martes, 14 de febrero de 2012

PICOLINO


Vivimos días de novedosas noticias que van colocando nuestra extremada península ibérica en el foco espacial del universo global.

El lunes pasado, tuvimos la novedosa noticia del lanzamiento del satélite vigués desde el Centro espacial de Kourou, en la Guyana francesa. El Vega se une a la flota formada por el pesado lanzador Ariane 5 y Soyuz, que laboran desde el Puerto Espacial Europeo enclavado en tierra americana con bandera francesa.

El lunes 13, ayer, fue  un gran día para nosotros, los hijos de Pindoschan y los más de mil obreros que ha participado en toda y cualquier decisión que ha permitido el desarrollo del lanzador ligero más avanzado y competitivo del mundo. Entramos en una nueva fase para lanzamiento de nuevas y variadas misiones científicas y tecnológicas: VERTA, que, en una de las variantes versiones de la lengua hablada por Breogán, significa Vega Research, Technology and Accompaniment programme.

Vega, para conocimiento de los que estamos desempleados, tiene contrato comercial con Arianespace; otros contratos millonarios están en negociación. El torpedo Vega fue diseñado para un variado arreglo de misiones con metas específicas para dar respuesta flexible a las oportunidades de mercado (Vigo se ha cuajado en ese mercado millonario). Semejante a otros pequeños lanzadores, el Vega consigue poner en órbita circular (altitud 1.450 km, inclinada 69,5 grados de la línea del Ecuador) peso muerto que pueden variar en equivalencia de 3 y 35 personas, muy poco peso si lo comparamos con el peso vivo que nuestra galera Santa María, La Gallega,  consiguió transportar, sin derecho a retorno, a una distancia más lejana, Puerto Príncipe. Vega va ser capaz de traernos la seguridad que en estos días tan inseguros necesitamos para enfrentar la competitividad como complemento a la productividad que esperamos de nuestros trabajadores parados.

En otro puesto de lanzamiento, cerquita de nosotros, en la meseta castellana, el viernes pasado el gobierno ha acordado lanzar al espacio una serie de picolinos paquetes dentro del programa Reforma Laboral. Habrá una espectacular subida salarial hacia abajo en función de la excepcional fuerza gravitacional que, para honor de la flexibilidad austera, no será reversible a menos que a vaca tusa e o boi poña leite polos cornos.

Pero ni todo que desde la meseta se lanza al suelo es mala noticia. Nos llegarán los picoloempleos en forma de minimetralla, muy capaces de rajar cualquier resistencia que le oponga el instinto mortal del hambre. Serán 400 plomitos puestos en la cartuchera para derrumbar muchos pájaros volando sin ingreso en el pico y con un único suspiro en el pecho. Eso sí, deberán acreditar esfuerzo para aprender nuevas tecnologías que los habiliten en la identificación del sexo de los ángeles. Con diploma que certifique el gran conocimiento que busca la humanidad desde que Dios dio aliento a Gabriel y Lucifer, un parado con DNI de la seguridad social podrá ingresar en el mundo laboral del infierno. No digo del cielo pues en el cielo no tiene cabida la austeridad que viste el pueblo; allí la pobreza fue abolida, como también fue abolida en las casas que en la tierra lo representan. 

Habremos de convenir que 400 euros mal pagan un cajón de pino y, en estos días, lo único que nos valora es el oro, plata, diamantes, piedras preciosas, cohetes en el espacio y no más aquel rosario de cuentas que los viejos nunca pagamos y los niños quieren cobrar.

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