Durante más de medio siglo de vida en el extranjero he podido observar un sinnúmero de cambios en el desarrollo de mi conciencia. Aprendí que el desarrollo era posible y yo creí que debía emprender el camino de esa posibilidad. A mi alrededor convivían riquísimas experiencias oriundas de casi todas las clases sociales del mundo. Obviamente, sus vidas no eran registro de un camino infalible para el suceso continuado, si lo fuesen, ellos serían los eternos bien sucedidos, pero ahora, que me propongo hacer un análisis de sus vidas pasadas, veo que en algún momento esa riqueza ha fallido, un gran número de ellos han dejado de respirar y la solidez de lo que me parecía tan rico acabó desapareciendo en consonancia con la descomposición del cuerpo.
Para seguir adelante debo concentrar mi pensamiento en algo que sea algo más duradero que la estructura de la materia, debo pensar en algo que me deje andar con más libertad, en algo que me permita estar en cualquier lugar sin cansarme, sin aborrecerme, con tiempo para plantar, con tiempo para comer, con tiempo para morir sin pensar en el tiempo que he perdido viviendo.
He visto como algunas personas desarrollaran algunas estrategias para aproximarse a ese estado de esencia infinita. Eran estrategias que parecían funcionar para algunos y parecían no servir para otros. Me envolví en la práctica de muchas de ellas y sentí como eran capaces de dominarme y castigar mi obediencia a las fórmulas, algunas veces, con un rotundo fracaso, en otras con un moderado suceso según las circunstancias y, por insistir en un fin que después de alcanzado, fuera cual fuera, dejaba de entusiasmarme. ¿Que fuerzas existen en la vida de un hombre que consigan explicar tanta divergencia en su forma de pensar y vivir? ¿Como podemos colorir esas fuerzas y permitir que la naturaleza animal se iguale en aquello que suponemos que en el espíritu todo es igual?
El lunes pasado nuestro ministro de hacienda ha venido a público para decirnos que el déficit en la balanza de pagos en el año 2011 había sido 8,51 % del PIB y no 6 % como lo decían desde el gobierno en retirada.
Algo no funciona en la contabilidad española. Ya han dificultado al extremo la participación democrática de los españoles en el exterior, bajo alegación de que el CERA estaba mortalmente contaminado por la voluntad de españoles muertos y no era lógico que un pequeño grupo de seres del otro mundo decidiesen a favor de sus ideas el resultado de una votación local, autonómica e, incluso, nacional. Fue un pavor tétrico que los políticos desarrollaron e hicieron creer a los paisanos que era mucho mejor olvidarse de los españoles vivos que promover una investigación seria en los registros del CERA y dar baja a aquellos españoles que realmente ya habitaban otro mundo mejor.
He coordenado un grupo de trabajo compuesto por un grupo de técnicos e ingenieros responsables por la planificación de los medios de producción en una empresa líder de mercado y con 50 mil empleados, todos, en aquella época, con nóminas y beneficios sociales realmente envidiables por el resto de la población. Pude observar como cada técnico o ingeniero aplicaba su modelo particular en la elaboración de presupuestos bajo el dominio de su responsabilidad. Para aprobar y finalizar el proyecto, las particularidades eran registradas en un modelo común de programa donde, en síntesis relatorial, se exponía la necesidad de un valor específico para transformar el proyecto en realidad, considerando un precio del producto asumible por el mercado bajo la idea de que el precio permitiría sobrepasar el punto de equilibrio entre ingresos y gastos y alcanzar el lucro presumido.
Es evidente que la precisión matemática de lo presupuestado comparado con la suma integral de lo sacado en caja nunca coincidía. Por norma interna, era permitido un error práctico de hasta cinco por cien, para más o para menos. Curiosamente, cuando erraban a mayores, esto es, lo presupuestado superaba los 5 % de lo que realmente se invertían en gastos efectivos del proyecto, nunca vi aplicar cualquier sanción, y de hecho los jefes se mostraban contentos por haber obtenido algún ahorro en la ejecución de lo programado. Pero cuando los gastos reales alcanzaban los cinco por ciento a más, el departamento financiero solicitaba el degüello inmediato del técnico o ingeniero que había cometido tan inestimada falla.
