miércoles, 30 de mayo de 2012

CHOVENDO NO MOLLADO



Mi muy amado señor. Hoy he tenido oportunidad de conocer su gran sabiduría en el tema de las lenguas mayoritarias. Sí, porque dos cientos millones de almas unificadas por una lengua común constituyen, sin el menor asomo de duda, masa suficientemente volumosa  como para dar ciencia de sus universales afirmaciones.


El gallego tiene una enorme utilidad, si sabes gallego puedes comunicarte con todo ese enorme mundo lusófono y, por tal mérito, podemos extraer los beneficios que a mí aportan el genio de esos dos maestros del arte cênico brasileño, los inmemoriales y saudosos Chico Anisio y Paulo Gracindo, ambos responsables por inundar mi vida y la de mi familia con el sonriso abierto de alegría, contagiados por su magistral humor durante medio siglo.

Yo soy gallego, de la punta opuesta al lugar que usted ha nacido. Las ondas de radio Oporto inundaban la azotea de la casa de mis padres, donde yo disponía de una habitación de cara al mar, y las ondas rozaban mis narices con aquel típico sabor de la lengua portuguesa. Yo creía entender el portugués y, de hecho, pasé a comprar y leer Seleções do Reader’s Digest. Supe que no sabía portugués cuando en Lisboa yo y un vecino emigrante fuimos visitar una portuguesa con la cual mi amigo se carteaba al punto de considerarla novia. Allí supe que la portuguesa carteaba en portugués, y mi amigo gallego lo hacía en español (había estudiado para cura). El encuentro fue un desastre porque hablando en gallego ella no conseguía entendernos. La amabilidad de aquella doncella y el cariño de su atención fueron suficientes para guardar un hermoso recuerdo de aquel encuentro y también para saber que para hablar una lengua hay que vivirla, y yo había vivido el gallego y el español. El portugués pasé a vivirlo después de aquel día, cuando el capricho de la vida  me empurraba a camino de Vera Cruz embarcado junto con un grupo de portugueses que emigraban desde Lisboa.

Señor, parece políticamente correcto decir en Galicia que el gallego es una lengua universal. No contamos ninguna mentira en tal afirmación, puesto que hay gallegos en todos los lugares del mundo. Pero, señor, no pasamos de tres millones los gallegos que dominamos fonéticamente  nuestra ancestral y preciosa lengua.  Ya, en el orden gramatical, siguiendo la gramática, que en mi juventud no existía y me atrevo a decir que ni siquiera en la suya esas normas habían, que una hora se aproximan de la normativa portuguesa y otras de la española, y, por consecuencia, usted desconoce los meandros de la rigidez con que quieren imponerla.

Señor, esto no es un consejo, es una constatación de este vuestro patricio, paisano de todos los españoles nacidos en el mundo que heredamos de Noe. La lengua de todos los gallegos es el gallego y la forma que nos impone  la gramática para que nos comuniquemos con el resto del mundo es la norma española, que acá muy bien la entiende el argentino para escribir “que ya llueve en la llanura”, mismo hablando que “xa xueve en la xanura”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario