martes, 30 de noviembre de 2010

COSAS DE VIKICOPIA

Allá por los fines de los años ochenta del siglo pasado tuve la oportunidad de vivenciar diversos casos extremamente curiosos. Yo componía un grupo de técnicos de planificación tecnológica, posicionada en el topo de una organización supuestamente considerada de las más avanzadas del mundo. Mis amigos saben de qué organización yo estoy hablando. No la cito por cuestión de íntima ética personal, ese concepto amorfo, muy difícil de explicar pero que el ejercicio de una determinada profesión nos impone.
Entiendo por ético la prohibición de divulgar los secretos de un pecador por parte de su sacerdote. El sacerdote trabaja para salvar las almas que solicitan su ayuda y, manteniendo su ética al sacramento de la confesión, evita el escándalo que la inocencia del pecador podría producir.
El conocimiento es el alma de cualquier negocio. Y el conocimiento ha extravasado desde hace mucho tiempo la candidez nostálgica de un rústico confesionario de madera. La difusión del conocimiento se aproxima  a algunas potestades atribuidas exclusivamente a dios y también a algunos hombres, debido al instituto de la revelación.
Omnipresencia. Con la más avanzada tecnología revelada a algunos pocos hombres y por estos a todos sus creyentes, el conocimiento se hace universal y zumba por el espacio atmosférico en redemolino de continua y avanzada información. Un pequeño instrumento llamado ordenador, alineado a una cadena de servidores de banda ancha, es suficiente para despertar el alma de San Agustín para que  bajo la forma de poderoso gobernante venga al tablado con una despiadada revelación, diciéndonos que la confesión registrada en documentos expuestos por Vikileaks es un atentado al pudor de un pecador sincero, quién por su sinceridad de revelar el pecado cometido siempre volverá a repetirlo cada vez más y con comprobada experiencia.
La murmuración ofende el alma del poderoso santo. En la medida que juzguéis seréis juzgados. Si no ves el ojo de tu hermano es porque una gran catarata cubre los tuyos. Es posible que así sea pero cuando se trata de los ojos de El Pais, Le Monde, Der Spiegel, The Guardian y The New York Times, la miopía del mundo se transforma en colosal hipermetropía, atrayendo todo que es distante a la distancia de un dedo.
A partir del 28 de noviembre una enorme colección de documentos considerados confidenciales por el gobierno de todos los gobiernos se multiplican por toda la red de internet Lo hacen, al toque de inconfidencia al concepto ético de los gobiernos, en su modo de entender como los gobernados deberá mejor vivir, o morir, según sus razones.
En cierta ocasión, e una empresa de multiracionalidad industrial, un poderoso jefe ponía sobre mis manos el original de un documento estrictamente confidencial. Debía xerocopiarlo y distribuirlo a otros jefes de semejante rango. El original tenía un enorme carimbo con la siguiente expresión: CONFIDENTIAL, ULTRA SECRET, DO NO COPY.
Excuso decir que, por mi concepto de ética profesional, yo no tuve coraje de reproducir una sola hoja de aquel documento. No obstante, sobre mi mesa y firmado para mi conocimiento con rúbrica del jefe, estaba una copia del referido y ultrasecreto documento. Más tarde, acusado de llevar a la competencia este secreto, un director español, Iñaqui por nombre, transferido a la filial de una empresa alemana, estaba impedido de ejercer  sus funciones de presidente de una gran empresa, que yo, con mi sudor y dedicación, ayudé a construir.

