lunes, 16 de diciembre de 2013

CASO PENAL XXIX

ALTERNATIVAS
Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XXIX de no sé cuantos)

- Caramba, amigo relator, ayer has escrito un rollo que me ha dejado el día entero con un tremendo dolor de cabeza. Ni en los días más críticos, en los que el chapapote teñía de negro toda la hermosura de la bahía fisterranea, yo me sentí más atribulado. Si cuando escribes en la lengua ibera que reinaba en tiempos de Felipe II, por cierto una buena mezcla de todo que se hablaba en todas las regiones del estado-imperio peninsular, resulta complicado el entendimiento entre personas que desean entender y buscar significado a tú cuento, ¿qué podemos pensar  cuando tú decides escribir en la lengua de mi amigo Megalofes?

- Salve,” mister Y”, folgo por verte hoy más animado que en otros días.

- Hombre, tú también devias estarlo. Temperatura amena, cielo azul, aguas cristalinas, ¿qué más podemos desear?

- ¿Dices devias? El dever no se aplica en España, amigo “mister Y”. Aquí debemos porque queremos deber y por libre arbitrio no nos da la gana de ser livres, como los portugueses lo son desde la batalla de Alxubarrota, en la cual los gallegos perdimos la nota “j” y ahora sufrimos la denuncia-crime del querellante Megalofes, en sus pequeñas discordancias con nuestro noble conde, (Xeografia, Xunta, Xinzo, Xelmirez, etc.) que deberán ser analizadas por el tribunal nacional en las altas torre de la ciudad culta, ubicada en los dominios de la diosa Gaia, nacida del dios Caos y que en el caos permanece.

- Uf, me admira tanta verborragia emanada de tus labios. En estos tiempos austeros, la elocuencia puede ser un lujo peligroso. Mejor será no abrir la boca, por aquello de que en boca cerrada no entra mosquito.

- ¡Ni salen las puntas corroídas clavadas en tu boca por el ilustre sacadientes y amado evangelista! ¡No te xode…!!!

- Ah, tienes razón. A eso es a lo que yo voy. Ok, pongo mis orejas de elefante para poderte oírte mejor.

- En el cuento anterior quise demostrar el gran equivoco del juez por firmar un documento que no cabía a él firmar, por estar ausente. Al simular  presencia le da todo aire de  legalidad necesario y alguien, ahora, tiene poder de imperio para imponer su capricho por los caminos de la ley.

- Bien, lo sé pero como quedo yo ahora?

- Existen tres posibilidades para que un hecho semejante a ese ocurra. Uno es que el sistema que te juzga actué totalmente ignorante de la ley. Una segunda hipótesis es que el juez actúe por plena confianza en la lisura y competencia depositada en sus asesores. Una tercera posibilidad es que el sistema padezca de algún mal que lo quema por dentro y, así, la firma fue fraudada, no corresponde a la autoridad de que presume ser.

- El sistema está  enfermo y quien va morir soy yo. ¡Valla cuento que tú me cuentas!. Prefiero arcar con todas las consecuencias de la súmula del árbitro Resende a tener que pensar que todo a mi alrededor está podrido y que yo soy la única patata sana que han puesto en la olla donde se cuece el rico pacú criado en el rio Cuiabá.

- Por favor, no digas esas palabras, que son de mal agüero en nuestro caso. Ellos están con castañas asadas en la mano. El calor de sus ascuas hará que las suelten y ellas irán para algún lugar. Hay que estar atento a su destino y denunciar a todo instante el menor desvío del objetivo justo y legal que deberá alcanzar.

- De acuerdo, voy llamar el doctor Sherlock Holmes para qué tome cuenta del cuento.

¿Y yo? ¿Me vas incluir en un ERE?

- Jamás yo haría eso contigo. Lo que tú a mi me cuestas ya lo he pagado y continuaré pagando por el resto de mi vida. Es la naturaleza de la imposición tributaria que manda que yo cumpla ese deber. A esta altura de mi vida, lo cumplo por satisfacción del deber cumplido.



domingo, 15 de diciembre de 2013

CASO PENAL XXVIII

ARBÍTRIO TERCEIRIZADO
Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XXVIII (de no sé cuantos)

O mundo cada vez roda mais sofisticado. A tecnologia muito contribui para toda essa sofisticação,  e não cabe fazer qualquer crítica apenas fundamentada no antes era muito melhor, embora, agora muitas coisas causam-me profunda estranheza. Talvez eu já vá ficando estrábico e, por tal virtude, vejo as coisas sob prisma diferente da maioria dos mortais; a dupla visão faz convergir o antes e o depois no exatamente agora.

Certos árbitros, para chegar ao estado de administrar o conflito entre dois times que se encontram para mostrar as razões que os levaram a correr atrás de um bem insignificantemente material que rola sobre a grama, ou até imaterial como pode ser o conceito de honra por pontos perdidos, ganham um bom dinheirão, alias muito merecidamente em função do profundo conhecimento que precisam demonstrar para impedir que alguns milhares de concorrentes ocupem a vaga disponível no concurso. Eu diria que a disputa também ocorre em qualquer atividade animal, pois a  taxonomia mostra a pertencia a um único reino, com idênticos diretos naturais emanados da criação.

A lei do menor esforço é prevalente em muitos ramos da atividade, na economia, na lingüística, na engenharia e, por suposto também na moderna tecnologia.
A Idea do menor esforço pode elucidar a causa de muitos fenômenos ou, de certo modo, pode indicar a direção na qual deverá operar a investigação.

 Pela lei do menor esforço duas articulações podem ser substituídas por uma única articulação, que necessariamente irá produzir um resultado diferente do  desejado por cada um dos diferentes articuladores.