Sabemos que las cuentas de Percebes no las llevan los políticos que mandan y desmandan después de una elección. Las cuentas son llevadas por peritos oficiales con elevado grado de escolaridad. Hasta que las cuentas sean declaradas reales, todos sus componentes pasan por el cribo de autoridades que ganan buenos sueldos para fiscalizarlos. Además, en vuelta del presupuesto están todas las personalidades políticas, siempre cuchicheando el tipo de ventajas y desventajas, oportunidades y casualidades del momento. Actualmente, las cuentas del Estado vienen siendo vigiladas por la secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos, Marta Fernandez Curras, el ministro de Hacienda, Cristobal Montoro y el secretario de administraciones publicas, Antonio Beteta, para no hablar del Presidente y de la Vicepresidenta y otras muchas autoridades. Vamos, que no existe ninguna razón para equívocos, insinuación de culpa, o prosternación a la ignorancia resabiada con el interés de producir renta política, llevando la pelota a Bruselas para que la devuelvan con cauda de caramelo, según el pacto del momento, o con un precio fuera de propósito para que lo ingresen en la cuenta del pato, que habiendo sido zapatero también fue un honesto gobierno.
En principio, la elaboración de un presupuesto, la aplicación de ingresos en programas específicos, la fijación de metas y prioridades son de la responsabilidad del gobernante político, que se utiliza del conocimiento técnico de instituciones públicas creadas para ese fin. No obstante la gran complejidad de un programa presupuestario, no me parece que deban tener mucho trabajo para aprobarlas, ya que esas cuentas están regidas por modelos normalizados desde la Eurostat.
Los modelos han sido idealizados para intercambio de datos y metadatos estadísticos por siete organizaciones internacionales: Eurostat, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, La Comisión Estadística de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Banco de Pagos Internacionales.
El sistema de registro dispone de herramientas suficientes para disponibilizar los datos en tiempo real de registro y con programas muy simples para síntesis del contenido. Cualquier organización que lo solicite tiene acceso libre a los datos y puede hacer diagnostico del estado económico y, en consecuencia, establecer el pronóstico al capricho de su conveniencia. El PSOE lo sabía. Por supuesto, el PP, sabedor que llegaría al gobierno, tenía el derecho y la obligación de conocer todos los datos estadísticos para adaptarlos a su programa político de ejecución presupuestaria.
Un deslice que consideraba un saldo deficitario del 6 %, cuando en la realidad en el 31 de diciembre estaba en 8,55, % fue un fallo de calidad muy allá de aquella que ha sentenciado el juez Garzón al ostracismo de su profesión misionaria de fe en la Justicia. Por la relación entre lo dicho y lo real (también un dicho que puede ser alterado por cualquier entredicho o desdicho) faltó a lo dicho 30 cualquier cosa para alcanzar los cien real. Por la relación inversa, que compara lo real con lo dicho, se hace necesario tirar 42,5 para llegar a los cien antes contados. Por cualquier lado que se mire, la meta es muy dificil de ser alcanzada y las previsiones se hacen dignas de la filosofía de un estado propicio al terror.
Llaman Spillover a las externalidades de la actividad económica cuando afectan aquellos que no están directamente envueltos en el proceso. Efecto Spillover lo produce aquella variable económica que no puede ser alterada por políticas vigiladas desde el gobierno central. El Spillover puede afectar todos los paisanos para mejor o para peor sin que ellos puedan hacer nada para mejorar o corregir el efecto. En tesis, todos los españoles estamos sometidos a externalidades del gobierno que dicta derechos y deberes sin la participación o la voluntad del parroquiano.
