Yo se lo explico.
Un contracanto a la crítica del canto de Pousa puede ser la misma cosa que la voz opuesta que realza el timbre del tenor. Un bajo retumbante sobre la línea melódica del clarinete de Caliclaudia es necesario para dar armonía a la música que hoy suena en el tinglado de la Opinión.
Portadores del A/H1N1 no son necesariamente pobres o ricos, nobles o plebeyos, reyes o lacayos, ni puercos, ni aves. Son personas que andan erectas sobre dos piernas, tienen boca y nariz, respiran del mismo modo que se respiraba en los felices tiempos del Neandertal, sin la mínima noción de la idea capitalista que nos orienta a gastar menos aire en más tiempo, para su ahorro y correspondiente gasto por ocasión de la cremación de nuestro superior cuerpo humano.
En el mundo globalizado por la virtualidad iónica, no hay distancias, no hay materialidad, no hay dolor definido; pero hay ojos que ven, oídos que escuchan y conciencias que piensan y dedos y voces que se dedican a formular ideas en la conciencia de quien está dispuesto a digerirlas. El alma virtual despierta emociones y la emoción activa el resorte que nos alerta sobre los cambios de un estado permanentemente mutante. Todo ente digestivo produce su particular y característica mierda, que hasta hace poco tiempo (y todavía hoy en los países dichos al margen de la civilización) integraba la escala de la actividad biológica, desde el más insignificante virus hasta el más opulento elefante.
El tercer milenio, liderado en los primordios por el señor Bush, ha querido poner una zanja entre ricos y pobres. El muro de Berlín, tan fustigado por el capitalismo moderno, ha sido reproducido en diversas partes del mundo. El rico judío ha construido murallas enormes para segregar el árabe pobre en su propio territorio. El imperial norteamericano construye un enorme paredón para segregar al otro lado del Rio Grande sus vecinos mexicanos. Y ahora nos llega el momento de ponernos un tapabocas y un cubrenarizes para defensa contra un microscópico ser, inteligente guerrero trenado en estrategias de ataque en el cuerpo de nuestros sufridos puercos.
Es curioso observar como nuestro patricio Caliclaudia consigue formular el antidogma de algunas verdades, a saber:
1. Los malos no son malos y para dejar de ser pobres deberán continuar explorando los demás hermanos (también padres e hijos) pobres.
2. Los pobres no son pobres por causa de algunos pocos ricos. Los pobres son naturalmente malos y merece ser excluidos del selecto Club de los ricos.
Se lo explico: si Caliclaudia hubiese embarcado en el Arca de Noé, daría un escopetazo al ave que regresó anunciando el fin del diluvio. Los puercos con su gripe porcina de Swine Flu continuarían plácidamente tranquilos en las aguas mansas del firmamento, para gloria del señor y máximo representante de la Opulencia.