lunes, 10 de octubre de 2011

LA GAVIOTA


Yo soy una gaviota. No, no, yo soy una persona. Yo sé quien soy.

Ellos no creían en mí, pero fingían y a mis espaldas ellos se reían de todos mis sueños. Pero ¿sabéis lo que fue peor? Lo peor fue que yo pasé a no confiar en ellos. Desanimé abocanado por una ansiedad constante. Me fui haciendo insignificante, mezquino, representado la vida con alguna arrogancia. Ya no sabia con quien hablar, que uso dar a las manos y mis piernas se estaban atrofiando. Mi voz yo no dominaba más. ¿Sabes como uno vive cuando tiene que vivir por vivir? ¿Y sabéis lo que uno siente cuando aquello  en que piensa o hace es algo horrible?

Yo soy una gaviota. ¿Tú te acuerdas? ¿Recuerdas cuando mataste una gaviota? Caminábamos por acaso en la ribera, viste una gaviota, por falta de asunto le arrojaste una piedra y ella cayó con la cabeza destrozada. Fue un hecho inenarrable, pero sirvió para hacer muchos cuentos, ¿no lo crees?.
..
Pero ¿que era lo que yo estaba diciendo?… Sí, sí, sí, hablaba del palco. Hoy no soy más así. Hoy represento con alegría, y el palco es mi propia casa donde me embriago con la bota de mis memorias. Parece locura,… lo se…! Es una locura!  Pero es donde yo me siento… ¿como puedo decirlo?...fuerte y rapaz.

Ahora yo lo sé, ahora yo entiendo mi vida. Lo más importante no es el trabajo, no es el dinero, ni la fama, ni el brillo de los holofotes, ni todo aquello que tanto anhelaba. Ahora lo más importante es saber que sé soportar… y creer. Y ahora yo creo. Y es por esa mi creencia que el dolor disminuye tanto. Cuando pienso en mi destino, yo ya no tengo miedo de más nada. Yo soy una gaviota, suelto y libre como la gaviota muerta por la pedrada de un amigo mío.

No hay comentarios:

Publicar un comentario