jueves, 14 de octubre de 2010

DESOBEDIENCIA CIVILIZADA

Contemplando las quietas águas de Walden Pond, el candor concorde del lugar reflejaba la voz trascendentalista de un conjunto de nuevas ideas emergidas del protesto contra el estado general de la cultura, en sus  diversos ramos de filosofía, religión, literatura, política, etc. Las ideas liberales adquirían cuerpo por el reflejo de las dulces aguas de la laguna de Walden Pond. En aquel lugar y momento no cabían ideas sobre la estructura económica del poder. Todo el pensamiento era dominado por ideas concentradas en la verdad que definían la unidad trina en oposición a la unidad única de un dios perfecto. Para variar el concentrado de la filosofía unitarista, dividían la unidad en dos categorizados ramos, el de los que sustentaban unidad entorno a una persona y aquellos que preferían la trinidad como suporte perfecto para un equilibrio ideológico.
De tan cruenta lucha y de la impaciente libertad clientelista, extravasaba de las orillas de la laguna raíces sólidas para un moderado liberalismo. Contemplando el reflejo de la laguna, durante dos años y dos meses, Enry David Thoreau, referencia en la crónica de mi buen amigo conde, escribió "Walden" (Vida en el Bosque), publicado en 1854 y que hoy es  reconocido como uno de los mejores libros de no ficción escrito por un americano.
"Walden", en oposición a la desesperada existencia que agobia la gran mayoría del hombre moderno, promueve con vigor enfático la importancia de vivir de la contemplación, en la soledad, con suficiencia por su intima relación con la naturaleza y acción trascendente al poder de la vida; refuerza la visión sana de haber querido pasear por los bosques de Toba, oír el borbollo de un regato coleándose entre los molinos, bailar al ritmo de viento cuando azota los pinos y huir del humo pestilento que emerge por la boca fumegante de las chimeneas de Brens y Dhumbria.
Es bueno saberse persona sabiendo que también somos gallegos. En momento de tan dramática solidaridad, capaz de retirar del infierno 33 mineros, brota del pecho un torrente de interés por el orgullo de quien es chileno. A mí, durante medio siglo, bastó la imaginación de creerme español en mi fuero de gallego emigrante. Fue lo suficiente para alimentar la ilusión de regresar un día a lo que creía mi patria. Vana ilusión, puesto que mi nación ahora es un conglomerado de dichosos políticos, conjurados por la unión de un ‘interés común” y ratios de mayor relevancia.
“Lánzate al cielo flecha de España, que un Blanco has de encontrar. Mira el mañana que nos promete Patria Justicia y Pan”. Así imponían el futuro por la fuerza de una canción en tiempos de mi niñez. El ambientalismo aboga la gestión de recursos ambientales y promueve cambio en las políticas públicas de modo a conseguir participación responsable en la preservación de los ecosistemas. El trípode de este movimiento viene compuesto por la ecología, la salud y los derechos humanos registrados como fuente de derecho en la Asamblea General de las Naciones Unidas,  en 1948.
Observando la disparidad entre lo humanamente deseado y lo deshumanamente practicado, A David Thoreau, renombrado abolicionista, se le ocurrió escribir un ensayo sobre la desobediencia civil (1849). Los ciudadanos no podemos permitir que un gobierno atrofie nuestra conciencia y nos haga agentes de la injusticia. No es mayor la virtud ni sublime el saber por el simple derecho que le otorga la mayoría. El juicio de una conciencia individual no es necesariamente inferior al juicio y decisión de un órgano o partido político.  La ley no hace el hombre más justo. En verdad, en verdad, nos dice Thoreau, haremos deservicio a la Patria cuando suprimimos nuestra conciencia para favorecer el contenido hermético de una ley chula.  
Y no vayan a la desobediencia en función de un fragmento ajustado por el catecismo del Padre Astete, pues, como sugiere conde, pidamos a nuestro Padre para que perdone nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a quien nos las han infringido.

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