DESTINO CIEGO
Nada cambia, si usando la misma ropa la
vestimos al revés. La porcaria que se había colado por fuera pasamos a llevarla
por dentro y, viceversa, los calzoncillos que protegía el rego ahora lo
dejan expuesto al ataque de ajenos
guerreros y, por el corrido ano, que
agora toca no seu fundo, se produce la virosis de cuño imperial y
estirpe muy generalizada.
Lavar
la ropa es bueno, higieniza la vida y renueva el ambiente. Pongamos los
pantalones sobre la cuba, exhibamos la camisa de once varas hurgadas al viento
y expongamos el culo para abrillantarlo al sol, que no hará mal, pero dejemos
Braga en su sitio y con sus sueños de libertad al albedrio de su respetuoso
género. Pasemos pues a oler el perfume de las rosas que exhalan aromas subiendo el abismo a hombros
de los ábregos vientos.
En una olla de presión, las burbujas que
bailan en la superficie vienen del fondo y dejan de bailar cuando el humo que
les daba alegría se esfuma en el espacio.
Mal no iba la doña católica cuando
buscaba la unidad de Europa casando sus hijas con hijos de otras casas que
deseaban casa igual. El supremo que nunca se engaña la amparaba con bulas y
burlas a todo derecho. Y así fuimos andando de hecho en cohecho para caer en la
corrupción, que otra cosa no es sino una herida abierta por donde entran los de
afuera para comer lo que tenemos dentro.
Yo también soy un resentido. Fue
sentimiento reiterado siempre que veía un colega japonés o un colega alemán
recibir carta del gobierno de su país, muy interesado en la situación de su
vida. Algunas sugerían el uso de créditos a su disposición. Eran créditos de
países derrotados para mostrar a los súbditos que se podía vivir como
vencedores.
Nosotros también tenemos la Commonwealth
de comunidades regidas bajo el cetro de la casa que ha dado origen a las castas
que hoy reinan en los reinos de Europa en las diversas ramas de la original
raíz cosechada en la Casa de los Capetos.
Somos diecisiete comunidades autónomas,
independientes, con fuero y lengua propia, cuerpo legislativo, policial y
presupuestos monumentales al gusto comunista de los presidentes comunales. ¿De
qué cojones nos quejamos, entonces? Nuestro queixume por el rozar de los pinos
será llorar unha noite na eira do trigo ó refrexo do branco luar y dejar o
megalofes chorando sen trégolas o desdén do ingrato conde. Unha por uma no son
dos y, con más una, son lastres que se ahogan en el cubo.
A lo mejor existe una Iberia haciendo
parte de la España ahogada por muchas, pequeñas, desunidas y repartida por diestro y siniestro. A lo peor
el gobierno será concentrado en un pequeño principado de Bruselas. A lo mejor
deseamos ampliar su dividida grandeza y llamar Sanmartín, Bolivar y ¿porque no?
los hermanos Castro, el brasileño Lula y el bolivariano Chaves para reorganizar
los destinos ciegos de una gran nación, que es, fue y será IBERIA.
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