jueves, 15 de octubre de 2015

COAXAR DO SAPO


Llego tarde. No es tarde suficiente para impedir depositar el caldo de la cagaria en el puchero de los malos y feos intentos. Eso es lo que yo creo. Con fe, esperanza y un bocado de osadia nocturna uno consigue lo que quiere, aunque muchas veces no nos guste lo que queremos. No sobra duda en la demostración cabal de que el mundo, en términos medios, ha mejorado en los dos y medio siglo que duran las investigaciones del noble nobel de economia, Angus Deaton. Somos mas y mejores porque en el medio comemos mucho, porque los ingresos son mayores, porque los mayores que no mueren superan las intenciones de la seguridad, porque estamos prestes a repitir la hazaña de 1492 con las indias marcianas. Somos un planeta de abejas en busca de la gran fuga de los ajustes del presente para alejarnos de la realidad que nos persigue por los paradigmas del pasado. Mi ubicación emocional está localizada en la intersección de dos círculos cruzados y poco interesa rizar los rizos de calvo o el sapo peludo.
Dios, cómo es difícil ser gallego y morir callado!
Tomamos tierra después del irado vuelo de estos dos días próximos, pasados por el agudo pensamiento popular de su correspondiente cultura milenaria. No quiero decir que el tema no fuese pertinente, que lo era fuera y dentro. Lo digo como buen aprovechado de contarles el cuento de un rollo que ya dura cuatro años, y con serias perspectivas de continuar enrolado en el tablado de la curia judicial por más cuatro años y mas (aqui no pongo acento porque entiendo que el argumento que lo justifica es una puntada en el pecho de la fonética racional)
Este moderado servidor de ustedes, morador en una altiondulada ciudad al borde de la Sierra del Mar, fue acusado de injuria por un ilustre pastor evangélico, a quien este presunto cordero habia declarado que el santo pastor no era bueno. Lo era, caracas si lo era! Consiguió condena en primera instancia, sin presencia de juez, con documentos apócrifos de su propia labradura y testimonios falsos (también en los nombres). El caso está en el Supremo

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