miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL GIRASOL


Y sin embargo … el mundo gira, gira y gira. Gira tanto que en él todo se revuelve, y todo se resuelve al son marcial de la pandereta tocada bajo una lluvia de flechas, para que a su sombra se pueda combatir más y morir mejor.

Temo que en el orden de la pura razón no exista filósofo capaz de probar la esencia de la verdad sin recurrir a valores morales y estéticos, extraídos del lenguajar de su particular mente y  extruida a la conveniencia del liceo que le da forma. Introyectada por el fangoso terreno metafísico, toda sentencia va dominada por las percepciones sensoriales del magistrado,  que las arbitra al toque de martillo, enrevesado de falsos silogismos y sus consecuentes pruebas. ¿Que juez en este mundo es capaz de conocer todas las leyes en que algunos se fundamentan para conseguir exculpación de su protegido o culpa de su desafecto? Sin embargo niegan por razones de liceo que otros hagan defensa propia en función de su natural ignorancia. En este sentido los impuestos son todos criminales pues el reo tributado  ignora el origen divino de su naturaleza impositiva.

Pero aquí no hablamos de lo impuesto, que es lo que da vida a la ley y a todos que de ella viven. Hablamos de expertos con discrepantes opiniones arrancadas de eruditos mamotretos. Y por aquí la ciencia del mangoneo gana sentido, pues si dos  eminentes doctores de casos ajenos abogan por el archivamiento del caso, no hay caso, y el fuego se apaga al coste de lo ya pagado. Pero si ambos expresan con orgullo grandilocuente lo que para un sabio espectador no pasaría de controversia maldita, se arma la de Dios en el mercado de sentencias, y la verdad, mentirosa y embustera, se encaminará hacia el mejor postor.

En cuerpos diferentes los poderes  no se entienden. Dentro de un mismo cuerpo los órganos disputan atención de los sentidos. Después de una vida bien ordenada, indulgente, caritativa y puntualmente atenciosa por orden de necesidad, los órganos del cuerpo se revelan a la administración general del cuerpo, mi cuerpo, y la ponen en estado de alerta continuo, doblegando la voluntad, antes soberana, al capricho borroso y asimétrico de los ojos, a la pereza de las piernas, al olvido de la memoria, al giro de la locura que a la vuelta de tantos años regresa para indicarme el camino del mundo en que yo he nacido.

En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores. Las formas: torre homérica, ligero caballo , armada reina, rey postrero , oblicuo alfil y peones agresores. Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito. En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra . Como el otro, este juego es infinito.(Jorge Luis Borges)

La razón infinita  de que el mundo no para está en que sin embargo todo gira, gira, gira como un girasol.

COMO UN CANCER


 Al Titanic no lo hundía ni Dios. Fue suficiente un roce distraído del casco sobre mole de agua endurecida por el frio y el gigante se fue al lodo, donde permaneció cubierto de vergüenza por casi cien años.

martes, 27 de septiembre de 2011

LAS TABLAS


El mundo rico registra su moderna historia en dos tablas perfectamente simétricas: debito y crédito.

En débito, como sabemos,  apuntamos toda la riqueza que tenemos o creemos que tenemos y pensamos que es nuestra. En el crédito anotamos el origen de toda esa riqueza, que no es nuestra, porque todo que existe en la Tierra no es de nadie o tiene como único dueño un ser magníficamente misterioso, a quien llamamos Dios.

En el Crédito está el principal problema en la relación financiera entre dos individuos, que han decidido mejorar sus vidas durante todo el camino y que,  por accidente de la naturaleza, deberán per correr durante algunos 30 mil días con sus respectivas noches (media optimista).

El Crédito representa la suprema Divinidad y los sacerdotes de la institución financiera, bien dotados y escogidos entre los más audaces mortales, son el objeto y sujeto de todo crédito. Les gusta oír la plegaria “Yo debo lo que tengo, señor Crédito. Yo creo que lo que yo tengo es tuyo. Te lo devolveré cuando tú me lo pidas. Y tú, Señor, omnipresente, en tu infinita bondad, pídemelo a todo momento o  recuérdamelo a todo instante para que yo no caiga en la tentación de considerar mío aquello que por sentencia de Dios a ti pertenece.