De fato, não se pode determinar para cada pessoa o que para ela é mais difícil de fazer ou dizer. Para cada quem a lei de menor esforço opera de um modo ligeiramente diferente. Havendo predisposições diferentes, os fatos narrados também podem ser diferentes e até descrever visões opostas para um único fenômeno observado. Surge, pois, um basto mundo no qual atuam simultaneamente o ponto de vista fisiológico, pela articulação dos fatos narrados, e a vontade manifesta pelo ponto de vista da atenção que se pode focar na análise psicológica do problema em disputa.

A palavra disputa estremece minhas articulações corporais depois que em um processo em que inicialmente, pela lei do menor esforço, se mostrou inepto por  imputar um mero dissabor, foi prosperando em estranhas articulações até alcançar o primeiro grau de solução em estagio recorrível. O que de certa forma contesta que a lei do menor esforço seja sinônima de um trabalho físico ou intelectual menor. A trampa pode ser um exemplo claro da lei do menor esforço. O caçador a usa para caçar a pressa sem ter que corre atrás dela. Pero também é sabido que há relatos em que o caçador foi tolhido pela própria trampa, e é aí que o bicho pega.

Que dizer de um árbitro que não estando presente numa disputa entre Corinthians e Palmeiras decidisse firmar a sumula na que o bandeirinha narra que alguém de muito respeito chamou outro alguém, também de muito respeito, de filho de alguma coisa e que vai tomar algo em algum lugar. O resultado da disputa seria nulo. Tal não ocorreu entre o Atletico–MG e São Paulo porque o juiz Resende estava lá e firmou com toda autoridade o que tinha ouvido e visto no campo da disputa.

Pode ser legal e tecnologicamente genial a firma digital, porem firmar o que os olhos não viram e os ouvidos no ouviram não me parece nem ético nem moral. É um cunho (eis aqui outra palavra com núcleo comprometedor) em favor da ilegalidade, da imoralidade, do arbítrio da autoridade imperial.


viernes, 13 de diciembre de 2013

IBERIA NACIÓN

Dicen que la distancia es el olvido y yo puedo comprender esa razón, pero seguiré siendo cautivo de los extraños caprichos de lo que siempre creí ser nación.
Bueno, ¿y qué es lo que yo entiendo por nación?

Una barca que sepa esclarecer mis pensamientos, que ahuyente de mi los sufrimientos, que me lleve a una playa limpia de locura, que tenga una cama firme y segura para las noches de amor; que tenga un timón para que yo pueda dirigirla cuando las velas al viento la lleven a mares de amargura; para cuando yo me sienta cansado de trabajar y el sol se valla apagando, tenga en su palo mayor un rastro de amor y que diga: cuando quieras regresar, por ti estaré esperando.
Nación puede ser muchas cosas, todas diferentes e integradas en una comunidad con sentimiento cultural y político, que hace que esa comunidad viva consciente de su unidad, grande o pequeña pero coherente con los intereses de las familias y personas que componen las familias.

Hablar de Cataluña es hablar del imperio de Barcelona. Barcelona, fundada por Hércules fue acogida por el cartaginés Amílcar Barca que, después, la cedió a los romanos, que allí llegaron con sus espadas floreadas con espinas de rosales.

Cuando una aldea crece, su destino es convertirse en capital de las aldeas que no crecen, y Barcelona fue la capital del condado de si misma. La Hispania Citerior, provincia romana seria cedida a Servius Sulpicius Galba por Nero. Desde la Hispania, después del suicidio de Nero, Galba aceptaba el título de Cesar y se fue a Roma, dejando Hispania dividida en dos provincias.

Después que los visigodos vandalizaran Roma en 410, los germanos entraron en la península ibérica por la Hispania tarraconensis y tomaran para si todo que les daba la gana, incluyendo los ártabros, gallos y lusitanos. Más tarde, en el reino de Aragón, Barcelona continuó siendo una ciudad próspera y las aldeas a su alrededor continuaban colonias vasallas. Durante el reinado del general franco, que procedía del la Gallia más occidental del reino romano, Barcelona y, por consecuencia, Cataluña recibían hordas procedentes de todo espacio ibérico, del que Cataluña es parte indivisible y las familias que allí viven, quiera mas o quieran menos, serán dependientes de lo malo o de lo bueno que ocurra en toda la geografía peninsular.

 Colaboremos todos los iberos de esta generación peninsular para que lo malo que ya hemos vivido no se repita en las generaciones de la nación de los iberos que nos sucedan. Unir, siempre. Romper, nunca.


jueves, 12 de diciembre de 2013

CASO PENAL XXVII

PERJURIO
Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XXVII (de no sé cuantos)
                                                                                 
- Hola, amigo Relator. Hace tiempo que no te veo. Tu cuento parece encallado en el capítulo XXVI. ¿Qué ocurre? ¿Se acabó tu inspiración?

- Hola, “mister Y”, yo también sentí tu ausencia. Me incomoda mucho el hecho de que el “mister X” retire de tu cuerpo la carne que él quiere retirar. Temo que tú no consigas resistir al esfuerzo de entregar la libra del músculo cardiaco que él exige por la denuncia que de ti ha hecho.

- Hombre, ¿qué te hace pensar que ese señor sea merecedor del gusto que él pueda sentir en la degustación de tapas de albóndigas hechas con materia prima retirada de mi corazón?

- La clareza del ”testigo A”. Ha dejado muy claro que tú has  dicho que el “mister X” es un hijo de puta. Infelizmente para ti, ese testigo ha retirado el chorizo de la recta y lo ha puesto derecho en tu  rego.

- ¿También tú, Bruto?