viernes, 26 de noviembre de 2010

PESCADOR DEL TIEMPO

Yo le iba responder, en flemática respuesta, mi señor don Mixote y caballero marinero del autonómico condado del reino de Pindoschan, que, a esta altura en que orbita mi existencia, poco o nada nuevo de al(guna cosa) queda para ver a este viejo sacho. Lo vi todo con los ojos de un  huracán que dios puso en mis dedos, en mis oídos, en mis narices y en el paladar primoreado que tiene mi lengua. Bien se que la réplica vendría inmediatamente sobre los hombros del cuadrúpedo Rocinante, haciendo que su relincho me resucitase de entre los muertos y, bien vigilado por Dante y de manos dadas con la Dulcinea del Toboso, me obligaría a percorrer todo el camino de la moderna comedia jacobina, tan en moda entre los EUA (europeos unidos de América)
La parodia va de ciclogenesis, y sus actores, embreñados en las borrascas otoñales, tergiversan sobre quien ha nacido primero, el huracán o el tifón, el portugués de España o el español de Porto-Val.
En algún paisitos, el rebajamiento a una división se procesa por la media del aprovechamiento de puntos de los últimos tres juegos. Ya fuimos huracán entre los vientos que soplan del norte. Y lo fuimos con fuerza extraordinaria, girando en grandes círculos formados alrededor del ombligo. Expandimos nuestro diámetro hasta el principio, origen de la génesis. Del gran suceso obtenido en la reproducción de los peces, con buena distribución de ostias, nos acomodamos en el concepto de tizón para alardearnos de metafóricos tifones, extremamente impetuosos en el arte de escarallalo todo, ahora bajo el efecto sinérgico de la doble  ele. Cogno, si ele solo ya representaba un ciclo casi imposible de ser ultrapasado, dous eles trabajando en doble, harán del tizón un verdadero furacão, en el decir de nuestros vecinos galegos de Coimbra.  No soy yo quien lo dice. É ele, o amigo conde, quem o insinúa.
Al nivel del mar mi presión es normal, pero en la alta madrugada sufro de baja presión. Llá no me extraña la disposición de repatriar la  y griega y hacer que el doble ele (que allá por el fondo de mi vieja alma es un yo fenicio) tome su lugar en la babel de la lengua celta. La moderna tecnología del paladar, extraída  de los recursos aplicados en IDI permitirán ebullición de burbujas expelidas por la boca para mostrar inequivocadamente  que yes se pronuncia llés y no iés como equivocadamente podrían pensar algunos hilarantes pescadores del tiempo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

SOLUCIÓN CONVENIENTE

En toda mi vida jamás necesité pagar un médico o un hospital para dar asistencia puntual al estado de mi salud o la salud de mi familia. Pero, claro lo tengo que un médico necesita para vivir algo más que el soplo de la brisa. De la misma forma, un hospital necesita dar cobertura a sus gastos para continuar gastando lo que necesita gastar para restablecer la salud de la gente.
 La enfermedad, cualquier enfermedad que acometa al hombre, no es algo particular que afecte un individuo por el hecho de haber nacido pobre y vivir en la miseria. Del mismo modo, la salud no es privilegio de los ricos, aunque también ya se conoce que algunas enfermedades prefieren vivir en la opulencia y otras se esparraman por la miseria.
Privatizar la asistencia médica y condicionar la buena salud de las personas a la disponibilidad puntual de poder pagar este precioso servicio es solución conveniente a quien tiene mucho dinero o patrimonio suficiente para someterse a la saña y ganancia de algunos expertos galenos. Este tipo de individuo prefiere operar dentro de un sistema que atienda su ilusión infantil de un día alcanzar el poder por acumulación de capital retirado del enfermo. Y el enfermo, debilitado y profundamente castigado por la enfermedad, se verá fragilizado delante de la supuesta sapiencia de un gran embustero y se dejará intoxicar gradualmente por el brebaje de un brujo hechicero.
En mi particular caso nunca é pagado nada por la vía directa que supone pagamento en especie por cuenta de la salud. En un primer momento, lejos de mi Iberia, la empresa disponía de médico para enfrentar cualquier inconveniente que afectase mi rentabilidad profesional. Todos trabajadores habíamos sido seleccionados en virtud, entre otras virtudes, de nuestra buena condición física. Pero sabemos que los trabajadores tienen esposa e hijos dependientes de ellos y que ellos aman sobre todas las cosas. Intempestivamente, un trabajador solía abandonar su puesto de trabajo para correr atrás de asistencia a un hijo enfermo. Un puesto de trabajo abandonado supone un gargallo capaz de estremecer  todo el flujo de un proceso productivo. Preocupación por demás insólita en el currículo profesional de un médico. Pero la empresa, entendida también como nación de ocupados en el proceso de ofrecer bienestar a sus ciudadanos, tiene por esencia un pensamiento más abrangente y pasó a incluir en el precio de los bienes vendidos el coste de un servicio médico privativo a sus empleados activos. Con esta visión, la empresa garantizaba profesionales competentes y competitivos.
Fuera del sistema productivo, me ofrecieron la calidad del mismo servicio que yo podía exigir, en tanto productivo, desde que yo cubriera por mi cuenta el gasto medio por persona del sistema particularmente privado. Mi renta única era la derivada de mis contribuciones a la Seguridad Social, ya bastante reducida por efecto de cálculos maquiavélicos para aliviar el Estado de sus compromisos pactados en el tiempo que yo era activo (y fui activo también, entre otras cosas, en función de aquella promesa repetida durante más de cuarentas años de contribución al sistema).
El Gobierno me informa que el próximo año subirá mi pensión en aproximadamente 5%, correspondiente al crecimiento del coste de vida durante el año que va llegando a su fin (reposición de las perdidas del año por aquí es algo absolutamente ignorado) La compañía de seguro, que costea eventuales desplazamientos a un consultorio médico, me informa que subirá el precio de mi seguro médico en 12%. Evaluando el destino de mi renta de infeliz jubilado, observo que, de su total,  la mitad yo gasto en pagamento de tributos sobre todo lo que consumo. 25 %, con tendencia a ser mucho más si la tierra no me necesita para alimentar la gusanía, va a los cofres del particular empresario de la salud pública. Los otros 25 % restantes tengo que distribuirlos en necesidades varias, que oscilan entre pote de cachelos, un caldo a la gallega o un digestivo plato de arroz con feijão. Día va llegar en que yo necesitaré comprar algún remedio para aliviar el dolor. En ese momento tendré que abalizar el coste de oportunidad y optar por pasar hambre o pedir socorro a la guadaña de la muerte. Para todo y siempre hay una solución conveniente.

