jueves, 4 de diciembre de 2014

CLARO COMO EL CAFÉ CON LECHE

Ha tocado usted hoy el fuero íntimo de este bórego, su ilustre servidor y colaborador inspirado en sus diarios jornales. Dicho esto, y para dejar lo otro bien claro, pasaré a decir lo que a mí parecer hoy yo me siento: una persona que ya ha ultrapasado la expectativa de vida media determinada por los certificados oficiales.

Me responderá usted, con el auxilio del amigo celta sin filtro, que, en conformidad con las estadísticas del INE español, me queda una larga carrera de cinco años antes de responder ”presente!” a la voz potente del divino proveedor.

Con el alma en la mano  y corazón palpitando entre las rejas   de un ufano pecho, yo le respondo en tréplica  que, sin usted estar equivocado,  yo no cuento mentira. Nonsí?

Dirá el coro: “Oh, como puede ser esto posible? Como dos afirmaciones mutuamente excluyentes pueden armonizarse para constituir  afirmación consecuente?” 

La respuesta está en la condición espacial en que dos cuerpos se encuentran en un determinado instante de la evolución celestial. “De difícil comprensión”, dirán aquellos que muestran puño con el gordón hacia abajo, en claro respecto al trasero asiento de los ilustres viejos.

Entre vuestros ojos y el impulso de mis dedos sobre el borrego ordenador median tres horas. Tres horas que pueden transformarse en 24 horas si quien me lee lo hace plácidamente sentado en las antípodas. Fue así que lo ha determinado nuestro señor, por orden del rey Sol.

Ayer leí dos noticias que mucho constriñen el fuero interno de los ya algo cansados por tanto castigo de la naturaleza. Uno hablaba de la corrupción encanceradamente expuesta en los territorios que yo tengo asiento. El otro se refería a la tensión provocada por ajuste a la baja de las pensiones futuras como consecuencia a un aumento en la esperanza de vida.

Y, aquí, como en breve lo será por ahí, la orden corresponde a ley de soberanos señores, dueños de política nacional y de todo lo demás que a sus particulares intereses convenga.

Cuando la dura dictadura parecía aplacarse y después de sufrir las inclemencias del tiempo por necesidad perentoria desde los zero a los veinte, este bórego fue arrastrado por la emigración a una gran república federativa. Allí ondeaba bandera de liberación de opresión capitalista. Allí, juró bandera de dos colores con yugo en el escudo. Allí supo que no había vuelta al lar de origen sin antes pasar por las armas legionarias. Allí conoció la democracia comunista del centro gallego e hizo coro con la casa de Galicia, allí conoció a quien más tarde haría oposición a la dictadura que se engendraba.

De repente, sin transacción ni transición advino el imperio de la dictadura. El centro democrático de la casa de Galicia se fue al carajo y la gran libertad que nos era posible disfrutar fue dormir y trabajar.

Más tarde surgieron otras libertades, como poder estudiar en tiempo reservado al sueño. Veinte y un años fue ciclo de régimen militar en el país acogedor. Sumados a los 20 del régimen militar del país de origen, este cándido e ingenuo luchador paso cuarenta y un años sometido a la vigilancia del imperio dictador. Retornado al País, sintió en la piel como era falso el bienestar de la política nacional, muy empeñada en distraernos con perejil y bombones lanzados por los cuentos de Bagdad. Fueron dos años de busca loca por adaptación a la esperanza de vida. Vana ilusión de un viejo, con reconocido saber y sabia experiencia, el querer competir  con sueldos reservados al joven sin experiencia y abundancia de letrado conocimiento. En una acerrada disputa, éramos uno, mayor de sesenta, contra doscientos, de veinte, por un empleo de absoluta carencia de conocimiento previo.

Es hora de mostrar lo blanco en café mezclado con leche y ver lo que puede ser peor: la mala leche o un café sin sabor.

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