La Humanidad progresa. Es un progreso que se contrae en dos cuerpos: uno con forma y bandera del estado y otro envuelto por celofán, para que los primeros se lo repartan mejor y coman con estilizado gusto, al ritmo del desplazamiento gástrico por el ducto recto. Ocurre que el estado, por mucho que se lo crea y por mucho palo que tenga para dar, no es Dios. No siendo Dios, todo lo que tiene todo lo debe gastar, y gastándolo todo, todo lo debe. Y así llegamos a la enorme deuda que todos los estados registran en sus cuentas.

La cosa ha crecido tanto que ya están soplando y a punto de parir nueva y revolucionaria deuda. Es un mesías de padres desconocidos, pero la fuerza de su soplo ruge por el oriente a la sombra de un escenario que nada se parece con el establo conocido por los magos de occidente. Por si las deudas, la señora Merkel quiere poner bozal y coto a la boca de ese revolucionario ser.

Limitando la expansión de la ilusión, por el lado del crédito creerán que todo está resuelto. ¿Estará? ¿Tendrán capacidad de reducir lujuria y ansia de poder los que se creen gestores de las órdenes de los dioses? ¿Quien debe, en su avanzada situación de holgazán forzado,  podrá pagar a quien lo ha tenido a crédito en su cuenta? Algo muy dificil de entender cuando, al final del corrido camino y con experiencia genética de algunos millones de años, miramos hacia atrás y vemos lo que ha pasado con las tablas orientales, con nuestra participación inclusa.

domingo, 25 de septiembre de 2011

MEJOR TRATO


Sin ninguna mácula por el asombro que me causa hoy su lectura, recuerdo el trato a mi ofrecido en el primer año de los años sesenta en un país alejado al sur del Ecuador y oeste del meridiano Zulu. Tal recuerdo me hace pensar que desde el lado del poder todo se aprovecha cuando se puede tirar provecho de la inocencia de quien nada puede en su condición de emigrante. En aquella ocasión el gran resentido fue el bolsillo, que vio como se aliviaba del peso de algunas pesetas, transformadas en dólares a la paridad caprichosa de cambistas, cuando se alojaban, por virtud de impuesto al transito de mercancías (modesto regalillo de un paisano para otro paisano)  en el holgado bolso del guardia de aduanas.

Viajando en tren de carga desde Madrid hasta Santiago, en amplio vagón con todos los asientos a servicio de mis espaldas, que recomendaban echar revigorante soneca, fui asaltado por amigos de lo ajeno. Cuando desperté de un sueño turbulento, mis narinas registraban resquicios de sabor azucarado y picante, típico de un anestésico popular. No me robaron ni lienzo ni documento, que era lo que yo llevaba en complemento de una tarjeta de crédito, pasaporte y una enorme esperanza de reintegrarme en la comunidad de España, mi original nación.

El mundo evoluciona permanentemente, amigo Alf. Hace prueba de esta evolución el condicionamiento morfológico de la razón cuando en el interior de un banco viajamos por el tiempo que transcurre entre el momento de entrada y el instante de salida, tiempo en el que hacemos meritos a  parcas unidades monetarias licitadas por cuenta de la jubilación. Es fácil vernos confinados en curralitos semejantes a aquellos que en modernas granjas conducen terneros al matadero. Semejantes en la idea, pero muy diferentes en la materialidad. El buey no tiene otra alternativa sino seguir adelante, delimitado su cuerpo entre estacas y algún palo que los estimula a progresar en su lenta caminada hacia el estómago de otro mamífero, ser racional  de la compleja escala animal. El hombre, sin ningún otro motivo que alguna reta colorida trazada sobre el suelo, se comporta como animal de picadero, y, si por alguna distracción del sentido se desvía del trazado, a su lado muy galante otro animal le recuerda donde debe estar para esperar el turno de obediencia a órdenes de generales empleados, con mando sobre la caja y capricho de emperador. Es indignante, lo se, pero no asombra a quien ha vivido oyendo el rock de la negra sombra, muy al gusto de las mirandas ártabras de la paisanía de los penabravas, en su acotío y agitado interconturveniencia.