martes, 23 de noviembre de 2010

XAVANÉS

XAVANÉS
O tema de estoutros días ven coa parola danzando na ponta da língua, en xavanés.
Certa vez, contaba Lima Barreto ao seu amigo Castro como fica difícil vivir pregando as conviccións que nos fagan respetables ao público. Em ocasións debemos enterrar o canudo que di cousas da nosa testa, e as di moito diferentes do que atesta o canudo. Em tais condicións a nosa cualidade de feiticeiro sobrepoense as cualidades de adiviño presuntas na escritura esparramada no pergamiño.
Esta vidiña de mixote cronista e opositor das ideas encasteladas na fe do meu amigo Conde, pólo poder da língua e pólo picante que a língua sabe producir, é algo moito festivo, adstringente e variablemente moito emocionante. È  verdade, pero o que mais me admira son as aventuras que produz nos xenerosos o ronco son que os iñorantes e feridos duros, por mal maduros non entenden e mal atenden aos fillos de pindoschan.
Castelo foi um profesor de javanês. Nunha taberna, desas que frutificam no atrito da costa, contaba ao seu amigo Castro peripécias da sua vida.
- Bebe outro viño, home.
O taberneiro buscou outra garrafa e encheo os copos póla metade.
Eu tiña retornado da América e vivia literalmente na miséria. Vivia fugindo da vida, distribuíndo ciência do meu coñecimento à torta e à direita. Em certa ocasión pensei ser profesor particular do mundo rico e gañar cartos no culto pobre.
Pasando por Zas, camiño da Ruña, unha chispa chispeou a miña cachola.
 - Zas!
Iluminou-se o meu pensamento coa idea clara de ser profesor. Profesor de xavanês! Ora pro nobis, pensei cá cós meus botons, se o Castelo, póla pena de Lima Barreto, asentado em catro letras foi capaz de beber viño da vida, eu podía repetir o feito emborrachandome com a espuma da cerveja.
De mañanciña, bem na hora que o meu amigo Felix abria as portas do concello, estava eu alá, procurando na biblioteca informacións da língua xavanês. A noitiña, na solidón dos campos de Toba, cara os pinares danzarinos de valsas vienesas, repetia eu, em salmo da fonética malaia, catro letras do códice xavanês. Andei de Toba a Lires póla estrada do alto monte. En Estorde, no fin do dia estaba eu na outra fronteira do mar. As miñas canelas doian de tanto bordear os augures penedos de Caneliñas. Tanto sacrifício eu facia para poder administrar com boas  hotias o canto xavanés.
De tanto ladaiar o rosário convencime que aquela era a língua mais linda do mundo. O taberneiro inqueriome perguntandome:
- Señor Borrego, cando salda a sua conta de viño e cerveza?
- Em breve, señor Caverna – respondin eu – Estou abrindo unha academia de xavanês e...
- Que diabo de negocio é esse, señor Borrego- cortoume o caverneiro.
Adorei o ataque e reforzei o seu patrimônio adulando o seu intelecto e, de paso, esclarecia-o que o sabor podia ser mellorado com um pouco de pimenta da língua xavanês. O xavanês era unha língua da Indochina, conteille, e os chinos estan a medrar por toda parte. Um bo cavernero debe saber falar a língua dos feligreses. Debe ser esperto para mellorar a sua competencia no mercado de brebaxes de fogo. A seguinte rodada de viño e cerveja, com pulpo de entrada, foi na conta do envaidecido caverneiro.
Publiquei a miña primeira oferta de profesor xavanês no portal de entrada do piso alugado na rua da pena. Pasados três dias, tocou o movil. Era o conde da boa esperanza, baron de boi morto, fillo emérito de Xaquecuenca, distrito do bonfin, na pereferia do madrigal promontório de simanca la vieja, donde eu devia personalizarme ao dia seguinte.
