martes, 9 de diciembre de 2014

TORMENTA

Con criterios éticos, estéticos y otros entre tantos otros reactivamente maléficos, llegamos al tercio del último mes del año, que fue  extraordinariamente extraordinario en hechos de suceso ampliamente generalizado. Fuimos al hondo del pozo y encontramos mucha lama en fondo confuso, todo revuelto con lama pantanosa gasificada con sulfhídricos sabores, entremezclados con el explosivo y caprichoso mono-oxidado-carbono. Invocamos los doscientos mil ojos de San Luis para revelar lo que en el fondo había. Y no revelaron nada que no fuese del vano interés de la heroica capital. De allí vienen los tercios bien ornados con hoja de flandres y sus famosas tostaderas para mejor, y a su gusto, asarnos.

No fuese poco lo que tanto nos abala, viene usted con su estímulo a incurrir en el devaneo de su particular lectura para alejarnos de otro desaguisado entretenimiento, aquel que envuelve todos los sentidos y por todos los lados: surfismo sobre las ondas internadas. Esto es, nos recomienda alejarnos de la falacia para aproximarnos al sofisma de la retórica romana.

Vivimos tiempos en que no es prudente perder el control de la mano. La mía es presta en sus obligaciones. Cuando en la obscuridad soy alcanzado por la proyección de mi sombra, las mías dos  manos, al unísono, se dirigen a sus respectivos bolsillos para sentir si han sido saqueados. Me han enseñado a saber que no hay brujas, pero en Bruxelas habelas ainas. La prudencia ordena invocar las meigas nuestras para protegernos de las otras,  que son de ellos. Y no os será difícil entender que el canto de sus serenas, al toque de su flamenco sonar, nos hace bailar con agrado sentimiento, aquel sentimiento previo a la inconsciente borrachera.

 Vamos bien gobernados a camino de las fiestas saturnales. No serian diferentes si fuesen fiestas marciales, nos hiciesen creer que el año entero es diciembre y el futuro fuese programado para un presente nunca alcanzado. Dos fuerzas nos abordan por lados opuestos  y no dejan otra alternativa sino picar mula y enfilar  proa a todo que a ella se oponga.

Internados por las luces de la internet, ese supremo sabio, omnipresente, veloz como el rayo y rugiente como el trueno, transforma la base de nuestras creencias y la hace estremecer con su fundamento virtual.

Por otro flanco recomiendan serenidad para hacernos entender que la tragedia seguida a la abordaje podrá ser más llevadera, si conseguimos entender que ella fue, es y será consecuencia de nuestra sumisa naturaleza.

Ah! ¿qué hacer para enfrentar las vicisitudes que nos rodean? - Pregunta usted. Si concluimos que las ovejas tienen juicio, lo será porque ellas temen el lobo y el lobo protege su rebaño del ataque de otras matillas.

Inexplicablemente acabamos varados en la misma arena y, convulsionados, sentimos  la agonía del boto, aquel de la familia de los delfines, cuando lo vemos ahogarse en la playa para nuestra tristeza.

Es diciembre. Dejemos que el reno alegre nuestros sentimientos. Vendrá enero y ahí será la vez de compartir ilusión con los reyes magos, a espera de que otra estrella ilumine el cielo  y  que otras tormentas volverán  a formar nuevos pantanos cubiertos con lama de tragedia romana.


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