Deseo sinceramente que le salgan bien las cuentas y que, entre otras cosas, la mala hierba crezca menos dañina a la España armónica y ecológicamente equilibrada que ambos deseamos, y que el amor entre sus paisanos supere la idolatría al dinero en sus más variados, macabros y escandaloso santuarios.

sábado, 24 de septiembre de 2011

PODEROSO JEFE


El poder, cualquier poder, caro Pancho, en ninguna circunstancia es confiable. La característica de todo quien puede es inmiscuirse en la vida de todos que ellos juzguen poder ejercer su poder. Y lo hará siempre, cuando y donde su voraz apetito de poder le pique la voluntad de querer testar hasta donde alcanza los limites de su poder.

Los poderes por si mismos no se entienden. No hay miscigenación posible entre ellos. El poder es puro y no se mezcla, a no ser por alguna estrategia temporaria en la intención de derrumbar poderes antagónicos. El hombre, considerado como ente autónomo de poder, busca en su entorno el monopolio del poder, para ejercerlo bajo el arbitrio de su voluntad. Socialmente, y para reforzar las características de su poder, delega el ejercicio de su poder a alguien condicionado a obedecerlo ciegamente.  La constitución delega en el pueblo toda la fuerza que el político extrae inmediatamente. A seguir, y con el extracto, pasa a mostrar la fortaleza divina de su poder personal, haciendo que el pueblo pase a entender que su poder, supuesto poder del pueblo, no pasa de una limalla suspendida por el poder polarizado entre fuerzas antagónicas.

Montesquieu ha muerto hace muchos años. Estuviera vivo seria condenado al ostracismo por la burocracia estúpida de la nobleza togada, en la cual Montesquieu tuvo asiento y de ella fue ardoroso defensor.

Cuando la hermenéutica se utiliza con fines exculpatorios, cruje la Ley y se resquebraja la Justicia. Todo abogado defensor busca retirar culpa de su cliente (teóricamente). El ministerio público (o el acusador particular) formula juicio de culpa. Ambos consiguen extrema competencia en el arte de la controversia dialéctica. El juez decreta sentencia en función de lo que determina su convicción, extraída de la acusación y de la defensa, sin que en la mayoría de los casos la víctima y reo del proceso tengan cualquier oportunidad de reparar el mal causado y restaurar por si mismos la paz social en su entorno.

La extravagancia profesional se fundamenta en conceptos ideológicos del régimen que la sostiene. Los poderes son cachondos y se cachondean entre sí al embrujo de los parrales fermentados en las bodegas de Baco.

En el doloroso raciocinio circular de mi muy estimado Pancho destaca la credibilidad de salir de lo roto agarrándose a lo rasgado. Y para librar el poder judicial de las mácelas políticas, acusa un partido (PSOE) al mismo tiempo que recurre a otro (PP) excusándolo del poder que habrá de ejercer para ordenar al dependiente poder legislativo a legislar a favor del poder judiciario.

La acción de prohibir es propia del imperio del poder. Pienso que la regeneración de la justicia puede empezar por una sutil limpieza del moco que brota de las narices, fea o bonita  que cada quisque tiene por orden del Supremo Poder, Dios, y que ningún otro poderoso jefe, tocado por cualquier otro poder, pueda macular.

jueves, 22 de septiembre de 2011

DIOSA PRIMAVERA


Hoy me entretienen los recuerdos del otoño. Me invaden los zarcillos de hojas acorazonadas en sus más trilobuladas formas, que por el correo me alcanzan para enredarse con esta mi muy  sentida primavera.

Hoy entra el otoño - dice Alfredo.

Hoy comienza la primavera - hace eco la voz de Trasno.