- No, yo no. El “testigo A” te ha jodido a las claras en su testimonio.

- Caramba, este mundo parece hecho para ojos que no quieren  ver y oídos que no quieren oír. Los nobles sentidos ya no son usados para ver y oír como las cosas son realmente. Escuchan un sonido triste de campanas y concluyen que suenan a muerto. Ven una luciérnaga y salen gritando que el campo está pegando fuego. Si Breogan se descuida, Pindoschan le tira el reino.

- Hombre yo entiendo como lo ha entendido la fiscalía y como lo ha entendido el juez

- Y, evidentemente, como bien le ha interesado entender al acusador, sacadientes y religioso asumido. Todo bien temperado para practicar canibalismo sin un pizco de arrepentimiento que remuerda su conciencia.

- Puedes tener razón, pero las cosas son como son. Qué razón tendría el “testigo A” para mentir bajo pena de cometer crimen de perjurio?

- Hay razones que se esconden atrás de razones que la propia razón desconoce. Así me lo explicaba el profesor Bilbao cuando yo cursaba el tercer año de bachiller laboral.

- Puede ser. Pero, ahora dime “mister Y”, aquí entre nosotros, sin que nadie nos escuche, ¿no es verdad que tu mandaste ese hijo de puta tomar en el culo?

- No, no es verdad. Ninguna de las dos frases yo he pronunciado.

- Como que no? El testigo dice que tú las has dicho bien alto y con gestos para que todos escuchasen.

- Es verdad que él ha dicho eso, y también es verdad que yo hablo con gestos. Muevo las manos, muevo los ojos, muevo la boca, muevo el cuerpo entero si estoy de pie. No son gestos obscenos como alguien puede deducir de lo que él ha dicho. Son gestos propios de un estilo particular de comunicación. No tengo hábito de practicar insultos. No ignoro determinadas frases de uso popular, ni la fuerza agresiva que en determinadas ocasiones esas frases conllevan. Nunca practiqué esa técnica guerrera. Últimamente, debido a mi ceguera parcial, yo dirijo con extremo cuidado. Quien va atrás de mi no perdona y, al momento que sabe que yo puedo escucharlo, me manda tomar alguna cosa en algún lugar y me hace recordar que por mi origen coruñés yo también soy hijo de Pita.

- Valla por dios mi buen amigo! Me gustaría ayudarte pero ¿como yo puede explicar al juez que lo que ese testigo ha dicho no es verdad, si hasta tú dices que es verdad lo que él  ha dicho?.

- Claro, y lo que es verdad no es mentira. De la misma forma, lo que es mentira no puede ser verdad. - La verdad y la mentira no ocupan un mismo lugar, ambos son competitivos pero excluyentes.

- Explícate mejor para que yo pueda entenderte.

- Mira, no puedo probar que esas dos frase que él ha dicho que yo he dicho él no ha oído. Pero ahora vallamos a los detalles que él ha detallado para confirmar la  verdad de lo que él ha dicho que yo he dicho.

- Sí, estoy atento a lo que tú digas.

- El juez le preguntó si alguien también escuchó lo que yo le había dicho, o los dos estábamos solos. El testigo respondió que estaba cerca de mí y que había personas al lado.

- Como puede haber mentido el testigo si él dice que había personas al lado?

- Había personas al lado, es verdad. Pero ninguna ha escuchado esas palabras saliendo de mi boca. Ni siquiera el acusador, ni siquiera los otros testigos que figuran con nombre falso. Nadie, absolutamente  nadie que no sea ese testigo ha oído esas dos frases que, mismo siendo extremamente ingenuas y de uso común entre la población del lugar, han sido usadas como principal argumento para fundamentación de sentencia por un juez que ni siquiera estuvo presente en el juicio.

·      -   ¡Dios mio, ayudame! Si antes yo pensaba que el “mister Y” estaba chalao, ahora yo pienso que el loco soy yo.

- ¡No te pongas loco, hombre!, que en ti eso puede ser maña para dejarme solo en un peñón cualquiera de las lobeiras.

- Perdona. Sigue y suma lo que quieras a tu relato.

- En qué quedamos, ¿no eres tú el relator de este cuento?

- Si, por supuesto, pero en este capítulo yo paso de largo.

- Bien, como tú quieras. Para recobrar tu cordura, diré que yo no puedo probar por el recto camino que él ha mentido, pero sí podré hacerlo por el tuerto, del tipo: si hay otras mentiras que pueden ser demostradas como tales, existe una probabilidad enorme de que la mentira que no pueda ser demostrada como tal también es mentira.

- Te escucho con todas mis dos orejas en abanico.

- Vallamos pues al pico. Mismo sin nadie dispuesto a declarar que yo he dicho las dos frases, o porque realmente nadie las ha escuchado o porque no les da la gana declararlas, puede ser verdad que el testigo las haya escuchado, por el simple hecho de que yo las hubiera pronunciado. En este caso el testigo estaría diciendo una verdad que no precisaba decirla y nadie se la exigía. Sería un ingenuo honesto, pasible de ser encuadrado en crimen de difamación. No fue este el caso. Él mintió deliberadamente y dio destaque  a este mentira y no a las otras.

