Dime como son tus piernas y yo te diré como
cojeas. Pese a mi poca fe, creo que este no es el refrán aplicable al asunto de
la contienda televisada y bien informada por la una a los unos y otros, pero
también es de mi fe que puede aplicase. Quevedo decía “cada oveja con su
pareja” y “de la mano a la boca se pierde la sopa”. Por la misma recta, Cervantes expulsaba de su
pluma letras para ponerlas en boca de Sancho:
- “Este mi amo por mil señales he visto que es un loco de atar y aun
también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pué le sigo y le
sirvo” – y concluye – “Dime con quién andas, decirte he quién eres”. En Don
Papis de Bobadilla se hablaba que quien con un cojo va, al cabo de un año
también cojea. Todavía más nexo ofrece
el padre Lord al afirmar que la indecencia es objeto de la ira divina: “estos hijos de Dios, trapaceros, desleales,
ladrones y traicioneros, que usurpan placeres y huyen de sus responsabilidades,
que desean gozar la vida tirándola de otros, Dios los castiga con vergüenzas,
lágrimas pungentes, vidas estragadas”
Pasando el después de mañana para oír el
canto del gallo.
No pasó el día, no acabó la remaría, pero
¿quosque tandem todo quisque abutere nuestra paciencia? Miramos hacia atrás y la vemos muy lejos; miramos
el futuro y la sentimos en el infinito. ¿También vosotros, brutos, con orgullo habéis
entrado en discusión y discutiendo olvidasteis el consejo del pueblo de que la
honestidad genera grandeza y que decencia es cualidad de aquél o aquello que es decente? Decencia es
la rectitud de un docente que acepta y se resigna con lo que es socialmente
pedagógico, visto como digno, integro y respetable por su forma de actuar. Tiene
en su antónimo el descaramiento, la desvergüenza, la insolencia
indecorosa. La honestidad no se alardea,
se demuestra con acciones y no con palabras que a la vuelta de la esquina
desmienten las acciones. Es imposible entender que Alibabá desconociera los
primeros ladrones, a aquellos que también eran los primeros en llegar a la
cueva y saquear los cajones. Quien así procede llamarse ha miserable, canalla,
ruin y mezquino.
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