Ninguna controversia por dos accidentes tan controvertidos. Pero cuando se habla de la virginidad de una parra, veo Undobarrio trepar por las paredes para en altísono vociferar que la hiedra de mi conde no es una hiedra cualquiera, pues es caduca y en el otoño enrojece en su lecho acogedor.

De pelo en flor, la hiedra que no es hiedra tiene origen en vástago acodado en esquejes de partenocissus, introducidos en la tierra como cogollos reproductivos de una memoria que desde aquel ayer dejaron en su fondo gris mil desengaños. Yo, como la hiedra, aunque no soy hiedra, vivo amarrado a la vieja pared de mi arrabal en estrecho abrazo del que jamás podré separarme. Y donde quiera que vaya, la invoco con ansiedad, por la pena ya sin final de sentirte en mi soledad.

En el otoño las hojas caen como preludio del invierno que no ofrece frutos. Los dioses se desesperan y piden a la hija de Zeus que regrese a la Tierra y allí construya un puente para que la luz de sol llegue con más brillo y color. El día se engrandece para orgullo de los campos, donde todo florece para mostrar que nuestro planeta está vivo y en él la vida continua para alegrar los sentidos por el encanto que nos ofrece la diosa Primavera.

martes, 20 de septiembre de 2011

LEÑA AL FUEGO

Mi muy dignísimo conde mío. Ayer, luego de expiar como, cuando y donde el sol se esconde en estos días que anteceden la primavera, leí su azote de pena agitada a los cuatro vientos.

El látigo chasquido alcanzó mis oídos al unísono con un bando de pájaros que vuelan todo atardecer en dirección a sus nidos, nidos estos albergados en un pequeño parque cerca de mi casa, en San Caetano. Es un bando de loros que al amanecer vuelan a la sierra y de noche regresan para dormir en el parque que, probablemente, un antepasado y urbanizado papagayo, arrancado de la selva, preso y enjaulado para deleite del público humano, fue conducido, habiendo más tarde se librado de la cadena que lo retenía en la jaula. No obstante, parece que su descendencia no consigue librarse del acento, queixume y aroma de los pinares de su antepasada urbanidad.

Ipsis litteris así ocurre conmigo. Habla usted de los vocacionistas del suspenso, de aquellos que no dan palo en el agua por temor a la onda que el repliegue del palo pueda causar a la monotonía de la cándida vida. Fue un hablar, que por hablar el bando de loros cruje chillidos sobre el aire para avisar que todos deben volar unidos hacia el destino y allí separarse para posar en tantos gallos cuantas unidades familiares componen el bando.

Es posible que yo todavía viva en el limbo del olvido. Pero puedo confesarle que jamás fue necesario que me diesen palo para que yo sirviese de mula y carrear voluntariamente tojos a ser quemados en la hoguera de San Juan. Y no le cuento la leña que partí para calentar el horno que cocía la masa de maíz contenida en hojas de berzas. Las señoritas Olga, Irma y Rita, hoy señoras abuelas, podrán atestarlo. No tengo duda, lejos de paladar el agua en gestos de sube y baja el remo, colaboré con el desplazamiento de mi propia embarcación a fuerza de quemar mucha grasa y churrar sudor para aplacar la sed de mi nación. Y así fui bogando, bogando, bogando. Remando hasta alcanzar la edad que en la cuenta de la seguridad yo no debería haber alcanzado, pero habiéndola superado ya me avisan, “en la cuenta del otario que tenés se la cargás y da lo mismo que seas cura, colchonero, rey de bastos, cara dura o polizón”.

El Supremo ha deliberado en mi causa y ha emitido sentencia a mi favor obligando a la seguridad a devolver una parte de lo que me ha hurtado. Y la Seguridad me responde que por acuerdo sindical me va restituir una parte de esa parte en 2012, inmediatamente después de que la profecía maya se cumpla.