- Y cual fueron las otras mentiras? Yo no vislumbro ninguna en la transcripción del video
- Recordemos el relato del testigo,
- Yo estaba en la silla del dentista. Estaba tratando los dientes cuando llegó el “mister Y”.  Sonó el timbre de la puerta, el señor “mister X” acudió para ver quién era y hubo un ton…un aumento de ton, el ton de las voces, ¿no?  Enseguida yo salí de  la silla y bajé las escaleras. Allí estaba el “mister Y” y el “mister X”. El “mister X” se retiró, subió al consultorio y yo quedé allí, allí abajo, aquietando, vamos decirlo así, el “mister Y” En ese momento ofendió el “mister X” de algunas palabras de bajo calón. Después de algunos…
El estaba en la silla del dentista con el chupa-saliva en la boca, parcialmente anestesiado cuando escucho un aumento de ton de las voces. En seguida, como si hubiese ocurrido un terremoto, saltó de la silla y bajó las escaleras. Allí, en las escaleras, estaban los dos. El” mister X”, muy prudente, se retiró, y el testigo, muy valiente, allí se quedó, aquietando, “vamos decirlo así” el mister Y”. En ese momento ofendió el “mister X” de algunas palabras de bajo calón. Reparen que el “mister X” no podía sentirse ofendido por palabras que no escuchó, o porque no fueron dichas o porque no podía oírlas desde el consultorio.

- Es verdad, pero eso  no prueba que tú no hayas dicho tales palabras.

- También es verdad, pero también nada prueba que yo las haya dicho.

- ¡En que difícil laberinto me has metido!

- Como en todo laberinto, entrar es muy fácil, la salida resulta más difícil.

- Antes de salir, las telarañas van cubrir mi cuerpo y el sacadientes va comer tu músculo.

- Es un riesgo que yo pretendo extirpar.

- Por favor, continua.

- En otro momento de su declaración él afirma una mentira que se puede probar como tal fácilmente. Textualmente ha dicho:
- No, yo volví al consultorio, el “mister Y” quedó en la redondeza, allá, tal vez hablando con otras personas la misma cosa que habló conmigo. Retorné al tratamiento. Cuando yo bajé, ya no lo encontré más. Mas, yo sé que debo haber quedado por lo menos unos treinta minutos en la silla, o más. La gente oía hablar algunas cosas allí abajo, mas no se sabía lo que era. Cuando yo bajé, ya no estaba más.
Volvió al consultorio y tranquilamente continuó el tratamiento que dice haber durado por lo menos unos treinta minutos. !Mentira! porque cuando hablo conmigo el tratamiento ya había finalizado, me mostro el trabajo que había sido realizado y decía estar satisfecho. Yo he descrito el molar que él había tratado y las condiciones en que había quedado. Más la mentira más cabal es cuando afirma que “la gente oía hablar algunas cosas allí abajo mas no se sabía lo que era”.

- Bien, si no sabía lo que era no estaba diciendo nada.

- ¡Pero quería decirlo todo! Quería decir que yo continuaba insultando, que yo continuaba llamándolo de ladrón, que continuaba diciendo que era un hijo de alguna cosa y que iba tomar en algún lugar. Y él (la gente) oía hablar desde una pequeña sala, a unos 4 metros de altura, con una pequeña ventana, cerrada, con aire acondicionado funcionando, anestesiado y ruido de motor con brocas burilando sus dientes. ¿Oía hablar a quien? Oía a mí que supuestamente estaba en la avenida en medio de ruidos intensos de gente caminando en dos calzadas; coches y ómnibus, algunos rodando, otros parados ronroneando decibeles  en alto número. Imposible querer creer que diga la verdad, como imposible querer distinguir, por cualquier medio, la voz de quien, mismo gritando, estaba en la avenida más movimentada de la ciudad. Desafío a quien quiera intentarlo.

Perjurio es falsedad, testimonio falso hecho bajo advertencia de que estaba cometiendo crimen. ¿Qué razones tenía el testigo para cometer ese crimen? Yo no sé decir. Como yo no sé decir que razones tenia para testimoniar exigiendo mi ausencia. Así como también no se decir porque las autoridades judiciales pidieron que yo no estuviera presente, mismo sabiendo que mi ausencia sería causa legal para anulación de sentencia, cualquier que fuera, contra el querellante o contra el querellado. Mi profesor Bilbao tenía la razón que la propia razón desconoce.


martes, 19 de noviembre de 2013

CASO PENAL XXVI

Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XXVI (de no sé cuantos)
TRISTEZA CON FOCO EN LA HERIDA JURÍDICA
    
Observación preliminar: Para efectos de este cuento, el testimonio proferido en ausencia del acusado vulnera el derecho constitucional  a la amplia defensa y contradictorio que pueda ofrecer el acusado. Por principio de  amplia defensa y contradictorio entiende este humilde narrador  la seguridad que se ofrece al acusado para que él pueda traer al proceso todos los elementos permitidos en ley que puedan esclarecer la verdad. Caso sea comprobado que el acusado fue inhibido de ejercer ese derecho por algún mecanismo cualquiera, el proceso puede y debe ser anulado.

Absolutamente, ningún argumento fue ofrecido al querellado para impedirle acción anulatoria, lo que nos hace pensar en algún tipo de vicio que se procesa con relativa naturalidad en casos semejantes.

 El vicio es algo que se opone a la virtud y tiene el condón de un defecto o mal hábito que, por su repetición, provoca algún prejuicio al sistema y a los que de él dependen. Dados viciados corrompen el resultado y despiertan un complejo real o imaginario de que todo, que está gobernado por esos dados, está enfermo, o es malo, incorrecto, peligrosamente arriesgado y antinatural.

 Descubierto el vicio, mismo atrincherado en un rincón, socráticamente se desencadena un proceso dialéctico, que consiste en eliminar particularidades personales y ofrecen al todo, por un proceso inductor, los mismos defectos del vicio. Creo que no es el caso, pero está muy difícil ver en un saco que huele mal las patatas que son buenas. En lo mínimo, uno debe estar muy hambriento para querer seleccionarlas.

