Vamos
ganando para vivir el momento en que trabajamos. Si no trabajamos, el momento
siguiente se hará lúgubre como al animal que depende de su esfuerzo continuo
para llevar adelante su vida. En el mundo de harta diversidad, el trabajo
animal consistía en la caza de otros seres para componer la carta de consumo,
indispensable al esfuerzo realizado por el acto de cazar. No había el concepto
de más valía desarrollado por Carlitos. Más, el interés por algo diferente existía
latente en la cabeza de todo vertebrado erecto y ligero de manos. Y, así, por
tan retorcido camino alcanzamos la era
de la capitalización plena y desaguisada. Cazamos el trabajo!
Los
chinos trabajan como chinos, tienen paciencia de chinos y viven en un país
que a ciencia cierta posee un índice de desarrollo humano considerado elevado. Será,
entonces, interesante conocer la fuerza del verbo desarrollar para entender a
cuantas andamos intramuros de la vida acosada a vista del ojo no oblicuo y piel
clara.
Desarrollo
ocurre cuando algo se agranda, se incrementa, se extiende, se amplía o aumenta.
No, no es aquello que por impulso os viene a la cabeza. Creo que en el presente
cuento se trata del capullo desarrollado por los amigos orientales Mahbub ul
Haq y Amartya Sen. Ambos buscaron conceptuar el progreso en el sentido social,
económico, político y cultural.
El
IDH español tiene un valor alto, muy abajo del IDH de los países bajos, para
poner un ejemplo. Es un índice que popularmente, con auxilio de Bruselas y la
dama suprema del mercado común europeo, se quiere desarrollar en la misma
dirección y sentido opuesto al índice de Noruega. Es un desarrollo justificado por la tercera
ley de Newton, quien, con la retranca típica del conocimiento teológico, explicaba
que todo cuerpo A (leman) que ejerza una fuerza sobre un cuerpo E(spañol)
experimenta una fuerza de igual intensidad en la misma dirección y sentido
contrario. Ley muy a propósito para explicar el estado de la nación.
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