Esperan que yo entienda lo que la Seguridad quiere que yo entienda, en mi más pura, cándida e ingenua caridad, por sus mácelas y pútridas chapuzas a lo largo de mi vida laboral, para que vagos de otra condición  correteen con leña sobre el fuego, en calidad de fiscales,  beneméritos de su particular seguridad.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Manuela Insua Dominguez

Hoy me siento un poco más triste que de costumbre. Manuela Insua Dominguez era una señora encantadora. Me acuerdo de ella desde el primer momento que subí las escaleras de la Puerta del Sol carreando un caldero de agua. Al ver mi esfuerzo, quiso ayudarme dividiendo el peso. Delante de mi recusa, con un sonriso de complacencia la recuerdo  comentar con otras señoras que retiraban agua de la fuente del crucero: “Este niño parece un hombriño de tan esforzado que es”.

Estoy seguro que sus hijos, amigos míos de infancia, a quien expreso mis más sinceras condolencias, sentirán mucha falta de ella. Mi alma estará presente, junto con vosotros, en la ceremonia del acto funeral.

Ramón Araujo Rego

sábado, 17 de septiembre de 2011

VOCES DE PRIMAVERA



La primavera se aproxima. Lo se porque allá en el horizonte, sobre la línea que separa el cielo de la tierra, el sol se pone a medio camino de su viaje hacia el sur.  Puntual esa maravillosa esfera radiante de luz. Se posiciona vanidosa para despertar mi orgullo de poder verla. Y yo veo sus luces con la intensidad que mis sentidos la perciben, casi siempre por el reflejo que brota de su  naturaleza. El destello de los colores activa la sensibilidad de mi sentimiento, haciendo que momentos del tiempo que huye graven el presente para que en un instante futuro recuerden el pasado. Mi pasado, que cuando lo evoco, se muestra vello, alegre, colorido y feliz, como en estos momentos de éxtasis fugaz, al ritmo balsámico de ese viejo vals, escrito en lengua de líneas y borrones por el siempre eterno joven Johan Strauss.

Durante mis primeros 20 años, todo atardecer de sábados, domingos y días festivos, por la estrecha calle que une la plaza España al cruceiro de la puerta del sol se coleaba el son palpitante que brotaban en los altavoces del cine España. En el primer tercio de estos cuatro lustros la recuerdo brillante, firme, tocada sin hesitación o fallas en el giro gramofónico. En una segunda fase, veo como los mozos del pueblo se aprovechaban de las ondas sonoras para buscar sus pares y hacerlos rodar en dulce frenesí, unidos físicamente por la mano izquierda del joven y derecha de la dama, mientras que la otra mano, izquierda de la doncella, descansaba sobre el hombro mancebo, ella muy segura en su movimiento centrífugo por el abrazo centrípeto del hombre deseado. Pasaran veinte años cuando, observando todo el patrimonio cultural que yo iría abandonar por motivos que exigían buscar esperanza de futuro en la emigración, sentí con tristeza la transmutación del sonido, de la pureza original para secuencias de intervalos ásperos y ruidosos, como si quisieran mostrar cierto cansancio o desgaste por el consumo insistente de las cuerdas que hacían girar el disco de vinil,  en aquel momento seriamente dañado por la púa que le arrancara tan dulces melodías.

Era señal para un cambio necesario, para la etapa adulta de un joven que, aún sin edad legal para salir al mundo, deseaba ardientemente descubrir otros horizontes. Y así yo fui cara arriba, por la gran cuesta de la avenida Finisterre, al encuentro de los cuatro caminos, con la esperanza de que yo sería capaz de escoger el mejor destino; un poco atrofiado, confieso, por dos deseos en conflicto, el de quedar y el de salir. La ilusión me envolvía por la creencia de regresar sano, feliz y con algún dinero para construir mi nación. Sería una nación a imagen y semejanza de la que mis padres habían construido, tal vez un poquitín mejorada, o así yo creía que podría conseguir sin ninguna otra razón que la fuerza de mi voluntad y la tenacidad de un esfuerzo continuado.


