Mi muy amado señor. Hoy he tenido oportunidad
de conocer su gran sabiduría en el tema de las lenguas mayoritarias. Sí, porque
dos cientos millones de almas unificadas por una lengua común constituyen, sin
el menor asomo de duda, masa suficientemente volumosa como para dar
ciencia de sus universales afirmaciones.
El gallego tiene una enorme utilidad, si sabes
gallego puedes comunicarte con todo ese enorme mundo lusófono y, por tal mérito,
podemos extraer los beneficios que a mí aportan el genio de esos dos maestros
del arte cênico brasileño, los inmemoriales
y saudosos Chico Anisio y Paulo Gracindo, ambos responsables por inundar mi
vida y la de mi familia con el sonriso abierto de alegría, contagiados por su
magistral humor durante medio siglo.
Yo soy gallego, de la punta opuesta al lugar
que usted ha nacido. Las ondas de radio Oporto inundaban la azotea de la casa
de mis padres, donde yo disponía de una habitación de cara al mar, y las ondas
rozaban mis narices con aquel típico sabor de la lengua portuguesa. Yo creía entender
el portugués y, de hecho, pasé a comprar y leer Seleções do Reader’s Digest. Supe
que no sabía portugués cuando en Lisboa yo y un vecino emigrante fuimos visitar
una portuguesa con la cual mi amigo se carteaba al punto de considerarla novia.
Allí supe que la portuguesa carteaba en portugués, y mi amigo gallego lo hacía
en español (había estudiado para cura). El encuentro fue un desastre porque
hablando en gallego ella no conseguía entendernos. La amabilidad de aquella
doncella y el cariño de su atención fueron suficientes para guardar un hermoso
recuerdo de aquel encuentro y también para saber que para hablar una lengua hay
que vivirla, y yo había vivido el gallego y el español. El portugués pasé a
vivirlo después de aquel día, cuando el capricho de la vida me empurraba a camino de Vera Cruz embarcado
junto con un grupo de portugueses que emigraban desde Lisboa.
Señor, parece políticamente correcto decir en Galicia
que el gallego es una lengua universal. No contamos ninguna mentira en tal
afirmación, puesto que hay gallegos en todos los lugares del mundo. Pero,
señor, no pasamos de tres millones los gallegos que dominamos fonéticamente nuestra ancestral y preciosa lengua. Ya, en el orden gramatical, siguiendo la
gramática, que en mi juventud no existía y me atrevo a decir que ni siquiera en
la suya esas normas habían, que una hora se aproximan de la normativa portuguesa y
otras de la española, y, por consecuencia, usted desconoce
los meandros de la rigidez con que quieren imponerla.
Señor, esto no es un consejo, es una constatación
de este vuestro patricio, paisano de todos los españoles nacidos en el mundo que heredamos de Noe. La
lengua de todos los gallegos es el gallego y la forma que nos impone la gramática para que nos comuniquemos con el
resto del mundo es la norma española, que acá muy bien la entiende el argentino
para escribir “que ya llueve en la llanura”, mismo hablando que “xa xueve en la
xanura”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario