sábado, 12 de diciembre de 2015

TRETAS DEL TINGLADO

Quiero creer, amigos míos que también lo son del amigo Conde, que en el presente encuentro estamos  metiendo el dedo en la tecla del órgano que toca bajo la cobertura de un añagazaengaños, ese “drive back” - como diría Souzapoza -  por fuerza e influencia de quien se cree en el derecho de girar el torniquete y sabe que a los paisanos, entre ellos los aldeanos, villanos y ciudadanos, se les puede arrancar lo que se les imponga, por las buenas o por las malas. Por las buenas, lloraremos desconsolados; por las malas, nos llevarán al mundo heleno de las tragifarsas.  Es el punto de vista de alguien que a la tierna edad de su segunda infancia dirige el pensamiento con vista cansada, muy penalizada por los rayos que parten del universo, no por eso menos puro y sincero que aquel que nos llegaba por medio de los rayos catódicos de la antigua televisión.

El tinglado,  hoy, es otro. Los actores, también. ¿De qué nos quejamos? De los mismo que nuestros ancianos reclamaban cuando éramos niños.
Pienso que la comunión universal de las lenguas que componen la gramática en los dominios territoriales de particulares bocas produce cortacircuitos poco deseables a la correcta comunicación de asuntos  de interdependencia paisana.  Hablaba, Alfredo, de Cifras, lo exponía con lejana similitud de su correspondiente Tsipras.  Fue varapalos (Varaufakis) dicho con la de-li-ca-de-za de un porrazo (Dragasakis) sobre la cabeza del toro nacional, después de ser sometido al repetido ¡olé! de las coloridas banderillas.

 Con mojo algo variado, se reproduce la tortilla de patata con huevos habidos de la gallina pastoreada en huertas de ortigas. La cebolla es un ingrediente que nos hace llorar, pero también alivia los ardores del estómago:

En la cazuela se pone un trocito de sanidad universal, se retira el acedo de la austeridad,  no se habla de privatización aunque se huela, salmuera a gusto para ayudas de urgencia, seguro en el gatillo para evitar el corralito y ojo gordo al Eurogrupo, a los que lo dirigen desde el FMI y el Banco Mundial. Bien comidos, todos a dormir.


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