La primavera la veo imperiosa, escrita en compás ternario, diferente de lo que sería lógico representarlo por compás de cuatro por cuatro, o ciclo de cuatro estaciones con una negra en cada tiempo o, lo que sería lo mismo, dos blancas en cada compás, que también pueden ser substituidas por una bien redonda durante el tiempo de opulencia musical, en el que una sola nota basta a nuestros sentidos. 
  
La distancia entre dos extremos sirve para describir la inestabilidad existente entre ellos. Así la vida va siendo escrita con múltiplos codas, que envuelven repeticiones seguidas antes del sufrido soplo final. En las diversas secciones de nuestra vida encontramos un D.S. al Coda orientando nuestra visita al origen. Y así vamos tocando la vida hasta encontrar el verso final, marcada por D.C al Coda, lo que nos indica que, en el tiempo que nos queda, debemos rememorar desde el inicio toda la melodía tocada en las diversas claves, al ritmo de la ilusión que en el inicio la partitura prometía. Vemos como la redondez de una ilusión gigante se disipa por diminutas a la brevedad difusa de innúmeras semifusas, todas arpilladas en clave de Sol, algunas veces, en clave de Dolor mayor en otras tantas.

 

Estoy parado, poco hago, poco puedo hacer. Las leyes poco hacen por mí. Casi siempre entorpecen una buena idea o promueven que la razón se doblegue al instinto. El instinto clama prudencia a la virtud que todo lo presiente. La prudencia discierne con argumentos de la razón  y esta busca en los sentidos el necesario suporte a la percepción clara de las ideas que, alcanzado el momento, queremos dar rienda suelta. Y el momento llega, en función de algunas decenas de vueltas en clave de sol redondo, para anunciar la cuadratura de la lúnula en algún instante que la Tierra se interpone entre Sol y Luna.

Llega la primavera. Por encanto florecen los campos. El color adquiere brillo. Vuelve el pájaro sabia con su canto de amor. El día se ensancha ofreciendo espacio a la vida.  Es tiempo para volver a correr.

Correr, ¿para que? La cabeza ordena, el cuerpo no obedece, los órganos se revelan, ya no admiten el comando del cerebro que insiste en mandar del modo como siempre ha mandado. Manda que compremos el tiempo para aplicarlo en deudas;  los órganos se desgastan al pagar lo que nos imponen. Por tributación todos perdemos tiempo, mucho más que el tiempo investido en impagables deudas. Buscamos equilibrio por el camino de las quejas intensas. La emoción domina el nervio que enerva el músculo y el músculo nos da valentía para reiniciar combate. Olvidamos el peso de la masa, que  sin ideas nada vale, aunque a todos pese. Sin tiempo para el tiempo no hay vida que resista. Y sin vida, la deuda se apaga como la llama que vive ciega.


Viene la primavera. Llega para consolar la tristeza del invierno. Es una primavera diferente. Hoy yo soy diferente. Vivo indiferente, con emociones escondidas en los recuerdos del nada. Tengo opinión hostil, nula en la reacción, inerte en la acción, contribuyo al olvido de lo que no deseo recordar. Soy una piedra blanca en un agujero negro, me veo rodeado de espuma por todos los lados, donde siempre puedo caer. La burbuja me ofrece su mano y mis nervios la agarran con frenesí. Y así voy cayendo del lodo al hoyo y del hoyo al barro. Indiferente, sin destino, sin humor y con amor cadente, sin fuerza para soplar. Piel seca, tez pálida, ojos fijos en un punto perdido en el olvido. En la Plaza del Olvido, donde brota un fino hilo de recuerdos con papeles y documentos de España. Certifican que nací libre  para vivir sin libertad, pues la libertad no es nada cuando cativo se vive. No obstante, la libertad era todo cuando en la juventud tenía fuerza para buscarla al desabrochar felicidad en los días de primavera.


