viernes, 12 de junio de 2009

XAMANES

(del idioma tungu, xaman o schaman, y este del verbo scha, “saber”)

Los psicólogos perdieron la gran oportunidad de mantenerse callados en aquella posición devanera de quien todo lo escucha porque todo lo sabe, a sabiendas que solo saben que nada escuchan para diagnosticar causa y consecuencias padronizadas por axiomas sin causa y causas sin consecuencias. La lengua es el único instrumento derivado de los sofistas y objeto del óbulo que los psicologistas disputan en la eterna concurrencia con magos, curas y xamanes.

Corre peligro la esencia gallega transportada por el Colexio Oficial de Psicoloxia de Galicia en su interpretación del sueño de ser grande, al costo tan pequeño de substituir la G por la X. Eso me hace pensar el por qué, hace un lustro, mi sueño gallego de vivir en Galicia no fue adelante. Mi lengua estaba contaminada con tambores retumbantes de consonantes ajenas a la humanidad de algunos pocos españoles que, por coincidencia, también son gallegos y por un capricho del azar los encontré donde los había, en el PP, PSOE, BNG y en el minúsculo y dependiente partido independista de mi amigo médico y alcalde del pueblo, Vigo.

“¿A que vienen las preguntas de nuestro Gobierno a las madres y padres con rapazes y raparigas en edad escolar?

Lo leo y no lo creo, por que es cosa de chamán. Y pienso que no se ha escapado a la psicología del noble y egregio colegio que la palabra rapaz, derivada del latín rapax, tiene su primera acepción en español de adjetivo inclinado o dado al robo, hurto o rapiña. En portugués se refiere a un hombre entre la infancia y la adolescencia; en el Brasil ha sido utilizada para referirse a un negro de poca edad. En ingles sería traducida por boy, que puede ser entendido como el macho de la vaca o alguna cosa parecida.

Me refiero a lenguas vernáculas con gramáticas en evolución por algunas centenas de años para intentar explicar que la manifestación sonora de una idea de substancia, adjetivada o no, no es síntoma de culturas engrandecidas, pues ellas pertenecen al dominio de la boca de cualquier ser humano que tenga garganta y un órgano muscular eréctil para, entre otros servicios, modular sonidos que le son propios.

Busco una razón lógica que me haga entender esta fuerte morriña que no permite que abandone las raíces profundas de mi sentimiento gallego. No es la etimología, porque las lenguas que hablo todas tienen raíces semejantes. No es la fonética, porque a cuestas de la muerte muchas voces suenan distintas. No es la gaita, porque sobre el mar los vientos la transportaran a Irlanda en la gran odisea de Breogán. Talvez sea mi estado xamanista el impulsante de esta fiebre que corroe el alma etóloga de gallego bien criado, que a bien de la verdad es comportamiento patrimonio de cualquier alma emigrada a cualquier lugar.

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