Transcripción del vídeo que recoge el primer testigo.
Interlocutores: Juez substituto; Testigo A, voz feminina.
Juez – Buenas tardes. ¿Como se llama usted?
- Testigo A.
- Señor “Testigo A” ¿es usted pariente del  ”mister Y”? ¿Tiene con él algún parentesco?
-  ¿ El “mister Y”? No!
- Con el “ mister X”?
-También, no!
- Yo voy escuchar usted como testigo. Usted tiene el deber de decir la verdad bajo pena de responder por un crimen. Usted  está aquí hoy como testigo de una queja crimen que el ” mister X” presentó contra el “mister Y” por supuesta injuria, calumnia y difamación. ¿Tiene usted  conocimiento de algún hecho?
- Sí, estuve presente el día que hubo esa...
- ¿Que ocurrió? ¿Que fué lo que usted presencio?

- Yo estaba en la silla del dentista. Estaba tratando los dientes cuando llegó el “mister Y”.  Sonó el timbre de la puerta, el señor “mister X” acudió para ver quién era y hubo un ton…un aumento de ton, el ton de las voces, ¿no?  Enseguida yo salí de  la silla y bajé las escaleras. Allí estaba el “mister Y” y el “mister X”. El “mister X” se retiró, subió al consultorio y yo quedé allí, allí abajo, aquietando, vamos decirlo así, el “mister Y” En ese momento ofendió el “mister X” de algunas palabras de bajo calón. Después de algunos…
- Que fue lo que él ha dicho a usted sobre el “mister X?
- Puedo  decir el palabrón?
- Sí.
- Hijo de puta, va tomar en el culo. Sí, son las palabras más comunes que él usó. Usaba algunas palabras en otro idioma que yo no reconocí, no entendí.
- ¿Cuando él dijo eso para usted alguien escuchó o estaba solo usted con él?.
- Mira, yo estaba bien cerca de él, no? Había personas al lado.
- ¿El dijo eso conversando con usted?
 - Sí. Gesticulando con gesto y... además, él estaba hablando para quien quisiera oírlo, ¿no?
-  Y de ahí, ¿que ocurrió a seguir?
- No, yo volví al consultorio, el “mister Y” quedó en la redondeza, allá, tal vez hablando con otras personas la misma cosa que habló conmigo. Retorné al tratamiento. Cuando yo bajé, ya no lo encontré más. Mas, yo sé que debo haber quedado por lo menos unos treinta minutos en la silla, o más. La gente oía hablar algunas cosas allí abajo, más no se sabía lo que era. Cuando yo bajé, ya no estaba más.
- Entonces, para usted lo que él dijo fueron esos palabrones que usted cito contra el “mister X”
- Exacto!
- Estos palabrones aquí, ok. Doctores, doctoras?
Voz femenina - Me gustaría saber si el testigo llegó a oír el “mister Y” hablar alguna cosa sobre el trabajo profesional del mister... del doctor X.
Juiz – Usted recuerda si el “mister Y” habló alguna cosa sobre el trabajo de “mister X?
- Mira, a todo momento él lo criticaba ¿no? Pero, así en términos técnicos no sabía explicar lo que, más algunas veces llamaba el ”mister X” de ladrón y criticaba el trabajo que fue hecho.
Voz femenina – Me gustaría saber también, excelencia, porque, si el testigo sabe decir porque el “mister Y” llamó el doctor “mister X” de ladrón. Que motivo, excelencia.

- Por cual motivo el “mister Y” llamó el doctor X de ladrón?

No lo sé. Yo...como cogí la discusión en andamiento yo quedé sabiendo  del caso aparte, através del  señor, señor “mister X” ¿no? Sí, la cuestión de ladrón es que talvez el señor “mister X” no quisiera hacer otra reparación, creo yo, de la prótesis que él tenía.
Voz femenina – Excelencia, me gustaría saber también si el testigo sabe si existe alguna cajá económica próximo al consultorio del doctor  “ mister X”
- Mira, existe, mas no es bien próximo, por lo menos a diez o doce minutos del consultorio del señor, del doctor “mister X”
- Diez minutos a pié o de coche? – insiste la voz feminina
- Yo creo que a pié porque de coche tarda más.
Voz femenina- Gracias, sin más preguntas.
Fin del vídeo (duración +/- 5 min.).

“En las viejas telarañas de la tristeza suelen caer las moscas de Sartre pero nunca las avispas de Aristófanes. Uno puede entristecerse por muchas razones y sinrazones y la mayoría de las veces sin motivo aparente, sólo porque el corazón se achica un poco, no por cobardía sino por piedad. La tristeza puede hacerse presente con palabras claves o silencios porfiados, de todas maneras va a llegar y hay que aprontarse a recibir-la. La tristeza, sobreviene a veces ante el hambre millonaria del mundo o frente al pozo de alma de los desalmados. El dolor por el dolor ajeno es una constancia de estar vivo después de todo. Pese a todo, hay una alegría extraña, desbloqueada en saber que aún podemos estar tristes.” (Mario Benedette)


