LA LETRA Y EL ESPÍRITU DE LA LEY (III)
Reflexiones sobre un caso penal
Capítulo XIX (de no sé cuantos)
Las palabras decían “tres mil
pelas” y Antonio las interpretó por el sentido que convenientemente queremos dar a
las palabras. Falló al no querer o no saber buscar el sentido que esas palabras
podía esconder en la mente del señor Shilock. En la cabeza de Shilock el espíritu tramaba por una ley que
permitiese retirar del cuerpo de Antonio algunas migajas de carne al cambio de
algún servicio. Argumentaba que una libra de carne retirada del lugar del
cuerpo que a él apeteciese no tendrían
cualquier valor en el mercado, lo que, nuevamente, tales palabras traducidas,
mismo analizadas por el peor sentido etimológico, no debía causar seria
preocupación.
En sus reflexiones jurídicas, Hernany Veytia Palomino dice que “el derecho suele seguir a la vida, se presenta como soluciones a
problemas que plantea el quehacer diario”, y acrecienta, “la literatura plasma en forma artística esa realidad”.
Shilock prestaría un servicio a
Antonio. Dolosamente seria un servicio mal hecho, tanto en su apariencia como
en sus consecuencias para la salud del que consideraba su alma enemiga. Existía
una clausula penal contra el desorden público, contra la deshonra, contra el
deshonor. No le sería muy difícil buscar condición suficiente para aplicarla.
Era rico, bien conceptuado en su medio, tenia instrumentos suficientes y la
víctima le caía en sus manos como dadiva del cielo.
-
Señor
Antonio, veces y veces en el proceso anterior me habéis maltratado a propósito
de haberle reclamado una deuda que no teníais conmigo. Tengo usted por
solvente, sin embargo sus recursos son hipotéticos; tiene usted una jubilación
que pierde valor año a año; eres dueño de una casa que valoriza por imposición
del ayuntamiento y te hace pagar más impuesto, la viejez ha tocado techo en
vuestro hogar y ni siquiera un cochinillo de Indias ya sois capaz de cuidar. No
obstante, como os considero hombre solvente, pienso que te podré cuidar
aceptando como pagaré su fiel amistad.
Armado estaba el arco y tendida la cuerda, necesario era evitar la flecha.
Anciano, ¿qué pretendes?
¿esperas que el miedo imponga silencio al deber,
cuando seducido por vanas palabras inmolas tu poder a la lisonja?
En el pasado histórico había
precedentes en Tyburn
Tyburn, como todos sabemos, es sinónimo de pena capital aplicada durante
muchos años a mártires católicos acusados de traición al soberano legislador.
¡Qué
fisionomía semejante a un hipócrita publicano! – Pensaba Shilock, el
sacadientes cirujarno,- Le odio porque es
católico, pero mucho más todavía porque,
en su pequeña simplicidad, hace sus favores gratis y provoca a la baja la tasa
de usura por favores pagos.
Antonio, toma cuidado con esa
amistad .- Susurraba el ángel siniestro
a los oídos de Antonio.
Bah, estoy seguro de que no debe
ser malo. De que serviría una mala amistad? - Contra argumentaba el ángel diestro.
El alma de Shilock respondía dejando a
las claras el verdadero espíritu de la letra de su ley,
-
Para
cebar a los peces. Alimentará mi venganza, si no puede servir para cosa mejor.
Ha arrojado el desprecio sobre mí, me ha impedido ganar mucho dinero; se ha reído
de mis perdidas, se ha burlado de mis ganancias, ha menospreciado mi religión,
ha dificultado mis negocios, alejado a mis amigos; y ¿qué motivos tenia para
todo esto? Un ligero dolor por el servicio que yo le he hecho? Prevenid a los
santos evangelios: ¡quiero tener su corazón en mis manos!
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