Amigos que yacéis en la costa de mi espalda muerta, imaginaros el sacrificio realizado para conseguir ultrapasar los montes de león y allí llevar la buena gracia del javanés a la dehesa castellana. Fui a pié. Llegué cansadísimo. El conde vivía en fiesta y, con maternal cariño, las puertas de Castelo se izaban al embrujo de mis pies. “En toda a miña vida foi o único momento en que cheguei a sentir a simpatía da natureza…” - conta Barreto
Era un castelo enorme, un castelão, diría mi buen amigo, el portugués. Parecia deserta e seus jardins acusavan a invasión da maleza. O seu interior inspirava um recendo ao descuido, à pobreza típica do desleixo de viver entediado no absolutismo de quem todo tem.
“Na sala, havia uma galeria de retratos: arrogantes senhores de barba em colar se perfilavam enquadrados em imensas molduras douradas, e doces perfis de senhoras, em bandós, com grandes leques, pareciam querer subir aos ares, enfunadas pelos redondos vestidos à balão; mas, daquelas velhas coisas, sobre as quais a poeira punha mais antiguidade e respeito, a que gostei mais de ver foi um belo jarrão de porcelana da China ou da Índia, como se diz. Aquela pureza da louça, a sua fragilidade, a ingenuidade do desenho e aquele seu fosco brilho de luar, diziam-me a mim que aquele objeto tinha sido feito por mãos de criança, a sonhar, para encanto dos olhos fatigados dos velhos desiludidos...”
Non demorou a chegar o conde da miña esperanza.
- Eu sou o profesor de javanês – balbuciei tímido e temeroso das consecuencias de aquela miña ousadia.
- Sientate - solicita maxestosamente o conde. -¿Usted es de aquí?
- Non, meu señor, sou de Perceebes.
- De donde? Hable usted más alto que yo soy sordo.
- De Perceebes, Señoria. Comunidad autonómica de la cuesta de la muerte.
- Ah, bueno, y donde ha hecho sus estudios de javanés?
- En el Brasil, Excelencia. 
Conteille como eu chegara ao Brasil, remando dende a barriga dunha galera herdada do meu antepasado Pindoschan. O capitan marujo era xavanês, habitante da parte oeste de Timor leste.
-       Lo que yo quiero, mi buen amigo...
-       Borrego, atallei eu en axuda de su memoria.
-          Lo que yo deseo, amigo Borrego, es entender un libro traído por el cano a su regreso de las aventuras por el mar pacífico. Llegó a mí como joya de herencia que de niño me prometí entender. En estas tierras de la inhóspita meseta no aprendemos otra lengua que no sea de la casta llana. Antes de morir, quiero aprender, porque es mejor que bueno, esa otra lengua que usted dice japonés.
-          Javanés, señor.
-          Bueno, tanto monta, monta tanto…
-          Isabel como Fernado, Señor – volví al atraco en ayuda del conde.
O vello conde mandou o xoven lacaio traer o libro escrito en xavanés. Era un vello callamazo encadernado en couro, escrito con enormes letras. O prefacio viña escrito en ingles e eu entendí tratarse das historias do príncipe Kalunga. Pasei toda información inglesa ao conde e este, non percebendo a miña achega ao xavanés pólo costado inglês, botou em alta consideración o meu coñecimento de unha língua tan extraña como o xavanés.
O conde non sabia que aprender unha língua é coisa para teima entre nenos e em pouco tempo xá demostraba sinais de estar canso. Os parentes do conde encontraran gracia no feito do conde querer aprender algunha cousa a tan avanzada edade. Motivado pólo entusiasmo dos seus parentes, o Baron de Xaquecuenca aprendia duas letras no mesmo momento que esquecia o que habia aprendido. Eu percebin que era bom ensinar xavanes a quen non era capaz de apreder portugues. Non contaba que o cansacio do vello conde atrapallaría o seu intento de saber xavanés. Ele preferiu o atallo pela senda da tradución ao meu contento.  Falei de algunhas cousas que ele xá sabia e outras que eu iba inventando na emoción do momento. Xavanés é a língua falada em Xava, que tem Xacarta como capital. A sua poboación é bilíngüe, recolle ampla gama de creencias e unha extraordinária mixtura de culturas. A illa está dividida em cuatro províncias e entre suas rochas vulcânicas foran encontrados foseis do Homo erectus, Xava Man, no monte Sanxilan, aos pés de unha minúscula península de Camelle.
