Toda idea o pensamiento puede ser expresa
en verso y prosa. Lo más común es la prosa.
La frase, oración y periodo son factores
constituyentes de cualquier escrito. Son dichos de la lengua que pueden ser
codificados en símbolos escritos y se componen de una secuencia lógica de ideas
bien organizadas y expuestas en parágrafos.
Frase es un dicho del habla, capaz de
transmitir idea clara y precisa a quien la oye o/y a quien la lea. Distinguimos
la frase nominal de la frase verbal por ausencia o presencia de un verbo.
Oración es un enunciado del habla dotado
de sentido y que exige la presencia de un verbo o de un a locación verbal para
extender o completar su sentido.
Periodo es un enunciado del habla que se
constituye por una o más oraciones. Si viene formada por una única oración, el
periodo es dicho simple. Si viene compuesta por dos o más oraciones, el periodo
es dicho compuesto.
Para entender lo que se dice y a quien lo
dice, es indispensable conocer las reglas de los códigos que transmiten las
ideas.
Veamos la intención de lo expuesto en el
siguiente dicho por la pluma de un notario:
MARIA LEGA A JULIETA, LA PARTE QUE LE
CORRESPONDE EN LA CASA EN QUE HABITA CON TODO CUANTO SE HALLE EN SU INTERIOR.
Sin conocer las reglas del debido
comportamiento de la lengua española, cualquier buena voluntad por querer
entender la voluntad del testador resulta un bocado difícil. Es bien cierto que
a buenos entendedores sobran razones, pero por este valle caemos en la
tentación de clasificar lo malo como bueno y viceversa. Para uno, lo bueno es
hacerse rico, para otro, lo malo es que el otro se haga rico a su cuenta.
Lo dicho por la lengua es dicho por medio
de sonidos. Transitemos del oído a lo que se puede ver para sentir lo que puede
haber por intención de lo dicho:
MARIALEGAAJULIETALAPARTEQUELECORRESPONDEENLACASAENQUEHABITACONTODOCUANTOSE
HALLEENSUINTERIOR.
Escribirlo
así, como suena, sería una locura, verdad? Pero más locura seria querer extraer
cualquier significado de los significantes escritos.
Como
buen y lúcido notario, yo solicito que el testador repita su deseo, y él me atiende con
respecto y diligencia:
“Yo
lego a Julieta la parte que le corresponde en la casa en que habita con todo
cuanto en ella se halle. El remanente… ¿Lo ha entendido usted, señor notario
interino?”
La
señora Maria no entendía de las regulaciones del orden sintáctico. Se expresaba
como a ella la boca mandaba.
Pero
el notario lúcido, por deber de oficio, era obligado a transmitir los deseos del
testador sin la menor posibilidad de duda delante de lo escrito. Era su deber. Cobran
polpudos intereses por tal menester.
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