lunes, 21 de mayo de 2012

FILIGRANA PRESUPUESTARIA



Señor y mi muy querido presidente, no el uno, que también, y sí el otro, todavía mucho más uno que el otro, a quien, todos que cosquillamos en esta dura superficie de cuero seco, arrancado del miura bravo, sometemos nuestra voluntad para grandeza de la patria y miseria del patri-óptico, ciego por el rubor que va causando la desvairada aplicación de medidas, al diestro y al siniestro, sin cualquier razón que merezca otro aplauso que el claque paliatorio de sus inveterados discípulos.

Sobre el vaivén del rio Chicago el mundo ofreció a usted la gran oportunidad de conseguir préstamos del fondo solidario europeo por el valor de su reposición futura, con niveles de usura prácticamente cero. Vanidosamente, usted los recusa simplemente por el hecho de que el propositor  es opositor a sus creencias anti-maquiavélicas, del no contundente a la división de responsabilidades compartidas en este quiere ajo de mundo globalizado, al coste de la desmoralización  de todos los paisanos de las comunidades maquiavelizadas.

Nos hace concluir que solo usted, reverberado por el eco rocoso de su partido, entiende del arte de la economía de un país y que todo lo hace por el bien de la patria, mismo que ese bien signifique la desolación de  todos los patricios habitantes.

Cree usted que el G8 ha perdido su tiempo con la lectura del crecimiento x austeridad que se juega en nuestra adorada nación. En su conciencia usted lo tiene bien claro y perfectamente definido: El crecimiento se obtiene con la reforma de las estructuras y no gastando lo que no se tiene.  Eso no se corresponde con la realidad del mundo de la ilusión financiera.  Es la ilusión del deber lo que da fuerza al sistema capitalista para continuar creciendo. De hecho, en la práctica, usted, mi ilustre comandante, hace justicia al sistema que busca capitalizarse por el uso y abuso de las ofertas de primas sin riesgo, divinas para gloria del banquero a quien debemos conducir con el carisma de quien conduce el palio sagrado en el día de corpus.
Mi consejo, en calidad de asesor político social, es que usted abandone ese tiránico empeño por hacer de su voluntad la única voluntad de Iberia, cuando todos los ibéricos caminamos en dirección al abismo, en el mismo abismo en cuyo borde  ya acampan más de cinco millones de parados, todos acompañados de sus respectivas y desamparadas familias.

Trueque usted, señor, las primas de riesgo que vende con sacrificio de la vida real a los incorporadores del iluso dinero por las ayudas que le ofrece el presidente francés. Si usted dice que no se puede gastar lo que no se tiene ¿por qué se empeña por pagar más de cinco por ciento al año en la cuenta del ahorro ajeno? En este ritmo, señor, la deuda se hará una burbuja incapaz de sostenerse en el aire y acabará reventando tarde o temprano de tanto chupar el aire que se aloja en el pulmón de los pobres y desfallecidos ibéricos. Explotará nuestra querida patria para regocijo de los exploradores, quienes no verán cualquier inconveniente en subastar el suelo y todo que sobre su cubierta respira a escucha de una filigrana orzamentaria.

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