sábado, 14 de abril de 2012

CAPRICHO


“Las medidas no se anuncian, se adoptan”

Cualquier agresión a una empresa privada será agresión a Perceebes. Del mismo modo, cualquier agresión a la vida de más de cinco millones de pindoschanenses sin empleo no será problema de Pindoschan.

Chocolates Milka para todos, preferentemente con churros, para ver si todos nos calmamos y evitamos poner cara fea, fingiendo aire marcial y un poder que no tenemos y que,  en el presente caso, es absolutamente desnecesario y fuera de propósito.

Ya tenemos suficiente aborrecimiento con la crisis financiera y todas las demás crisis que derivan de intereses de la codicia de los bancos. Los problemas cuando son atacados con otros problemas se engrandecen en sí mismos. Motivados por un colosal problema, se genera un circulo vicioso del que conocemos el origen y la meta siempre se esconde en la negritud de un largo y tortuoso túnel.

¿Donde está la transparencia del desparpajo anuncio de que las medidas no se anuncian?. ¿Y cuál será el tamaño, peso y  rigor de las medidas que se proponen adoptar? ¿Metro, pulgada, pie o la antigua vara de los caciques imperiales? Seguro que será algo que corresponda a los intereses de Ceeiberia; pero, ¿como quedan los intereses legítimos de la república platina? Ningún negocio es bueno cuando es apenas bueno para una de las partes involucrados en el negocio.

La presente crisis es una indeseable experiencia que muestra como el pequeño empresario, suporte del capital enterrado en las cajas bancarias, se da cuenta de que el esfuerzo realizado a lo largo de su vida no sirve para dar la más mínima tranquilidad cuando el tiempo decide consumirlo.

El problema de la petrolera es problema de una empresa privada con el gobierno del país en el que explota sus ganancias. La comisión europea puede mostrarse simpático a la causa de la petrolera ibérica, pero no irá más allá y no pondrá en riesgo sus intereses con el Mercosur. Como máximo, considerará un problema surgido de la legalidad de dos países en disputa de sus naturales intereses, a los que habrá que encontrar un denominador común.

¿Preguntan, para argumentar sobre el futuro del conflicto: ¿Invertirían en un país donde las leyes cambian por capricho?

Claro que sí. En España las leyes cambian como nunca han cambiado. Los inversores serían los paisanos naturales y los beneficios derivados de la inversión serían repartido entre ellos, la corrupción estaría controlada por los socios del negocio, y no habría presión para alterar las leyes en beneficio de unos pocos aprovechadores, causadores de la pobreza de una gran mayoría. ¿No fue así que las  grandes potencias han organizado la sociedad que ellas mismas administran?

 

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