viernes, 18 de diciembre de 2015

LÁGRIMAS PUNGENTES

Dime como son tus piernas y yo te diré como cojeas. Pese a mi poca fe, creo que este no es el refrán aplicable al asunto de la contienda televisada y bien informada por la una a los unos y otros, pero también es de mi fe que puede aplicase. Quevedo decía “cada oveja con su pareja” y “de la mano a la boca se pierde la sopa”.  Por la misma recta, Cervantes expulsaba de su pluma letras para ponerlas en boca de Sancho:  - “Este mi amo por mil señales he visto que es un loco de atar y aun también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pué le sigo y le sirvo” – y concluye – “Dime con quién andas, decirte he quién eres”. En Don Papis de Bobadilla se hablaba que quien con un cojo va, al cabo de un año también cojea. Todavía  más nexo ofrece el padre Lord al afirmar que la indecencia es objeto de la ira divina:  “estos hijos de Dios, trapaceros, desleales, ladrones y traicioneros, que usurpan placeres y huyen de sus responsabilidades, que desean gozar la vida tirándola de otros, Dios los castiga con vergüenzas, lágrimas pungentes, vidas estragadas”

Pasando el después de mañana para oír el canto del gallo.
No pasó el día, no acabó la remaría, pero ¿quosque tandem todo quisque abutere nuestra paciencia?  Miramos hacia atrás y la vemos muy lejos; miramos el futuro y la sentimos en el infinito.  ¿También vosotros, brutos, con orgullo habéis entrado en discusión y discutiendo olvidasteis el consejo del pueblo de que la honestidad genera grandeza y que decencia es cualidad de  aquél o aquello que es decente? Decencia es la rectitud de un docente que acepta y se resigna con lo que es socialmente pedagógico, visto como digno, integro y respetable por su forma de actuar. Tiene en su antónimo el descaramiento, la desvergüenza, la insolencia indecorosa.  La honestidad no se alardea, se demuestra con acciones y no con palabras que a la vuelta de la esquina desmienten las acciones. Es imposible entender que Alibabá desconociera los primeros ladrones, a aquellos que también eran los primeros en llegar a la cueva y saquear los cajones. Quien así procede llamarse ha miserable, canalla, ruin y mezquino.

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