sábado, 18 de febrero de 2012

MOCIÓN DE CEENSURA


No quito ni pongo Rey y no hay señor que pida mi ayuda.

Pienso haber conocido personalmente todos los alcaldes de Cee en estos casi 73 años de mi vida. Los conocí en sus respectivas residencias y también en el interior de las casas consistoriales de Cee. El alcalde más antiguo del que guardo memoria fue el alcalde Villaverde, un hijo suyo fue mi amigo en tiempos de escuela primaria. El último, hasta este momento, es el alcalde Ramón Vigo, hijo de mi amigo Ramón Vigo, de quien he sido vecino en la calle donde vivían sus padres,  hermanos y hermanas y que, posiblemente, será de él por herencia natural.

Si prospera la moción de censura articulada desde el PP y BNG, el siguiente alcalde podrá ser mi amiga y ex colega de partido, Sra. Zaira. Pero si por cualquier otra circunstancia   los concejales deciden nombrar Daniel Oca Alcalde de Cee, puedo afirmar que también lo conozco personalmente, a él, como también conocí a su perro negro que tenía la manía de depositar un monte de caca exactamente debajo de la cesta del campo de baloncesto, en el colegio Fernando Blanco,  donde yo practicaba el arte de echar pelota en el aro (este hecho ocurrió hace casi diez años cuando Oca, a pesar de su formación académica, no imaginaba ser candidato a ningún puesto político).

En las actuales circunstancias me es muy dificil tomar partido. Influenciado por un emisario de Aznar, adopté el PP creyendo que era un partido democráticamente popular. Me equivoqué y pedí a Zaira que diese baja a mi condición de filiado, filiación que había sido  honrada con carta firmada personalmente por Aznar, pero deshonrado por un maquiavélico comportamiento de un ex diputado provincial y ex alcalde de Cee, que se decía muy amigo mío. Me entusiasma el PSOE porque fue el partido escogido por mi padre y yo a él no me filié por un monte de circunstancias que el destino pone en nuestro camino. Con alguna sospecha, yo creía que Vigo sería, dentro del conjunto de los candidatos a concejal, el más indicado a llevar la gobernanza del concello de Cee. Sin cualquier duda de mi parte, Vigo sobresalía sobre la condición de Antonio y Amanda. No me equivoqué en la pretensión de mi pensamiento, pero los malos hechos, sin resolución hasta el presente momento, indican moral impropia para ejercer el cargo de máxima autoridad en la villa  de Cee. Por un principio de ética, tanto en su condición de alcalde como en su profesión de médico, Vigo debía renunciar al cargo político y concentrarse en la defensa de su honra.

La moción de censura era previsible y late renovadamente a cada nacer del sol. Sin tener señor que me obligue a correr en su ayuda, sigo paciente el desenrollar de los hechos políticos en la Cee Villa del Mar de mis recuerdos.  




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