En un sistema de trabajo, orientado por el interés capitalista y un gobierno claramente a su favor, jamás se alcanzará el estado de equilibrio con pleno empleo y el bienestar determinado por un óptimo de Paretto, debido a que el principal interés se concentra en lo privado y se disuelve en lo social.
Como todo surfista resbalador en las ondas de internet bien lo sabe, el adviento de nuevos vientos políticos que consiga mejorar el clima en una determinada autonomía sin perjudicar otras de su entorno es efecto conocido como eficiencia de Pareto. El Óptimo Pareto se refiere a eficiencia en la distribución de recursos y no a la distribución igualitaria de los bienes disponibles.
Hemos visto como las autoridades monetarias aplican el modelo óptimo Pareto. En tres meses y mediante dos subastas - alerta mi amigo el economista , paisano y parroquiano de la calle de arriba, señor Pousa- el BCE ha inyectado en la banca europea más de un billón de euros (1012 ) a un interés relativo considerado moderado en el apetito voraz de la fiera capitalista. La calderilla despejada en forma de pequeñas gotas sobre la cabeza de microempresarios y los hogares de Perceebes es un ejemplo de la eficiencia de Pareto, son gotícolas de sudor que por muy poco alivia la sed de quien andaba seco, supuestamente algunas cajas gallegas, sin perjudicar la secura mortal de los que viven amarrados a la cola del paro, ni alteran la causa deshumana que lleva desgracia al desahuciado. La prioridad es recortar el déficit caiga quien caiga y lo óptimo lo pueden obtener buscando el mejor interés para esa nueva deuda de un billón en la economía de los PIGS (acrónimo retirado del sentido que los ingleses dan a esa palabra)
Los intereses que pagan los BRiCS (acrónimo Brasil, Rusia, India, China y Afríca del Sur) son mayor atractivo para aplicación eficiente del pequeño trabajo que da emitir obligaciones del Tesoro Europeo. El gran problema a la inteligencia financiera está en la pequeñez del mundo global que ha permitido que los indios de cualquier latitud sepan defenderse de la promesa ambigua de la cruz y no les entusiasma el brillo de la plata que refleja la punta y el doble filo de la espada.
El mundo desarrollado compatibiliza intereses del bienestar con el fenómeno de la guerra cambial. La munición en este tipo de guerra es la moneda nacional. Barateando la moneda, un país consigue exportar más de todo que produce. Exportando más sobra menos, las personas tienen la sensación de que necesitan trabajar más para aumentar su seguridad. En el otro lado la sensación es de victoria, es la sensación de tener riqueza con mucho menos esfuerzo. A largo plazo los desequilibrios son enormes y un enorme mal invade los dos lados, provocando fuerzas endógenas y exógenas capaces de destruir las fuerzas divergentes y liberar nuevos intereses capaces de buscar el equilibrio estable. Estable por poco tiempo y como estrategia para reiniciar el camino de la disparidad social, pues es sabido que hombre blanco es blanco pero no es de hierro.
Hasta hace poco tiempo el Brasil mendigaba, con el apoyo técnico del FMI, moneda fuerte para financiar el crecimiento económico del país. Fue una locura con desvalorización diaria de su moneda en tasas superiores a la que hoy contempla el real durante un año. El trabajador endeudaba todo su sueldo para reducir el perjuicio que la inflación causaba en el acto de recibir, en cuenta corriente, crédito de su trabajo. El trabajador que dependía de su esfuerzo para conseguir algún ahorro para emplearlo en el futuro veía frustrado su intento por la voraz boca de la inflación. Mismo aquellos que tenían buenos sueldos y contribuyeron religiosamente con los mandamientos de la Seguridad Social vieron, a la hora de la respectiva reciprocidad del beneficio, como esta aplicaba técnicas absurdas de desvalorización de la pensión debida a los trabajadores jubilados. Fue necesario la voluntad de un obrero metalúrgico, con apenas cuatro dedos en una mano, un pasado de miseria emigrante y sin ninguna formación en el formalismo clásico de la educación certificada en diplomas oficiales para cambiar toda una realidad mayoritariamente miserable y transformarla en otra levemente niveladora.