CASO PENAL XXV

 Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XXV(de no sé cuantos)
MUY ALEGRE CON FOCO
No había la menor necesidad para la fuga sugerida por Mendelshonn, el cuerpo del crimen yacía muerto en la boca del acusado. A la moda de  la tradicional novela de Agatha, el criminoso había sido el propio acusador. Un misterio, impropio para la saga del inteligente Sherlok Holmes, debía ser fácilmente desmistificado por cualquier agente operador del derecho y certificado con la  batida de un bruto martillo sobre la mesa hecha de noble madera. Pero eso es cosa de película americana. En el caso del opus 25, la pianista Yuja Wang, bajo la batuta invisible del maestro Kurt Masur, desliza sus manos sobre el teclado dispuesto en dos filas de blancas y negras sobre una complicada caja, a la que llaman piano. En el temblor de las manos la yema de los dedos transmiten saber, conocimiento, a la superficie de las teclas, las cuales entienden la preocupación del acusado y transmiten su sentimiento a través de mecanismo que hacen batir el martillo sobre cuerdas previamente estiradas y, así, reproducen la melodía bella y armoniosa deseada por el derecho de quien sabia componer justicia, sin crueldad ni equívocos de un mal aprendizado.Todo andamento del proceso transcurre alegre y con foco hasta alcanzar el veredicto final, con aplauso de todos, el maestro, la pianista sentada en el banquillo, el macizo testimonio de personas deseando dar cuerda al rollo majestoso del tribunal y la audiencia haciendo su función de juicio popular. Con un tribunal como estos, Maria Antonieta guardaría en sus oídos toda tesitura musical para que en el momento en que la sentencia determinase la separación del opus por una línea en el cuello, capaz de separar la cabeza del resto que no interesa, ella se acordase que, mismo siendo inocente, una persona puede morir feliz.

El preludio había iniciado sin la presencia del acusado. Un testimonio a quien el acusado creía honesto, sale de la audiencia visiblemente nervioso. Evita mirar el acusado. Ni un sonriso, ningún gesto para identificar la persona que había calumniado. ¿Sabía él que la prueba de su crimen había sido grabada?
Una voz femenina llama: ” Mister , entre usted!”

El “Mister Y” entró en audiencia. Era un palco con dos mesas. En una, suspendida por un estrado, sentaba el juez y, a su lado, la secretaria que teclaba el ordenador. Delante del juez había una mesa larga, dispuesta en plano inferior, sentaban de un lado el acusador y su abogada, del otro, el acusado y su respectiva abogada. En el extremo opuesto sentaba la representante del Ministerio Público. La sala tenía  buena iluminación y el ruido de los coches que circulaban alrededor del palacio no alcanzaban los oídos de los presentes. Para quien se refiere a los países bananeros, el palacio de justicia en aprecio no deja a desear los palacios del mundo desarrollado, como de hecho corresponde a una ciudad con el mejor IDH de un país continental (0,862). Como sabéis, los lectores de este cuento, el Índice de Desarrollo Humano es un indicador de padrón de vida que recoge elementos como: expectativa de vida al nacer, nivel de educación y el PIB en su modalidad de producto interno bruto, repartido por cabeza antes que el juicio final la separe del cuerpo. Como referencia comparativa, Galicia tiene un valor de 0,948, considerado muy alto. España 0,885.

En el próximo capítulo haré exposición de la transcripción del video que recoge el primer testimonio, encerrando el presente opus 25  en el banquillo en que sienta y toca la maravillosa Yuja Wang.


domingo, 17 de noviembre de 2013

200 AÑOS DESPUES

Nuestra historia es linda. Formamos parte de un imperio que quiere establecerse en algún lugar del mundo, por ejemplo, Bruselas, Paris, Viena o, ¿quien lo sabe?, Londres. Que buenos tiempos fueron aquellos  en los que nuestros antepasados de alta mira podían pasar las horas maravillosamente acomodados y aclimatados a paleolíticos del comando magdaleniano. Matados a palo fuera del agujero que la providencia les había ofrecido como hogar, les restaba la maravillosa ocupación de dedicar el tiempo a esculpir formatos en la piedra bruta de una abrupta cueva. Con puertas infranqueables, el espíritu indócil de esta gente  fue resguardado por algunos millares de años, dando gracia humana al Paleolítico Superior. El rescate ocurrió debido a la curiosidad natural de un perro que seguía el rabo de un rabbit, o conejo español, eses simpáticos saltamontes de orejas grandes  y libido libre, encontrados en diversas partes de la esfera seca. Dicen que hay registros de que Confucio nos vio saltar entre las murallas chinas allá por los años de 2600 a.C.  En Arabia, Siria y Palestina éramos conocidos como “sphan” y por tal razón los fenicios llamaron Spain, Hispain o España a nuestro entorno geográfico,  que de aquella era más grande y ocupaba toda la península ibérica. Lo de iberia se lo debemos a los griegos que aquí venían para bañarse en el rio Ebro, cazar el toro bravo y exponer su piel por toda la península.

Es de  cajón saber que en España hay muchos ríos, y si hay ríos es porque llueve mucho. Una de las particularidades de la lluvia es limpiar el aire de cosas sucias y la tierra del polvo que la contamina. Pero, con tanta limpieza machacando la conciencia, la memoria también se apaga. Y con la memoria obscurecida por tormentas del pasado, fue relativamente fácil a los cartagineses venir con sus elefantes y, también relativamente fácil, a las legiones romanas recorrer toda nuestra geografía y limpiarla de tan abundante caca producida por los gigantes africanos. Nos llevaron la caca de los conejos, pero preservamos el estrume de la raza caprina, de la cual el cabrón, o macho cabrío, vino del desierto africano en un franco movimiento para dar cuenta de lo que restaba del íbero-celta.

Y así, por engodo de godos, visigodos, suevos, alanos y los actuales vándalos, después de expulsar el moro amigo, llegamos al emperador del imperio hispano, José el único en la historia de España.

