Yo, del mismo modo que usted, en este medio
siglo pasado he ido viendo como, alrededor de mi casa, construida encima de una
propiedad y ocupada en la extracción de barro cerámico, iba brotando una ciudad
entre los limites de cuatro otras enormes ciudades. Una gran barbaridad
practicada contra la naturaleza que, por la parte que a mí toca, me situa en la
condición de la barbarie atribuida a los pueblos nórdicos.
Es verdad que he
plantado árboles para compensar la naturaleza de la maldad humana en el tema
del ladrillo, pero no ha sido suficiente para calmar a los dioses. Estos, en
pura representación de la imagen a semejanza del hombre que los parió, vienen
con la firme disposición de castigarnos, arrojando fuego y azufre sobre todo
quisquilloso que ellos crean injustos. Como es injusto estar desempleado, y a
estas alturas no hay dinero para financiar huida del holocausto, cabrá a los
que un día fuimos orgullosos trabajadores la dura pena de vernos salestatuas
por retroceso de la sagrada comedia.
No mire el amigo
Nero para atrás, pues, si leyere lo Imposible, posiblemente se quedará piedra.
Amén.
Algo me dice que
Nero anduvo por esta playa, Saco de San Francisco. Yo también estuve allí y
nadé en sus aguas cuando eran limpias y toda costa era selva.
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