Por
razones de Estado, el estado particular de mi salud, dejé ayer de copiar y
colar mis contra-razones a las razones
del mestre Conde. Pido, pues, sinceras
disculpas por el atraso en la emisión de estas inflarías epístolas, y ruego que
me las publiquen hoy, para entera satisfacción de la vanidad y pleno regocijo de este artero plumero que, en baño maría, se
pone a disposición de ustedes para
que comprueben el estado febril de su
insana figura.
Cuando a uno el otro le tira lo que
tiene, el huno subirá al tablado para
zapatear todo cuanto pueda y, en el compás que le convenga, hará exposición de
arengas y milongas. Montado en airoso caballo, cabeza bien puesta, crinas al
vuelo y cola rabeando libremente por la izquierda o por la derecha, no habrá
mala hierba que resista a su paso. El pizzicato estimula el paso y, sin tercios
para vigilarlo, el pisar fluye armonioso, en paso medio, por contacto del
jinete con la boca del caballo; otras veces estira el cuello y empina la cabeza
para dar riendas sueltas al paso medio; en paso reunido, la doma es necesaria
para que el caballo no pierda el ritmo. En galope entroncado, el caballo sabe
que debe cambiar a la derecha cuando va en mano izquierda, y viceversa, debe
aplastar el brote verde cuando lo crea conveniente. No extrañemos el hechizo
que nos brinda el caballo: tiene cabeza grande, cuatro patas ligeras y muestra cascos de acero.
Después de gran esfuerzo y mucho sudor de
quien zapatea en el tablado, lavarse no es malo. Con aguamanil en una mano,
vertimos algunas gotas del rancio sudor en la otra, de tal modo que las dos
queden igualmente temperadas. Previamente
disponemos sobre el palanganero una bacía llena con agua caliente y a su lado
una aljofaina vacía de agua caliente pero llena con agua fría. Ahora lo tenemos
todo preparado para una prueba de suceso: el teste de la rana. Calma, señores!
No deseo crearos el menor embarazo al
flujo de vuestro pensamiento. Este teste es otro, y no tiene como objetivo inocular la rana como método de
diagnóstico precoz. Aquí se trata del experimento de física elemental. Me refiero al teste descrito por conde, el
cual nos deja tontos y perplejos por no saber en qué lado está la razón. El
sapo calentado en baño maría no se quema ni se tuesta, muere feliz, calentito y
sin sentir los cambios a su alrededor, que habelos ailos.
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