LA
LETRA Y EL ESPÍRITU DE LA LEY (I)
Reflexiones
sobre un caso penal
Capítulo
XVII (de no sé cuantos)
Cuando seguimos la letra de la ley
estamos obedeciendo la interpretación literaria que hacemos de las palabras
contenidas en la ley. Por otro lado, cuando uno sigue el espíritu de la ley,
sin atenerse al significado variable de sus palabras, está queriendo seguir los
pasos que el autor de la ley deseaba que fuesen seguidos.
Un deseo intencionado de obedecer la
letra de ley, dejando de lado su espíritu, puede conducir el debate por sendas
de explosiva tecnicidad, ambigüedades complicadoras del proceso o, aun, puede
ser camino de fuga delante de ciertas dificultades en aplicar la ley.
William Shakespeare en su obra el Mercader
de Venecia introduce la tesis de la letra como objeción quisquillosa en
contraposición con la antítesis del espíritu para salvar a ambos, la letra y el
espíritu de la ley.
El señor X, sinónimo espiritual del
señor Shilock, era un cristiano que hacía de su profesión de sacadientes su
natural medio de vivir con mucho dinero. De otro lado, el señor Y, también
cristiano y sinónimo espiritual de Antonio, era un pobre hombre culturalmente
rico, que necesitaba restaurar algunos dientes destruidos por la inclemencia de
muchos temporales, aquellos que siempre
acosan un hombre que va haciéndose viejo. En el pasado ambos habían tenido
algunas discusiones. Durante las sesiones de tratamiento dentario, el señor X
hablaba efusivamente de su condición santa de hombre religioso, siempre alegre,
optimista, iniciaba el trabajo cantando “Cristo es amor, Cristo es mi fe,
Cristo es mi vida”.
Un dia, Shilock preguntó a Antonio
-Tu tienes religión?
-Sí, también soy cristiano como tú.
La broca cirujana comía el esmalte de
los dientes sanos de Antonio.
-
Eres
evangélico?
-
Soy
católico.
La broca se puso a girar más rápida y
resbaladiza, moliendo algunos pedazos de tejido, del que brotaba un líquido
rojo que teñía la bañera blanca del
samaritano, santo y emérito sacadientes.
A partir de este momento, en que la
división cristiana se ponía de manifiesto, todo argumento positivo Shilock lo
ponía a crédito de los evangelistas, por los cuales él se sentía ungido, y todo
pensamiento malo iba a débito del cristiano católico, de quien Shilock pensaba
que Antonio era un legítimo representante. Parecía la renacencia montada en un
consultorio, del modelo imperante en el imperio unificado de los dos Carlos,
llamado uno el primero, por ser rey de España y V el segundo, por ser rey de
Alemania. Que los dos monarcas fuesen la misma persona es un detalle de la
santa dualidad que aquí en este cuento nada cuenta. Lo cierto, si cabe decir, es
queShilock iba directo al asunto de su empollación religiosa, ora atacando la
estructura del santo barroco y la falibilidad divina del Papa humano, ora
defendiendo la lectura de la biblia sin otro intermediario que no fuese su
propia palabra, que él consideraba iluminada por los evangelios. La prosperidad
material era destacada, la usura, un instrumento virtuoso para alcanzar la
prosperidad material. El mister Y seria un medio de venganza contra las ofensas
recibidas por medio de una señora abogada,
quien lo castigara en su intento logrado de engañar un cliente
cobrándole dos veces por un servicio de calidad que no había cumplido por el
espíritu del acuerdo previamente establecido bajo el son del silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario