viernes, 12 de junio de 2009

QUERENCIA A DOS LENGUAS


Al principio, leyendo la noticia, así de súpeto, me pareció magistral la solución china de poner filtros a las comunicaciones de Internet. Por lo leído, los chinos no se preocupan por la forma con que se conceptuan las cosas, parece no importarles si se hace con hieroglifos tradicionalmente chinos o con representaciones del código fenicio. Ellos se importan con el uso que puede hacerse con los códigos, sonoros y gráficos, de ideas simples y las consecuentes variaciones complexas que de estas ideas se derivan. Argumento: “si usted tuviera hijos, entendería la preocupación que tenemos los padres en China de que nuestros hijos acedan a contenidos violentos y pornográficos” ha dicho Qin Gang por palabras grabadas en la Voz de Galicia.

Justa preocupación la de los padres. Pero, ¿es coherente con los vientos que soplan por todos los lados? ¿Es posible echar barreras a los monzones o a las variaciones climáticas provocadas por el caprichoso Niño del Perú? Los científicos bien que lo intentan, pero ellos no son la solución y sí parte del problema. En escala terrena, todo lo que ocurre en la tierra afecta de algún modo a todos sus habitantes, ya sean animales, vegetales o microscópicos seres, de partido indefinido pero de virulenta carga destructiva.

Desde el 1M, o antes, en Galicia impera cierto clima de intolerancia verbal. Se discute en dos lenguas que son propias en el hablar de gente gallega. Las percepciones de si seria tolerable, bueno o mejor el padronizar los códigos fónicos del campo gallego ha caído en una fragante distorsión del sonido tradicional, avasallado por las normas gramaticales que funden el raciocinio del neófito estudiante y enoja al viejo y sabio maestro.

La nueva legislación a ser promovida por Política lingüística podría hacer uso de un eficiente sistema de inteligencia artificial para desarrollar, a un bajo coste, la lengua que prefieran los bilingües. Mitad de los problemas que estamos inventando sería resuelta. La otra mitad dependería de la inteligencia futura de las máquinas, para hacer que aquellos que no quieran dos lenguas pasen a quererlas bajo sentencia de palo largo y mano dura.


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