Me creo un genio en la calidad de un ser que tiene Eugenio por nombre y Cándido Ingenuo por apellidos. Existo porque pienso y el pienso me deleita como deleita a cualquier otro animal, a cualquier hora, aunque la hora sea ahora y digan que es tiempo incierto y el lugar un sitio muy equivocado. Digo lo que digo con toda humildad, pues es sabido que el cielo se construye por los humildes a toque de bastón, palo y vara y por allí andaré yo a la hora de nuestra muerte, amén.

Por mi propia orden yo tiento hacer lo que digo para ver como todo se desordena en el silencio de la respuesta. Me levanto, doy un paso, después otro. Camino lento. La meta se me ofrece a largo plazo. El fin viene primero, a plazo fijo, y por eso muestro valor, aunque por eso se que nada valgo. El futuro es hoy, que pasado fue ayer  y mañana quizá no exista, pues, como a Dios nadie lo vio jamás, también jamás nadie podrá ver el futuro, pues siendo mañana mañana ¿como podemos decir que pasando hoy estaremos en el futuro que se ha hecho presente, que si lo sentimos fue porque ya pasó? Sería como tener en las manos hoy el futuro de ayer y maña el pasado de hoy para quedamos unidos por la fusión de dos tiempos que se organizan en un eterno presente. Un presente que presenta la impresión de que yo vivo muerto en la eternidad de los vivos. Y la eternidad llega con  aire  de primavera. Y la primavera viene para endulzar mis pensamientos con aromas y colores del bosque, donde todo se renueva con soplo de vida nueva, al estilo metafórico de un tiempo que, una vez pasado, se nos figurará mejor.

Ao longe, ao luar, no rio uma vela, serena a passar, que é que me revela?
Não sei, mas meu ser tornou-se-me estranho, eu sonho sem ver os sonhos que tenho.
Que angustia me enlaça? Que amor não se explica? E a vela que passa na noite que fica.

(Fernando Pessoa).

A lo lejos, bajo el brillo de la luna, veo pasar una vela serena sobre el rio, ¿que es lo que revela?
No se, mis sueños son extraños, yo sueño sin ver los sueños que tengo.
¿Que angustia me absorbe? ¿Que amor se repliega? Es la vela que huye en la noche que queda.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

SURTEADO

Daquela o meu conde era um neno. Eu tamen. Entrementes, a diferencia de catro ou cinco anos que permea os dous momentos en que ambolos dous viemos a este mundo-can era suficiente para que eu me considerase homen, guarda protector dos nenos, como de fato o fun dos meus irmans.

Tempos difíciles aqueles em que um pan non valia um peso e a masa fermentaba co calorciño do sudor que escarranchaba polos cotovelos, dende o carón do rosto ata os díxitos da man, esquerda ou direta, todos lameados con fariña de trigo da terra, mesturada com centeio e o millo que lle daba peso e un pouco de esperanza aos poucos felizardos que podían comelo pan nosso de cada domingo. Todo um hercúleo esforzo para que non nos deixasen caer em tentanción de desexar outras cousas que para nosa esperanza de futuro tan necesario o eran.
A miña nai tiña o gran espiritu que carateriza todas as rendeiras de Camariñas, observadoiras do ponto e contraponto, que espetan com animo, coraxen e a determinación de quen busca entrelazar os fios da vida para dar substancia aos feitos e estos, por si mesmos, se encarreguen de seguir o rego que as lagrimas do tempo rasgaran na rudeza da terra, áspera nos ábregos penedos da costa morta.

Andamos na debandada de um ciclo que eu sempre intuira cando  a forza do destino fazia virar o meu rosto cara o lado que as miñas nádegas vixian e algures torpedean cós gases da luxuria gástrica. O ciclo sempre trae a tona as imperícias da existência; fano pra deleite da imundice do mundo e o cascalleo da rocha dura que o bisbilloteo da língua nos fai mexiricar asuntos em devasia da nosa curiosidade. É imprudente navegar ao azar da búxula cortocircuitada durante a dixestión de fartos linguados. Os lulas metalurxicos non son propios da nosa liturxia partitocrática, que em allures semella democracia e pra os fenícios do cadafi non indican nenhuma nin ninjuna cousa, moitiño semre do lado contrario do que contra ele outros pensan.

