Tal
como están las cosas, es imposible pagar la deuda nacional. Para
que el desiderátum aventado por Conde se consuma, es necesario que el
sistema monetario se estructure en algo
diferente de lo que es ahora. En el horizonte cercano e incluso algo más allá,
no vemos, no oímos ni sentimos que haya gente trabajando en tal intento.
La
deuda es una trampa como otra cualquiera. El ser humano es muy habilidoso en la
idealización y construcción de trampas, simultáneamente es necio suficiente
para caer en todas ellas.
Debemos
una pasta enorme. Nos asusta tener que pagarla pero no pagarla nos asusta mucho
más. Lo curioso en este cuento es que debemos algo que no vale nada; como ser
propio no tiene substancia alguna, se deteriora con facilidad y se esfuma como
la espuma del mar o como el humo de quien fumando por él espera. Por qué,
entonces, toda esa algazara de Podemos sobre lo que no podemos? La respuesta
está contenida en la misma idea que da vida a la ficción: la moneda fiduciaria.
Mismo
que se cuente lo que en apariencia es verdad, una ligera reflexión nos dice que
los principios que rigen la existencia de la deuda no es una promesa de pagar
valor desproveído de cualquier valor. No tendría el menor sentido. La fe en creencias se altera
todos los días por conveniencia del momento. La conveniencia que nos obliga a
no ser morosos con la deuda viene íntimamente asociada a la moral que sostiene
el impuesto: palo largo y mano dura.
Cuando
dos caras duras se enfrentan, el lio queda armado. Y cabe al pueblo llano y
meridiano la labor de desliar el ovillo con sus manos.
En
estilo hip hop de la canción jamaicana, en la puerta del sol, con la iglesia
por nombre y la historia como referencia, arengas despiertan la morosa
esperanza de soñar algo mejor con riesgo
de algo peor. Sí, se puede tener un país
mejor porque querer es poder. Tener fe en el querer de otros puede ser bueno
para nuestros sueños, lo malo es que a la ligera se transforma en crueles
pesadillas.
Desidia
Difícil
es atender ruego para explicar renegociación de la deuda pública.
Un
cara dura ha subido al monte para poner trampa al lobo y a la raposa. El lobo
perdió una pierna y la raposa quedó sin rabo. Ambos viven felices porque sabían
que podía perder mucho más. El lobo se puso a cortejar los corderos y la raposa
vio crecer su amor por las gallinas. Al estilo macroeconómico, editaron ley que
exigía prima por el riesgo de vivir libres. El interés fue de 7% del rebaño al
año. Ahora soy yo quien le ruego acuda a la matemática para entender el
contenido filosófico albergado en el módico interés.
La
pierna y el rabo fueron suficientes para sostener el cara dura. En su bohemia,
visa ocupar el tiempo contabilizando su capital inicial (7% del rebaño).
Rebaño
final = 1,07 a la enésima potencia
Por
convención, fijemos la enésima potencia en 10 años. Haga usted los cálculos y
vera que el capital que se puede exigir por fuerza de palo largo y mano dura es
superior al rebaño. Imposible pagarlo!
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