miércoles, 28 de septiembre de 2011

EL GIRASOL


Y sin embargo … el mundo gira, gira y gira. Gira tanto que en él todo se revuelve, y todo se resuelve al son marcial de la pandereta tocada bajo una lluvia de flechas, para que a su sombra se pueda combatir más y morir mejor.

Temo que en el orden de la pura razón no exista filósofo capaz de probar la esencia de la verdad sin recurrir a valores morales y estéticos, extraídos del lenguajar de su particular mente y  extruida a la conveniencia del liceo que le da forma. Introyectada por el fangoso terreno metafísico, toda sentencia va dominada por las percepciones sensoriales del magistrado,  que las arbitra al toque de martillo, enrevesado de falsos silogismos y sus consecuentes pruebas. ¿Que juez en este mundo es capaz de conocer todas las leyes en que algunos se fundamentan para conseguir exculpación de su protegido o culpa de su desafecto? Sin embargo niegan por razones de liceo que otros hagan defensa propia en función de su natural ignorancia. En este sentido los impuestos son todos criminales pues el reo tributado  ignora el origen divino de su naturaleza impositiva.

Pero aquí no hablamos de lo impuesto, que es lo que da vida a la ley y a todos que de ella viven. Hablamos de expertos con discrepantes opiniones arrancadas de eruditos mamotretos. Y por aquí la ciencia del mangoneo gana sentido, pues si dos  eminentes doctores de casos ajenos abogan por el archivamiento del caso, no hay caso, y el fuego se apaga al coste de lo ya pagado. Pero si ambos expresan con orgullo grandilocuente lo que para un sabio espectador no pasaría de controversia maldita, se arma la de Dios en el mercado de sentencias, y la verdad, mentirosa y embustera, se encaminará hacia el mejor postor.

En cuerpos diferentes los poderes  no se entienden. Dentro de un mismo cuerpo los órganos disputan atención de los sentidos. Después de una vida bien ordenada, indulgente, caritativa y puntualmente atenciosa por orden de necesidad, los órganos del cuerpo se revelan a la administración general del cuerpo, mi cuerpo, y la ponen en estado de alerta continuo, doblegando la voluntad, antes soberana, al capricho borroso y asimétrico de los ojos, a la pereza de las piernas, al olvido de la memoria, al giro de la locura que a la vuelta de tantos años regresa para indicarme el camino del mundo en que yo he nacido.

En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores. Adentro irradian mágicos rigores. Las formas: torre homérica, ligero caballo , armada reina, rey postrero , oblicuo alfil y peones agresores. Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito. En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra . Como el otro, este juego es infinito.(Jorge Luis Borges)

La razón infinita  de que el mundo no para está en que sin embargo todo gira, gira, gira como un girasol.

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