalizarse por el uso y abuso de las ofertas de
primas sin riesgo, divinas para gloria del banquero a quien debemos conducir
con el carisma de quien conduce el palio sagrado en el día de corpus.
Mi consejo, en
calidad de asesor político social, es que usted abandone ese tiránico empeño
por hacer de su voluntad la única voluntad de Iberia, cuando todos los ibéricos
caminamos en dirección al abismo, en el mismo abismo en cuyo borde ya acampan más de cinco millones de parados,
todos acompañados de sus respectivas y desamparadas familias.
Trueque usted,
señor, las primas de riesgo que vende con sacrificio de la vida real a los
incorporadores del iluso dinero por las ayudas que le ofrece el presidente francés.
Si usted dice que no se puede gastar lo que no se tiene ¿por qué se empeña por
pagar más de cinco por ciento al año en la cuenta del ahorro ajeno? En este
ritmo, señor, la deuda se hará una burbuja incapaz de sostenerse en el aire y
acabará reventando tarde o temprano de tanto chupar el aire que se aloja en el
pulmón de los pobres y desfallecidos ibéricos. Explotará nuestra querida patria
para regocijo de los exploradores, quienes no verán cualquier inconveniente en
subastar el suelo y todo que sobre su cubierta respira a escucha de una
filigrana orzamentaria.
Hoje (ontem) é dia da língua galega. Em todos e em qualquer um dos
quadrantes de esta aprazível pelota politicamente globalizada existe um humano
sapiens, home ereto das covas de Altamira, mui sábio nas artes da comunicação
em algumas das variantes do galego enxebre.
- Dixen enxebre?
- Si, lo dije. A pesar
de haber descendido de algún precursor del homo habilis, consecuentemente con
autoridad histórica de casi dos millones
de años, la palabra enxebre era
desconocida en el diccionario personal
de este tyrannosauro rey del cretino terciario, gran predador como el
poderoso león, con boca grande y mordedura feroz como la carroñera hiena.
Gracias a la enorme
casa de cultura que yace en el interior del minúsculo laptop, mi asistente
literario trae a flote esa enigmática
palabra, enxebre. Dice que se refiere a insípido, bruto estúpido, exactamente
como debíamos serlo en tiempos ancestrales y, ahora, algunos mucho nos
esforzamos para continuar siéndolo en estos difíciles días de crisis moral,
ética y económica.
Que cada uno quiera
reivindicar los amores de su propia indignidad vale en los amores con que cada
uno construye su particular dignidad. Ayer trascurrió en buena calma pequeñas
concentraciones a prol da lingua
galega.
Zás! Se me activa
el buscón para ir al encuentro de la substancia que le de consistencia en el
contundente significado. La Real (en mi modesta biblioteca, virtual) Academia
Galega me la traduce como proveito, beneficio,
vantaxe. La RAE me informa que esta palabra no está registrada en su
diccionario. El diccionario Priberam da Lingua portuguesa identifica su origen
en el latim vulgar prode, en el latim prodest, para decir que
significa algo útil proveitoso ou vantajoso.
Lo que quiero
destacar en esta llana elucubración es la idea que se sensibiliza delante de
cualquier fenómeno y que cada individuo, en su propia concepción y sensibilidad,
materializa, por alguna forma particular, códigos para que otros lo interpreten
a modo o semejanza del autor. Luego, en
el proceso social que nos impulsa a promover el entendimiento de nuestras
razones, la comunidad deberá promover un cierto nivel de consenso para que las
diferentes concepciones puedan armonizarse en códigos entendibles para el bien común. Hablar diferente y con intención de que el otro
no nos entienda es buscar desavenencia, recelo, atrito continuado e invocar la
hostilidad por la clásica cara fea y el rugido de la voz hostil.
Es la cara y el rugido que sale de la lengua
albergada en la boca de mi buen amigo Carlos Callón, que otra cosa no consigue
sino indisponer gallegos contra gallegos y a todos juntos contra la lengua
española y, por consecuencia, contra todos que hemos sentado a la mesa y
universalmente aceptamos su normalización sin despreciar el tono, el timbre y
la musicalidad típica de cada garganta, región, comunidad o país.
Galicia no esperó
la venida de Rosalia para hablar como hablaban en aquel tiempo, también de
crisis y decadencia. Galicia no necesita de mesías cayónicos para redimir
nuestros filólogos y hacerlos enxebres dependientes de su particular rol.
Que nos impede de falar galego? Falemolo do nosso modo e xeito, sem travas
nin golfadas ortográficas fora das normas universalmente aceitas para o nosso entorno,
o portugués e o español, que así o coñecen no mundo inteiro inda que alguns porfiem
em denominalo castellano, que tamén o é, ou não?
