jueves, 4 de agosto de 2011

LA BANDA


Guardo buenas memorias del nombre Rebollar. Fue por medio de la banda que mis padres se conocieron, casaron y tuvieron cinco hijos. Me acuerdo ver reunidos en la alameda todos los músicos de la banda para un final concierto regido por Manuel Rebollar. Mis pulmones de niño se llenaban de orgullo, pues el repique del tambor salía de las manos de mi padre y el concierto, serio, con todos los músicos concentrados en el extremo norte de la alameda, a la sombra de los árboles que también mi padre cuidaría con gran esmero, me parecía algo celestial. Creo que ese sentimiento era compartido por un pequeño grupo de oyentes, vecinos de la plaza y la calle de arriba que se posaban alrededor de la banda. Los niños de mi edad que habitábamos el centro de Cee éramos pocos y quedábamos cada vez menos en la medida que algunos tenían que seguir sus padres a camino de otros lugares, donde sobrevivir les fuera menos penoso.

Exceptuando el campanario del colegio, yo conocí por frecuencia asidua todas las alas y salas del Colegio de Cee. Estudie música y aprendí tocar bandurria con la señorita Ofelia. La sala era pequeña. Ocupando toda la pared oeste, había un armario forrado en rojo terciopelo en el que se recogía todos los instrumentos de la escuela: tres guitarras (una de siete cuerdas), violines, contrabajo, clarinetes, bandurrias y laud. En la pared sur había un piano que era el preferencial de la señorita Ofelia. Otros dos pianos ocupaban la pared norte y leste. Algunos pocos bancos eran destinados para estudio de solfeo. Me acuerdo que uno de mis compañeros se llamaba Héctor Oreiro Cordo.

Quiero explicar que esta sala de música no comportaba 33 componentes de la banda de Rebollar. El espacio mayor era la escuela de niños donde yo aprendí a hacer mis primeras cuentas de matemáticas con los maestros Javier Racedo y el carrancudo Cojo. En esa sala, utilizada también como teatro, si cabría la banda, pero jamás tuve noticia de que allí ella hubiera ensayado, y a mí parece poco probable que lo hubiera hecho, debido al celo de los albaceas. Mi padre tenía una foto tirada con toda la banda en el patio sur del colegio, en la escalinata del portón de la sala de ejercicios físicos. Creo que fue esa foto la que te ha inducido a escribir que la banda ensayaba en el colegio Fernando Blanco. Todos los instrumentos de la banda yo los vi varias veces colados en las paredes de una casa en el camino que llevaba al antiguo Muelle Viejo, en el barrio del Sacramento. Pienso que era allí donde ensayaba la banda. Esa casa existe aun hoy, estaba bien conservada la última vez que la visité hace diez años, pero sin ningún rastro de los instrumentos. La guitarra de la foto pertenecía al acervo musical Fernando Blanco. Estaba en el Frente de Juventudes cuando yo y mis amigos la pedimos emprestada para tirar esta fotografía. La reconocí 45 años después, con clavijero nuevo, participando en el coro de los mayores de Cee.

Gracias Concha Blanco, por estimular recuerdos gratos. Gracias por tu gran esfuerzo de recopilar memorias de nuestro pasado y hacer de ellas un registro histórico para el presente que corre y el futuro que se avecina.

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