martes, 27 de octubre de 2009

DISFUNCIÓN DA INTELIGENCIA

DISFUNCIÓN DA INTELIGENCIA

No solo en eso de disfunción eréctil andamos mancos los gallegos, parece que otras disfunciones todavía mucho más graves nos amenazan y vuelcan sombras de sutil indigencia y extremo agobio sobre las chainas de este santo y grandioso país, tierra de Jacob y pertenencia ad infinitum a sus discípulos celestinos.

Por un lado, los coruñeses, al aproximarnos al zenit donde el juicio final nos hará rever el juicio transitorio del sentidiño parroquiano, sentimos el poder por boca de verdades que la noción del deber impone a los que se anteponen a la ilegalidad escondida en el palio ortodoxo de una particular asociación de letras y su correspondiente sonido: CRUÑA. Así, mayúsculo y grande como un órgano envuelto por prepucio insolvente, que un día, soplando viento del norte, nos trajo el secreto misterioso, transportado en los cuernos de invasores vikingos, de una no menos misteriosa palabra llamada crûna, a quien el ignorante castizo, por influencia gráfica de doña Urraca, tradujo, en la sombra de los cabezales, por co-ruña, y hablaba, en cuchicheos de sentido impreciso, que se iba con toda ruña a la co-ruña inhóspita del cabo que iluminó el camino marinero del señor Breogán.

El empirismo sacado de tan impreciso origen muestra la imprecisión de nuestra sensibilidad al establecer correspondencia plena entre letras, palabras y sonidos. Si la lengua fuera una, santa y devota, no habría problema. Pero nuestra inteligencia viene soberbiada con la realidad de dos lenguas, que disputan el espacio oclusivo de un canal en el que se interrumpe sucesivamente, como un freno ABS, el fluir armonioso del aire, misturando en ruidos desconexos lo grave y agudo de una harmoniosa gaita.

Por otro lado, sabemos, los gallegos, que lo que nuestra inteligencia entiende es la pura verdad, nada más que la verdad y la absoluta verdad; porque la verdad del gallego es siempre un juicio hecho con fundamento y no nos conmueve la falsa apariencia del contrario, porque éste es pura ilusión, y nada más que ilusión; y lo contrario a la verdad es el error, error más o menos puro según el pensamiento más o menos falso del opositor. Nos dicen que en el presupuesto, supuesto para el año de la gloria jacobina, vendrá comido el gallego en un 20 por ciento de su tradicional tamaño. En mi educación, que sin ningún consello el tiempo va mordiendo, he aprendido a sentir las tres formas que dan contorno a la inteligencia. Son ellas: causa, excitación y motivo. Reducción de 20 por cien en la cosecha anual es una buena causa, capaz de producir colosal excitación y engendrar motivo suficiente para sublevar las olas y producir ondas de extraordinaria envergadura. A estas olas y ondas de carácter generalizado se unirán las ondas emergentes de la artificial pobreza de los desamparados y contenidos por el embrujo de las rentas no contributivas (esmoladas, desde a xunta que agora o nega, con douscentos pans de centeio) ofrecidas desde Madrid a todo gallego que se titule español.

Habilidosos son los gallegos que dan utilidad práctica a la percepción que los sentidos extraen del entorno. Cuando se utiliza el arte de la astucia, amaño sutilmente empleado en objetos frívolos y doblez asaz conveniente para prejuicio de los demás, estamos delante de una disfunción de la inteligencia.

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