No puedo concordar
con la opinión profesional de mi colega contabilista y profesor Alvarez a bordo
del FORO ABERTO . Explica este señor la situación de Bankia desde el
instrumento administrativo extraído de los informes contables y posterior evaluación
de los auditores independientes.
Cualquier empresa mínimamente
organizada posee información diaria que el permite saber a cuantas anda. Con tecnologías de la moderna información y un
conocimiento modesto de la ciencia estadística, un comerciante del dinero (banquero
de un único producto para millones de clientes) sabe, a cualquier instante que
resuelva emitir un informe, la real situación del negocio que regenta. Diferente de una plaza de abastos, una banca
no manipula productos sometidos a validad por decurso de plazo. La banca merca ilusión
(dinero) sin cualquier valor real y los contabiliza con valor y precisión
matemática en doble partida, el débito y el crédito, todo bien documentado y
juramentado por responsables con identidad bien definida y localizables en
residencias con numero, nombre de calle, pueblo, autonomía y estado.
Ni siquiera podemos amparar los responsables
de la banca en la ignorancia de las exigencias contables desde la comunidad
europea. Las reglas para elaboración de la contabilidad nacional fueron
publicadas con el reglamento de la Unión Europea (SEC-95) en 1996, año-inicio
de la euforia popular en el estado de España. Luego, sí, es de suponer que las autoridades
bancarias tenían el deber profesional de saber el verdadero estado de salud del
cuerpo económico y financiero. Otra cosa es elaborar informes para ingles ver,
confundir el fisco o engañar una multitud de clientes.
Estamos muy mal cuando
un profesional de la contabilidad
gallega diagnostica la enfermedad de un niño con fundamento en el timbre de la
voz con que declara sus quejas.
Un abrazo aos galegos do mundo, hoxe lembrados os de New York.
El foro cibernético
de mi amigo conde camina, a pasos agigantados, de algo muy malo a algo realmente
muy mejor. Sube, con alguna dificultad es verdad, la retorcida ladera que
conduce los críticos del arte plumero a la cumbre de lo que podríamos denominar
pico del orgullo satisfecho.
Después de una
complicada jornada, en la que nosotros, los dignos de la sociedad ibérica, tuvimos
que colearnos de algunos indignados uniformes, bien iluminados por la fuerza
del sol y bien forrados con balas dulces de todos los sabores y para todos los
gustos, acabamos quedando exhaustos, literalmente agotados, sin más fuerza que
uno u otro suspiro extraído del estrés sintomático de esa preciosa palabra
retirada de la lengua ibérica hablada en el autonómico peñasco de Gibraltar.
Asustadoramente
exhaustos. No queda otra alternativa sino abrir los brazos al viento ábrego y permitir al cuerpo una abrupta caída por el
lado de la austera ilusión de una economía si cualquier contrapartida en el valle
de los milagros.
Pedaleando contra
el viento del sur sobre una vieja bicicleta, me agradaba sentir el aliento y
frescor de la furia marina que se había acallado a su paso por las vigilantes lobeiras.
Hasta la pequeña aldea de Ameixenda eran cinco kilómetros de carretera mal
cuidada, pedregullos afilados, hoyos
articulados en extraños meandros, que cambiaban el sentido por capricho
de fuertes lluvias. Algo perfectamente diseñado para templar el músculo y la mente de un niño
en continuada formación. Niño noble, bello y feliz, con alma fuerte, pecho
ancho, corazón grande, obstinado por la lectura de obras prohibidas, todas ellas acobijadas en
la torre principal del colegio Fernando Blanco, donde yo me refugiaba ante la complacencia simulada del
vigilante y profesores de firme tesitura en el arte de doblegar vocación con
mano dura y palo largo de la cultura vigente. ¡Como era longo el camino hacia
la mayor edad!
Ahora, cuando la
edad declara haber dejado todo para atrás, todo transcurre rápido, la brevedad
de la lluvia, el reflejo del rayo, el estampido del trueno, la estancia de la
bruma, el perfume de las flores, el sabor de las uvas. Más que breve, todo es instantáneo
como la fusión de un polvo lechero en agua contaminada.
Alejados de nuestro
mundo todos los sentidos adormecen. El oído pierde acuidad, los ojos se
esconden atrás del rocío de una acelerada catarata, la nariz des empina delante
de su propio olor. Declina, por el poder de la gota y natural artrosis, la
reverencia a la imagen de santos antes venerados. Finalmente, suenan las trompetas
del apocalipsis avisándonos de la llegada al pico de la vanidad satisfecha.