No eran todos, los que manifestaban cierto repudio velado a los inmigrantes suramericanos, profundos conocedores del Brasil, su historia, su geografía y la grandiosidad con que SIEMPRE acogieron los emigrantes españoles, sin discriminarlos en razón de credo religioso, político o económico. Me atrevo a decir que la gran mayoría de los españoles residentes, incorporando la grandeza imperial del europeo pretenciosamente rico, vanidoso, soberbio y muy amigo del bárbaro Busch, pasó a considerar cursi cualquier conocimiento vinculado a la cultura brasileña. Me acuerdo de una vez, en el aeropuerto de Barajas, cuando informaban la partida de un avión para el Brasil, casi todos los comerciantes se apresuraban a cerrar sus puertas para reabrirlas al momento que anunciaban partida de avión hacia Europa o Estados Unidos. Lo mismo observé con los aviones que partían para Argentina o cualquier otro destino suramericano, decían que daba mucho trabajo y poco dinero venderles artilugios de Toledo.
Pasó a ser común por aquí la divulgación de noticias que hablaban de la deportación de personas presas en Madrid, acusadas de inmigración ilegal cuando habían ido a España atraídas por un profundo sentimiento de conocer el país de sus antepasados. Muchos estudiantes reportaban que en Madrid las autoridades se referían a ellos llamándolos cachorros, algo muy insultante en la cultura brasileña. He sentido como algunos amigos míos insinuaban comportamientos indecentes en personas inmigrantes. Cuando conseguí hablar íntimamente con algunas de esas personas, pude observar como era gente íntegra, culta y con moral elevada a pesar de las circunstancias que a algunos apenaba por la dificil situación de vivir en un país hostil.
En mi personal caso, aún siendo gallego de pura cepa, descendiente por línea directa de Adan y Eva, desde los tiempos que habitaban el campus tellae de la Via Láctea, sufrí en la piel la desidia de las autoridades españolas, que me mostraban sin piedad el poco aprecio que tenían al emigrante retornado y dificultaban hasta la raya de lo absolutamente irracional mi reinserción en las variantes de una cultura en estado de transmutación.
España es un país con mucha inversión de empresas privadas en el Brasil. He visto en la TVE cierta promoción del Brasil como opción al paro en España. Es verdad que actualmente en el Brasil hay mucho trabajo, pero la reserva de trabajadores brasileños es muy grande y, contra lo que se diga por aquí, es muy competente y está bien preparada para enfrentar cualquier DESAFIO.
A partir del día 2 de abril, los españoles que entren en el Brasil serán sometidos a una “inflexible” lista de exigencias, determinadas por el gobierno brasileño para obtener autorización de entrada en el país.
Dicen que lo hacen por un principio de reciprocidad. Algo que yo me cansé de reivindicar a las autoridades gallegas, específicamente al conselleiro Miras Portugal y, directamente por e-mail, al senador de España y presidente de Galicia, el saudoso señor Fraga.
Lo que ahora vemos en la relación bilateral de dos estados soberanos es ¿reciprocidad o retaliación?
Lo que sea, es justo y el Brasil lo aplicará en la medida adecuada, estoy seguro, sin los excesos cometidos en España incluso contra los propios españoles.
Exigencias para un español que ingrese en el Brasil:
Pasaporte válido por, mínimo, seis meses. Billete de ida y vuelta. Reserva de hotel o carta convite si se hospeda en casa de amigos o parientes. Demostrar condición financiera para soportar gastos mínimos de R$ 170,00 al día (cien dólares).
Aunque pueda parecer mucha cosa para el orgullo herido, no es nada comparado con los malos tratos que algunos brasileños han recibido en España.
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