domingo, 6 de octubre de 2013

CASO PENAL XVII


LA LETRA Y EL ESPÍRITU DE LA LEY (I)

Reflexiones sobre un caso penal

Capítulo XVII (de no sé cuantos)

Cuando seguimos la letra de la ley estamos obedeciendo la interpretación literaria que hacemos de las palabras contenidas en la ley. Por otro lado, cuando uno sigue el espíritu de la ley, sin atenerse al significado variable de sus palabras, está queriendo seguir los pasos que el autor de la ley deseaba que fuesen seguidos.

Un deseo intencionado de obedecer la letra de ley, dejando de lado su espíritu, puede conducir el debate por sendas de explosiva tecnicidad, ambigüedades complicadoras del proceso o, aun, puede ser camino de fuga delante de ciertas dificultades en aplicar la ley.

William Shakespeare en su obra el Mercader de Venecia introduce la tesis de la letra como objeción quisquillosa en contraposición con la antítesis del espíritu para salvar a ambos, la letra y el espíritu de la ley.

El señor X, sinónimo espiritual del señor Shilock, era un cristiano que hacía de su profesión de sacadientes su natural medio de vivir con mucho dinero. De otro lado, el señor Y, también cristiano y sinónimo espiritual de Antonio, era un pobre hombre culturalmente rico, que necesitaba restaurar algunos dientes destruidos por la inclemencia de muchos temporales, aquellos  que siempre acosan un hombre que va haciéndose viejo. En el pasado ambos habían tenido algunas discusiones. Durante las sesiones de tratamiento dentario, el señor X hablaba efusivamente de su condición santa de hombre religioso, siempre alegre, optimista, iniciaba el trabajo cantando “Cristo es amor, Cristo es mi fe, Cristo es mi vida”.

Un dia, Shilock preguntó a Antonio

-Tu tienes religión?

-Sí, también soy cristiano como tú.

La broca cirujana comía el esmalte de los dientes sanos  de Antonio.

-        Eres evangélico?

-        Soy católico.

La broca se puso a girar más rápida y resbaladiza, moliendo algunos pedazos de tejido, del que brotaba un líquido rojo que teñía la bañera  blanca del samaritano, santo y emérito sacadientes.

A partir de este momento, en que la división cristiana se ponía de manifiesto, todo argumento positivo Shilock lo ponía a crédito de los evangelistas, por los cuales él se sentía ungido, y todo pensamiento malo iba a débito del cristiano católico, de quien Shilock pensaba que Antonio era un legítimo representante. Parecía la renacencia montada en un consultorio, del modelo imperante en el imperio unificado de los dos Carlos, llamado uno el primero, por ser rey de España y V el segundo, por ser rey de Alemania. Que los dos monarcas fuesen la misma persona es un detalle de la santa dualidad que aquí en este cuento nada cuenta. Lo cierto, si cabe decir, es queShilock iba directo al asunto de su empollación religiosa, ora atacando la estructura del santo barroco y la falibilidad divina del Papa humano, ora defendiendo la lectura de la biblia sin otro intermediario que no fuese su propia palabra, que él consideraba iluminada por los evangelios. La prosperidad material era destacada, la usura, un instrumento virtuoso para alcanzar la prosperidad material. El mister Y seria un medio de venganza contra las ofensas recibidas por medio de una señora abogada,  quien lo castigara en su intento logrado de engañar un cliente cobrándole dos veces por un servicio de calidad que no había cumplido por el espíritu del acuerdo previamente establecido bajo el son del silencio.


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