martes, 27 de diciembre de 2011

BRASIL, EL SEXTO

Sin subsidio

La elevación del Brasil al sexto puesto en el ranquin de las economías más ricas del mundo no me causa ninguna extrañeza. Lo conocí  hace más de cincuenta años y, por aquel entonces con 60 millones de habitantes,  tuve la oportunidad de ver como la vida por aquí podía ser mejor que la vida que teníamos ahí en Galicia. Había fuerte motivación en los brasileños para el trabajo. Una enorme geografía apta a ser desbravada atraía los ojos  de quien con algún dinero se dispusiese a tirarle rendimiento. El Brasil recibía emigrantes del mundo entero. Yo conviví en ambiente de fábrica con italianos, alemanes, polacos, suizos, rusos, portugueses, chinos, coreanos, muchos japoneses, chilenos, bolivianos, paraguayos y un indefinido etcétera.  Los hijos y nietos de toda esa gente extranjera son brasileños y están perfectamente integrados a su territorio, lengua y cultura. Conocí el aspecto calmo de las ciudades alrededor de São Paulo y pude observar como de la nada surgían enormes aglomeraciones que a los pocos iban tomado espacio a la selva, hasta transformarse en la megalópolis  que es hoy, bonita y bien estructurada, pero que se ahoga en un mar de coches, cuando el tiempo está bueno, y en un mar del lama cuando una tormenta despeja agua sobre los valles impermeabilizados, por los que deslizan ríos que atraviesan São Paulo para buscar el mar de la plata entre Argentina y Uruguay.

Brasil, como territorio de 200 millones de almas que hablan y escriben en gallego técnicamente mejor desarrollado que el gallego político de la Xunta, tiene todo y mucho más de lo que necesita para vivir al amparo de la economía del bienestar durante algunas centenas de años. Esa visión ya la tuvo Pedro Vaz de Camiña cuando Cabral llegó a la Isla de Santa Cruz después de haberse perdido en un mar de sargazos: Até agora não pudemos saber se há ouro ou prata nela, ou outra coisa de metal, ou ferro; nem lha vimos. Contudo a terra em si é de muitos bons ares frescos e temperados como os de Entre-Douro- e-Minho, porque neste tempo d’agora assim os achávamos como os de lá. Águas são muitas; infinitas. Em tal maneira é graciosa que, querendo-a aproveitar, dar-se-á nela tudo; por causa das águas que tem!

Y fueron aprovechadas. ! Oh!, como lo fueron!  Y lo son infinitamente más ahora cuando los intereses financieros ultrapasan las nubes y rayan los cielos sin que ningún ángel clame piedad cuando la justicia, en su acción de agente cobrador, exige al deudor que pague al mes siguiente, en la cuenta de intereses, multa y algún detalle más, algo más que 400 % al año por la desdicha incuestionable de haberla olvidado de pagar un mes atrás.

Los ingleses se han sorprendido al leer la noticia en sus periódicos en la mañana del day after de la natividad. Pero, para mi, la sorpresa fue ver como tardamos tanto tiempo en alcanzar el sexto lugar después de haber trabajado mucho más y mejor que los que trabajan en algunos países de Europa, para no decir mucho más y mejor de lo que yo vi en mi pueblo bajo el derroche en puestos de trabajo temporario al tambor de las políticas laborales del pp,  con  Aznar en España y Fraga en Galicia, por las que muchas empresas conseguían vivir bajo el cuento del subsidio, y a mí casi mataron porque del cuento yo no conseguía vivir.  






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