Una gran parte de ese billón de euros destinados a la banca, lejos de ser aplicado en el objetivo explicito que le dio origen, será desviado hacia economías que ofrecen rentas fijas, mucho más substanciales al interés bancario que el interés social de restaurar el bienestar de un paisano que habita parroquias lejos de la capital y que el capital no las reconoce ni le interesa saber que existen.
Una herramienta que el Brasil aplica para disminuir la entrada de capital especulativo es el IOF (Impuesto sobre Operaciones Financieras). Paradoxalmente, cuando el gobierno aumenta ese impuesto, las tasa de interés que las familias son obligadas a pagar para cumplir sus obligaciones financieras también aumentan y, contra las expectativas declaradas, la presión sobre el influjo de ingresos también aumenta, con poco beneficio a las personas que pagan tan altos intereses pero sin el maleficio adicional a las personas que en Grecia, Italia, España y Portugal ya están desempleadas.
Lawrence R. Klein ganó el premio nobel del año 1980 en consecuencia a la creación de modelos econométricos y su aplicación en el análisis de las fluctuaciones económicas y sus correspondientes políticas.
Muchos economistas se preocupan por la influencia de la educación en el empleo futuro. Para eso colectan datos empíricos para establecer correlación entre los años dedicados al estudio y los ingresos que obtienen después que ingresan en el mercado de trabajo. El gran problema en el estudio de la correlación entre eses datos es que ambas variables son influenciadas por un conjunto de otros factores. Por ejemplo, el hecho de haber tenido suceso en algún negocio puede motivarnos a realizar algún estudio en paralelo para obtener certificación de conocimiento que justifique, a los ojos de quien nos debe, nuestro suceso. Muchos impuestos obedecen mucho más a un capricho aleatorio del legislador, quien para darle sentido argumenta con un supuesto retorno en la forma de un beneficio social. El suceso reconocido después de una campaña electoral da argumentos al partido victorioso para aumentar tasas tributarias, menos por un imperioso deseo de resolver un problema económico-social y sí por sus particulares razones ideológicas de sostenerse en el largo plazo. En casos en el que el crecimiento del gasto es debido a tasas más elevadas, siempre aparecen fuerzas trabajando sistemáticamente en direcciones opuestas. Lo prudente para establecer alguna conclusión sería observar el comportamiento de los ingresos después del cambio promovido por razones ideológicas. Pero ahí las explicaciones saltan de la lógica común para explicar lo obvio, lo que, infelizmente, no satisface a nadie.
En macroeconomía, a mayores gastos corresponde ingresos mayores. Un aumento en la tasa de impuestos retira poder de compra de los consumidores, lo que equivale a reducir sus ingresos. Habiendo menos ingresos el consumo decae. Habiendo menos consumo el total de ingresos oriundos de los impuestos de fabricación y consumo decrece. Esto es lo que se puede deducir de un modelo empírico elaborado para dar explicación a ese mismo modelo. Pero también podemos sacar de la aljibera del mundo real modelos que apoyándose en las mismas variables ofrecen resultados opuestos.
En algunos modelos el Gobierno gasta más y los ingresos reales no crecen. El consumo aumenta sin ingreso que lo justifique. El dinero antes atesorado sale a superficie para respirar y limpiar el desperfecto que causa la polilla, pierde valor para acelerar la economía en un ruidoso alarme de sus engranajes promovidos por los granujas de la especulación
En la teoría del desarrollo, el monopolio juega un importante papel tanto en las causas como en las consecuencias de la innovación, dicen. Sin el poder del monopolio las empresas consideran que pierden motivación para la innovación. Por otro lado, las inteligencias que no viven al amparo del monopolio son inhibidas en su esfuerzo natural por buscar innovación, porque no están suficientemente capitalizados para pagar los altos costes de registro de lo que creen que sería patente origen de una futura riqueza. Es un tema que acompaña la teoría del crecimiento del comercio internacional y las grandes organizaciones industriales. El monopolio de la propiedad intelectual a largo plazo acaba perjudicando el crecimiento y es factor que inhibe la innovación, o así lo creen los activistas digitales y abogados defensores de la libertad de poder navegar libremente en las asas de internet, sin que sea violado la privacidad ni pongan cualquier traba a su libertad de expresión.