Mira ti como vexo eu o marasmo dos fusiles e interruptores a marear a lei dos conductores aislados em circuito interno: cando a temperatura se eleva surxe unha forza adicional capaz de deformar a lámina bimetálica (roxa a parte social e azul turquesa o laminado nacionalista). Cando a deformación ultrapasa o limite permitido, recorrese à lei conservadora de Ohm para controlar o funcionamento do sistema, evitando que a intensidade da corrente non aperte hasta o infinito por nulidade da resistência dos elementos que compoñen a sucesión.

É por ahí que surxe, ao caron da interrupción e por terror que as sombras causan no causídico fatal, o novo ciclo que tanta esperanza en min despertou cando eu surteiche o rumo sur e agora tanta tristura otorga por causa do desnorteo cara ao norte do meu paraíso perdido.

martes, 6 de septiembre de 2011

MENTIRA


Mentir es comunicar algo contrario a lo que se piensa, se cree o se conoce. Prevaricación es actuar con falsedad y falta de probidad, que otra cosa no es sino falta de rectitud de animo e integridad en el obrar (Real Academia).

Buscaba yo definición precisa para la mentira con la cándida intención de saber como yo patino en ese terreno, lameado por la grasa de una palabra peyorativa, que tanto me asusta cuando pienso que se pueda atribuir a los conceptos que a miudiño se forman en mi mente. Esa preocupación nació algunos segundos atrás, después de observar algunas manchas blancas en mis dedos y descubrir que los científicos de la Real Lengua Española se refieren coloquialmente a ellas como mentiras, mentiras blancas.

Pienso que el sentimiento de ambivalencia es algo propio en el sentimiento de todos los animales, incluyendo el humano. Amor y odio coexisten en modo permanente o en forma transitoria y son emociones opuestas que se juntan en el concepto de la ambigüedad, muy propio de la lengua que puede ser articulada de infinitas formas para arrancar de ella opuestas interpretaciones, siempre al gusto de lo que se quiera entender: certezas, dudas, incertidumbres. Entre otras consecuencias, la hesitación aparece repitente, con nerviosa vacilación, delatando escrúpulos delante de la reluctancia o frente a la decisión. El escrúpulo es una enredada de la conciencia que tensa el ánimo dejándonos inquietos y desasosegados, a veces sin cualquier razón fundamentada, otras, con la debida sensatez delante de una respuesta que puede desencadenar consecuencias incontrolables.

La mentira viste siempre los hábitos de la verdad. Es una verdad engañosa, objetiva formar la opinión de otros, algunas veces con buena intención para conservar reputación o secretos de indeseada divulgación, otras, para evitar castigo por alguna acción socialmente punible.

Existen algunas mentiras que la ley considera particularmente graves, como fraude, perjurio y difamación. El perjurio es una verdad que pone a Dios por testimonio pero los jueces entienden que es mentira (mentira que algunos hacen prueba porque no es verdad, otros, porque la deducen de sus instintivos razonamientos). Fraude es una acción contraria a la verdad, produce prejuicio por confabulación de intereses que se contraponen. La difamación ocurre cuando, por palabra o juicio escrito, se inviste contra la fama y opinión de alguien buscando desacreditarlo.

No terminan por aquí las muchas formas de abordar la mentira que se puede hacer por todos los flancos de la verdad, que otra cosa no son sino flancos de la propia mentira. Se atribuye al germano Adolfo la expresión Gran Mentira para explicar que por el tamaño se vehicula cierta fuerza de credibilidad, porque es en la gran masa que se observa como la naturaleza emocional se corrompe por la inconsistencia de su voluntad. Acostumbrados a pequeñas mentiras, y con sólida vergüenza de recurrir a la gigante falsedad, esa enorme masa es constantemente acosada en la candidez de sus mentes para ser objeto de una enorme mentira,  en la que creerán simplemente por el hecho de que ellos, nosotros, la masa,  jamás resbalaría por los meandros de tan absurda verdad.

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