viernes, 25 de mayo de 2012

Señora Non



Velaiqui la llave para descifrar el hieroglífico de la santa hermandad europea: el piramidal despilfarro de la usura por la más valorizada moneda del mundo en el momento presente. La hermanoarquia de la Señora Non (frau Nein, nein, nein) vende eurobonos con una ligera pérdida de 0.07 por ciento al año.  En una proyección de largo plazo, la señora Non se quedará sin un tostón de aquí a casi un milenio y medio (interés simple).

Por la misma fórmula de la simple y sagrada capitalización, el mister Raza, hoy  vendiendo deuda con el impulso que da el interés de 7 por ciento, en 14 años verá  totalmente dilapidado el ingreso de su venta.
Ahora cabe destacar quien compra Deuda y los medios que utiliza para comprarla. Tanto la señora Non, tanto el mister Raza, hoy son detentores de derechos por una riqueza fiduciaria salida de las emisiones monetarias prensadas bajo la vigilancia de sus respectivos bancos centrales.

 ¿Coste de esas emisiones?

Son (deducida la amortización de máquinas y edificios), el pan, vino y otras migallas retiradas de la cosecha local para consumo final de un pequeño número de funcionarios. Toda esa riqueza ilusoria, añadida al poder real que la ilusión produce sobre la moral, necesita una correcta administración para que el agua visto en el seco desierto no se transforme en una dura pelota de arena engasgada en el recto de la vida humana. Es precisamente por el tamaño de esa solida pelota de arena que nosotros, los administrados, conocemos los resultados y, por consecuencia, la inteligencia de nuestros gestores.

Por el poder supremo que emana del pueblo, cada pastor de ovejas tiene derecho a cuidar de la manada y a darle entretenimiento  comiendo el césped, siempre con la productiva utilidad de sacar provecho de la lana, leche y carne y mantener el césped estéticamente nivelado al gusto del gestor. Como el rebaño en condiciones de bienestar crece rápidamente, se hace necesario promover adecuada división y delegar poder a otros pastores, siempre sobre la supervisión del gestor mayor (para un determinado pasto, hoy el mister Raza, y para el otro, la señora Non, ambolosdous temporarios jefes de las respectivas bancas de melenas laníferas). Eses banqueros adquieren, en función de su lealtad al pastor mayor, cuotas monetarias de la ilusa producción de la oficina central. De ahí en adelante, el poder de cada subsidiado crece en proporción con la cuota subsidiada. Con el pasar del tiempo, el interés sobre el nada que ilusiona se hace más importante que el todo que produce, y las cosas y casos axiña se transforman al arbitrio de una legalidad indecente. Y como todo que es indecente rebaja la moral, las cabras se cubren de miedo, los cabrones invisten los cuernos y el césped pierde color en el peirao de la gloria.

La señora Non, dedicada ama de la cría del mercado norte-oriental europeo, bien conoce que la utilidad del eurobono haría rebajar el poder  del euro sobre su guarda. El mister Raza, austero tozudo, mal entiende que el brillo de su austeridad ilumina la cobija del banquero  oriental y este, por el principio de la capitalidad, no pierde oportunidad para arrancar taja de la buena disposición del mister Raza. 

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