Soy hombre con cara suficiente para responder las cinco preguntas de la Voz y darles argumento desde las diferentes posiciones que un trabajador puede tener habiendo vivido situaciones tan distintas como las atribuidas al sexteto profesional, representativo de la economía gallega.
El DESPIDO ¿fomenta la contratación?
Allá por los años de mil novecientos setenta y tantos yo era economista ejerciendo coordinación entre todas las divisiones técnicas de una gran multinacional europea del ramo de la automoción. Mismo siendo asociado al sindicato de mi profesión académica, resolví también asociarme a un gran sindicato del metal, con el intuito de mejor conocer el alma y sentimiento de las relaciones que unen y separan obreros de una empresa. Yo entendía que, de algún modo, todos éramos obreros realizando algún tipo de trabajo, formalizado por las necesidades de un emprendimiento destinado a producir automóviles de alta calidad y moderado precio. Con esa ilusión, charlaba con el ingeniero-presidente de la empresa y futuro presidente de la matriz en Alemania. Con la misma humildad, aceptaba la tarjeta de socio firmada por un joven sindicalista y futuro presidente de la antigua Tierra de Santa Cruz. Alguna cosa, que podemos llamar intuición, me avisaba que no debía dar conocimiento de mi registro sindical a mis jefes e informé al sindicato que yo haría personalmente depósito de mi contribución mensual en la caja de la organización. Más tarde, me harían saber que había un acuerdo entre el sindicato y la empresa y todas mensualidades eran descontadas del sueldo y repasadas al sindicato.
Sin problema – pensé yo. Pero el problema surgió de inmediato y, sin ninguna razón aparente, junto con la nómina que acogía el primer descuento, fui informado que estaba demitido y que la empresa honraría con suficiente magnanimidad todos los derechos de un obrero sindicalizado.
El impacto de un desempleo involuntario en pleno apogeo de la ascensión profesional fue demoledor. El valor monetario de las indemnizaciones permitiría mantener el mismo padrón de gastos durante 20 meses de desempleo. Ocurre que vivíamos tiempos de descalabro financiero e inflación descontrolada. Si no obtuviese rápidamente un nuevo empleo, en menos de diez meses mi familia (esposa y tres hijos en edad escolar) se vería azotada por las consecuencias de la miseria económica que el desempleo provoca en todo obrero que no tiene trabajo.
Para mi suerte y consuelo de mi familia, durante el segundo mes en que experimentaba el terror psicológico de mi condición de desempleado por primera vez en la vida, la misma empresa que me dimitiera, después de una docena de años de plena dedicación a sus objetivos empresariales, me ofrecía un puesto de gerencia en departamento a ser creado con base en mi experiencia y conocimiento profesional. Me daban rango de director, con asiento en el comité directivo de la ingeniería recién creada en el país tropical con sede en la capital más industrial de la América latina, área de un sindicato menos belicoso que el del futuro presidente de la federación de habla lusitana.
No, de manera alguna el despido fomenta el empleo. El desempleo involuntario humilla el trabajador y provoca su desespero, ocasionándole serios disturbios emocionales, muy capaces de provocar consecuencias irreversibles.
2 ¿Qué opina de la huelga general?
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