O conde encantabase cós meus contos e a min encantabanme os contos de reis que o Baron puña nas miñas mans, a titulo de pagamento pelo esforzo de lle ensinar xavanés. O homen ficava estático , como se estivese a ouvir a parola de um anxo na plaza da Quintana. E eu fui crecendo aos seu oios. Albergoume no seu palácio de Simanca e encheume de regalos: os libros e contos que estou a leer.
Fui perdendo os remorsos, pero morria de medo cando alguns coterraneos exigian convalidación dos meus títulos estrangeiros para continuar a mercar o saber da língua xavanés ao Baron de Jaquecuenca. O temor consolidouse cando a princesa, Pilar de los Desempleados, dixo que ainda que homologados no consulado da Nova España, os meus diplomas non teria valor na costa dos mortos. Fixen um monte de ponderacióins exhibindo a tripla condición de emigrante retornado, español e cidadan galego. Nada adiantaba. A directora chamou os seus oficiais da oficina de colocación e todos chasqueaban do meu portento xavanés. Colocarame na cruz e pediran com ódio que lles aprendera xavanés. - Aqui non tem cristo que saiba xavanés, berraban em céltico romanizado. Eu os entendia. Não querian ser menos que o ilustre conde do Pisuerga, Baron de Jacuenca. Conducirame de mans amarradas à presencia do alcaida. Este dixo que non enxergaba em min neñuma virtude celestial e, sem mais condescendência, pilatou o meu destino na capatacia de um obradoiro, à conta do prestigio de um cargueiro, afundado no atoleiro do atlântico. Pediranme para que contabilizase em xavanés todas as perdas que os cidadans de Lires, Gures e Estode tiñan tido na invasión do chapapote aos caladoiros de pulpos, percebes e berberechos. Alguns do concello, animados pólo desexo de aprender xavanés, propuseran que eu encabezase pela cola a lista dos candidatos a conselleiros do concello. O ministro do señor dixo que o meu perfil no se encuadraba no perfil do bó rego, non na forma que ele entendia que debía ser o meu perfil.
Voulle remeter pra o consulado do Boi Morto. Ainda non há vaga pero ela está prevista na miña reforma sobre a real língua. Garantolle que o señor irá ocupar o lugar. Entrementes volte ao Brasil, estude o tupi dos índios guaranis e traga o seu legado ao Congreso dos Sabios Jacobinos de Santiago.
Imagina, meu bo amigo Conde, que eu sin saber patuska de xavanés fui arrolado pólo señor ministro para representar na grande Amazonia a rouca autonomia de Galiza. Levo comigo a cruz e a espada dos mestres da España. Ao alvorecer de cada dia rezo a deus, como é costume dos santos, pedindo perdón póla afronta ao conto de Lima Barreto, traducido ao saber agrio-dulce da miña pena mixoterra.
Gracias ao xavanés, hoxe eu sou entendido no mundo enteiro. A America tenme na sua preferência. A Europa tamém. Na Australia xá me viran. Na India e Pasquistan xá andei. No Afganistan, alguen da tropa española xá me leu. Recoñezo, non obstante, que niguen na gran illa da Polinesia, moradia do Xava Man, me coñece.   Ainda bem, pois ali todos os bilíngües descobririan o miña ignorância da fala xavanés.