José vino para ser bebido como Pepe Botella en España, al mismo tiempo que Fernando vivía en Francia. José se haría dueño de Iberia y de buena parte del vice reino de América durante 1808 y 1813. En 2008 España sentía los efectos de la prime americana y el inicio del desmonte del bienestar de los indígenas iberos, extrañamente precedido por un fuerte malestar de los inmigrantes y emigrantes retornados. A Godoy no le iban bien los franceses. A Rajoy no le va muy bien Europa. La comisión del norte ya nos ha tirado el sagrado cajón que guardaba la moneda española. Ahora nos muestran el Arca de la Alianza Europea, pero quien guarda las llaves del arca sagrado no vive en la península de los conejos. Cuando los guardianes necesiten maná para comer, vendrán a por los rabos y orejas y pedirán al rabbit que les ponga huevos, cosa fácil durante la pascua, pero imposible en tiempos de la austera soberbia.

Decididamente, si nos fue tan mal entre 1808 y 1813, peor va siendo el 200 años después. Cambiamos una docena por seis unidades. Les dimos un kilo, nos devuelven un pound. Llamemos los cien mil hijos de San Luis para resolver tan difícil problema en el esquema de la gran salvación.


sábado, 16 de noviembre de 2013

CASO PENAL XXIV

FUGA 
Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XXIV(de no sé cuantos)

¡Valla zurra el temporal con su azote nos ha dado estos días! Yo llegue a pensar que habíamos entrado en el apocalipsis, con vientos feroces, ondas gigantes, arboles derrumbados, casas destejadas. La ira de Dios parecía haber despertado en el horizonte filipino un diluvio de aguas, que caía sobre nuestras cabezas como queriendo disolver la carne que cubre el espíritu.

Dios creó el mundo en seis días y viendo que la obra no era buena, que las figuras hechas a su imagen y semejanza habían optado por la maldad y corrupción, se disponía en estos días de otoño a corregir su equívoco, ahogándonos a todos para comenzar una vida nueva. Fue una advertencia, otras vendrán antes que la vida deje de respirar en nuestra esfera de barro, muy sólido en algunas partes, líquido en otras y gas extremamente explosivo en el cuerpo y conciencia de algunos animales.

El querellante pidió que se aplicase al querellado la pena máxima. Pena máxima revela existencia de odio. El odio es ira, rancor, sentimiento que conduce el mal que una persona quiere hacer a otra. Un odio que le dio ánimo para empurrar por la garganta de autoridades un crimen que en lugar alguno seria crimen, si practicado del modo descrito por el acusador y sus falsos testimonios. El acusador quería  ver sangre y pidió sangre. La fiscalía, muy diferente de lo ocurrido  con el PreSige, se la sirvió en copa de plata.

Hoy el “mister Y” parece estar bien dispuesto. Dicen que después de una tormenta siempre viene la calma. O como canta Shakira: “Mira que el miedo nos hizo cometer estupideces, nos dejó sordos y ciegos, un día después de la tormenta, cuando menos lo piensas, sale el sol”. Y el sol en la costa de la muerte es maravillosamente lindo.

Debajo de un azul celestial decidimos, el “mister Y” y yo, promover un paseo a pie hasta el castillo de Corcubión.

Nos sentíamos bien protegidos. Adelantados en la ría estaban posicionados dos centinelas, os Carrumeiros. Si el pirata vikingo se atreviera a ultrapasar la vigilancia, los cañones del cardenal, en íntima asociación con los cañones del príncipe, le haría pensar, sin que sus afilados cuernos les sirviera para alguna cosa, en la mala pata que lo había traído a la costa da morte.

Soplaba un viento suave procedente del norte, un poco frio, como normalmente son los vientos del norte. Había marcado encuentro con el “mister Y” en la playa de Quenje, enfrente al antiguo edificio de piedra que tan buenas recordaciones le traía de los tiempos de niño. Seguimos hasta el final de la playa, doblamos a la derecha y caminamos en silencio hasta alcanzar la finca de un amigo del “mister Y”, el señor Juan.

-        Esta palmera me recuerda la palmera atrás del colegio Fernando Blanco, en el centro de los jardines, donde estaba el reservatorio de agua y lavadero.

Dice el mister Y, refiriéndose a una palmera de tallo grueso y hojas pinnandas, postada a la derecha del portón de entrada de la finca del señor Juan. Los rayos del sol venían del este, las palmas, movidas por el viento del norte, esparramaban la luz dando la impresión de lluvia esparcida o cubertura de plata. Algunos pinos plantados allá por los años 80, sin cualquier señal de haber sido podados ni siquiera una vez, así como cómo la maleza dando cuenta de la parte sur de la finca, mostraba un cierto aspecto de selva virgen. La visión panorámica a la izquierda de nuestro paseo mostraba toda la belleza de Cee por encima de la urbanización de Quenje. Despues del cruce de Oliveira, a una altura de 60 metros el caminar se hacía agradable sobre un piso asfaltado y con inclinación muy suave.

Resolví entrar de lleno en la cuestión, objeto de nuestro encuentro y paseo por la carretera que lleva al castillo del Cardenal. El clima era ideal para una confesión descontraída, exenta de tensiones desagradables.