El esfuerzo cultural de Lawrence R. Klein fue concentrado en la busca de modelos matemáticos con el objetivo de hacerlos instrumentos de análisis, interpretación y predicción de las diversas variables del sistema económico, como la moneda, el precio, los impuestos, los ingresos y gastos, las posibles y variadas reacciones de las personas delante de políticas innovadoras, conservadoras o cualquier otra política de algún modo afecte la normalidad de la vida en evolución. Los elementos que contribuyen a la formulación de un buen modelo econométrico son: teoría matemática, estadística o registro histórico de datos empíricos y la filosofía económica, que es la ciencia que consigue dar interpretación racional a ese trípode en que se asienta la información cultural.
La econometría, a pesar de la formalidad de su precisión matemática, no pasa de una singular herramienta, útil como puede ser el sacho o el arado para labrar la tierra y sacarle algún provecho. El provecho no depende del arado ni del sacho sino de lo que sabe, piensa y decida la voluntad de una persona y, por supuesto, el concurso de alguna fuerza extraña al antojo del azar, que a diferencia del expillover puede manifestarse en su dual forma, para felicidad o desgracia del cosechador de ilusiones. La econometría, para explicar una variable económica, siente necesidad imperiosa de apoyarse en los brazos de otras variables. Si las variables de apoyo son muestras fieles de un conjunto verdadero, la variable explicada por el modelo econométrico puede pertenecer a ese conjunto verdadero y con una gran probabilidad de acierto de las predicciones que de esa verdad pueda derivarse. Pero la probabilidad, como todos sabemos, es sinónimo de lo incierto, dudoso, riesgo, azar, según el momento de su aplicación o del contexto en el que la probabilidad se aplique.
Los cinco duros que mi padre me daba, para arrancarle provecho en las fiestas patronales en honor a un figura retirada de los juncos de la ribera, entre el puente de Globa y el rio Madriñan, no podía emplearlos en mala cosecha. En la alameda siempre había una ruleta rodeada de gente mayor que apostaba en un determinado número para ganar premio si la bola parase en aquel determinado lugar. Entre la multitud siempre había un jugador que tomaba la iniciativa del juego y siempre ganaba, motivando otros que se alternaban en juego que siempre perdían. Como el juego se repetía con mucha frecuencia durante la misa y después durante el concierto de alguna banda de música de algún pueblo gallego, yo calculaba con el poder de m i intuición la frecuencia de la probabilidad de ganar y la comparaba con la probabilidad de perder. El resultado, intuitivamente matemático, dependiente de las variables que entraban en el juego era extremamente preciso.
Para el auxiliar del ruletero la probabilidad de gano era del orden del cien por cien, exactamente igual a la probabilidad que los fieles confesados y comulgados tenían de perder. Con el tiempo fui ingresando en la teoría de la regresión lineal, y tuve el atrevimiento de encauzar sobre una línea reta una variable dependiente de otras, muy vanidosas por las extrapolaciones que hacían de su independencia. Yo fui una de esas variables dependientes que buscó el apoyo de variables explicativas que se multiplicaban a sus posibles variaciones en un plano vital de parámetros desconocidos, todos sumados a una perturbación aleatoria de la realidad siempre asociada con el azar. Resumiendo, un verdadero cachondeo del tiempo utilizando el tiempo como herramienta para una buena diversión.