jueves, 22 de septiembre de 2011

DIOSA PRIMAVERA


Hoy me entretienen los recuerdos del otoño. Me invaden los zarcillos de hojas acorazonadas en sus más trilobuladas formas, que por el correo me alcanzan para enredarse con esta mi muy  sentida primavera.

Hoy entra el otoño - dice Alfredo.

Hoy comienza la primavera - hace eco la voz de Trasno.

Ninguna controversia por dos accidentes tan controvertidos. Pero cuando se habla de la virginidad de una parra, veo Undobarrio trepar por las paredes para en altísono vociferar que la hiedra de mi conde no es una hiedra cualquiera, pues es caduca y en el otoño enrojece en su lecho acogedor.

De pelo en flor, la hiedra que no es hiedra tiene origen en vástago acodado en esquejes de partenocissus, introducidos en la tierra como cogollos reproductivos de una memoria que desde aquel ayer dejaron en su fondo gris mil desengaños. Yo, como la hiedra, aunque no soy hiedra, vivo amarrado a la vieja pared de mi arrabal en estrecho abrazo del que jamás podré separarme. Y donde quiera que vaya, la invoco con ansiedad, por la pena ya sin final de sentirte en mi soledad.

En el otoño las hojas caen como preludio del invierno que no ofrece frutos. Los dioses se desesperan y piden a la hija de Zeus que regrese a la Tierra y allí construya un puente para que la luz de sol llegue con más brillo y color. El día se engrandece para orgullo de los campos, donde todo florece para mostrar que nuestro planeta está vivo y en él la vida continua para alegrar los sentidos por el encanto que nos ofrece la diosa Primavera.

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