-         Háblame, mi buen amigo, del juicio, de la audiencia, de lo que ha ocurrido ese día.
-        ¿Qué quieres que te cuente?
-        Lo que tú creas conveniente contarme. Mira, para empezar, piensa en el juicio y dime la primera palabra que asalte tu cabeza.
-        ¡Farsa! Unas farsa ridícula.
-        Bien, describe como ha iniciado esa farsa jurídica.
-        Hummm.. Como tú sabes, yo soy una persona que aprecia la puntualidad.. En mi vida jamás he llegado atrasado a una reunión. Considero que es cuestión de respecto a las personas que participan de la reunión.
-        Sí, lo sé, ¿pero que eso tiene a ver con la farsa?
-        Fui el primero a llegar a la sala de audiencia. Estaba obscuro y yo mal podía ver con el ojo izquierdo. Algunos minutos después llegó un joven, me miró y se sentó a unos siete metros de mi. Parecía excesivamente nervioso. A seguir llegó el querellante acompañado de un señor que yo sabía era testimonio y dos señoras que yo nunca había visto. Ahora quien estaba nervioso era yo,  conocía la capacidad del “mister Y” convocar testimonios falsos; lo había hecho en otro proceso. Mi abogada llegó también puntualmente. Me preguntó si yo conocía la señora gorda que sonreía para mí. Le dije que no. A la verdad, la ceguera del ojo izquierdo, aliado al nervosismo, dominaba el ojo derecho y yo no conseguía ver absolutamente nada. La secretaria del juez llamó la señora gorda y mi abogada. A seguir entraron en la sala de audiencia el querellante, el joven que continuaba bastante nervioso, el testimonio que yo conocía y las otras dos señoras. Mi abogada pidió que yo esperase fuera de la sala de audiencia afirmando que el joven quería testimoniar sin mi presencia. En ese momento supe que era el cliente del ” mister Y”,  que había testimoniado los hechos ocurridos el día en que yo fui al consultorio para buscar solución por la prótesis partida e implantes corroídos. Me sentí un poco más seguro. Creía yo que él seria fiel a la verdad de lo que realmente había testimoniado. Me parecía culto y honrado, no obstante yo no conseguía entender porque me evitaba y estaba tan tenso.

A esta altura del paseo ya divisábamos el castillo del cardenal, las lobeiras y el majestoso monte Pindo mostraban todo su esplendor. Una rajada de aire encrespaba ligeramente la superficie del mar, haciendo que su dorso escamado luciese un  brillo plateado. Un escenario perfecto para la fuga imaginada por nuestro común y eterno amigo Mendelssohn.


sábado, 9 de noviembre de 2013

OUTEIRO DE UN SOÑO

E o tempo pasou... Tempo demasiado pra me decatar que nen todos os soños nesta vida son posibles. Moitas promesas ao carón do espello son borralla que, coma aguillóns de vespa voadoira, feren a alma que manten vivos os recordos, prolongando a agonia da morriña. Galicia está moito lonxe e, ao mesmo tempo, preto de mais. Os regatos son as lágrimas dos meus ollos, a ortiña que quero tanto fai pulsar o músculo quedo no meu peito; praias, prados, rios e arboredas, paxariños piadores na rua do meu contento. Adiós, adiós... Dígoche este adiós murmurando, moitas leguas mar afora, dende a Terra da Santa Cruz. Adiós, adiós, campaiñas da vila!, tuas baladas eran chovisco de alegria, teu silencio agora remansa a angustia do neno vello que quer voar, entrementes, perdido ao vento e fatigado coma a golondrina, a seu niño xamais retornará.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

BAR DE EUROPA

Para la tristeza no hay fin, de la felicidad sabemos que su  vida es breve.

Así se me ocurre ofrecer traducción a la primera frase de la canción de Tom Jobim. Las siguientes no necesitan traducción, son consecuencia de la primera.

“A felicidade é como a pluma que o vento vai levando pelo ar. Voa tão leve, mais tem a vida breve, precisa que haja vento sem parar”.

Yo debía creerme dueño de los mis veinte años cuando escuché por primera vez esta canción, exhibida en un salón de cine, en la Coruña, a través de una película italo-franco-brasileña, corrida aquí bajo el título de Orfeo Negro.

Brasil en aquel entonces tenía poco más de sesenta millones de habitantes. Hoy yo hago parte de los poco más de 20 millones de aquella gente que sobrevive en un mar de algo más de  los 200 millones que hoy integran la nacionalidad brasileña, esparramada por un territorio con ocho millones y medio de kilómetros cuadrados.

La felicidad en este mundo la he vivido en sorbos, buscando separar el joyo del trigo, la miel de la hiel, la picada de un mosquito inocente de la mordida de una cobra cascabel. Transcurridos más de medio siglo ya no debía sobrar motivo para quejarme y sin embargo…

Si alguien pregunta por mí, dile que yo estoy por  ahí, con mi guitarra debajo del brazo; en cualquier esquina yo paro, en cualquier botiquín yo entro, si me ofrecen motivo, es más un sueño que yo vivo - de la musa Nara Leon, o esta otra, inspirada en Edu Lobo: Yo soy poeta, no niego raza, hago verso por pirrada sin ninguna precisión, algunos con pie quebrado, verso en blanco otros, con ojo ciego y rima pobre, rebúsquelo rico a la moda de mi particular solución.

Aquí no se improvisa nada. España está dejando de ser España y nos lo han explicado por su intento de ser Europa. Europa, Una, Grande y Libre formada por españas, muchas, pequeñas y pobres.

Vete tristeza mía, dile a mi España que sin ella nada puede ser, ruégale que regrese, porque estoy cansado de veros sufrir. Acabemos con la nostalgia que nos separa, pues la cruel realidad nos dice que sin España no hay paz, sin paz no habrá belleza, todo será triste y así, como me lo inspira João Gilberto, la melancolía jamás saldrá de mi, nunca más, nunca más.

Nuestro destino no puede ser, ni será jamás, un PUB, casa pública de alcohólicos auto sostenidos en clave de pandereta, tocada al ritmo del agua que tropieza en rueda de piedra, de ciclo perfecto para morder la caña, pero obsoleto en su intento de librarnos de los males de la eterna morriña, que nos envuelve en ese extraño club de la comedia, encontrado en los bares y sumergidos en tapas y tortas, en los que más de huno saldrá en defensa de los impuestos que nos impongan para pagar la casa de juegos de la meseta central, bar de Europa.