lunes, 22 de noviembre de 2010

NADAL SIN VOTO

Bueno, hombre, bueno. Me rindo ante el argumento que afirma que los emigrantes de mi pueblo no podemos votar listas rebozadas con candidatos a concejales, porque el artículo 40 de la constitución sagrada de España textualmente esclarece que solo los vecinos de mi pueblo pueden votar en candidatos de mi pueblo. Yo y muchos otros más esparramados por el mundo hemos burlado durante muchos años el precepto constitucional, ahora tan sabiamente expuesto por la razón de alguien que desea anular nuestro sentimiento de volver al pueblo.
Remarquemos el poder del adjetivo vecino para recrear su nuevo sentido en el diccionario de la lengua española.
Vecino es cualquier cosa abstracta o concreta que habita o cohabita en algún lugar (pueblo, barrio o casa) en habitación independiente.
Por esta sabia definición, un matrimonio cohabitando una misma habitación no pueden ser definidos como vecinos, consecuentemente no les cabe el derecho constitucional para votar en una sopa de concejales que ellos no escogieron para ser votados.
Refutar por inconstitucional y mentiroso el inciso segundo y tercero que afirma ser vecino aquel que tiene casa y hogar aunque actualmente no vive en él o que haya ganado los derechos de la vecindad en un pueblo por haber nacido en su vecindad.
Uf, me siento un poquitín aliviado por el hecho de que no me atribuyan en el futuro responsabilidad por los descalabros del Reino.

sábado, 20 de noviembre de 2010

AMEBATTS

No se, no se. Yo nunca se nada de nada que se aproxime a cualquier cosa parecida con el saber. Y quien nada sabe, por definición, nada enseña. Y aunque hagamos la señal de la cruz, no constituirá mi cruzada suficiente motivo para clavar sobre un leño las palmas de un tronco envejecido.
Los pocos nos vigilan en su interés de fagocitar nuestro poder eólico. En breve seremos el imperio de la luz produciendo la gran megasombra. Al pie de los cadavalles surgirán líos rosados encabezados por fuertes armeros, procedentes de algún lugar, prestes a proteger el aura del rayo eólico producido por el látigo fustigo del viento norte.
 2.325 MW. Un poquitín más de esfuerzo investidor  y tendríamos un kwh para cada habitante gallego. Presumiendo, por mis propios padrones, un consumo medio hora de 0,3 kWh por gallego, es lícito concluir que la presente adjudicación del plan eólico gallego posibilitará un excedente capaz de iluminar y producir calor - o frio según el caso-  en los cuerpos y en las almas de otras tres comunidades del mismo porte galaico, pero exógenas. Vamos, que es demasiada centella para cegarnos a todos. De ahora en adelante no habrá más preocupaciones por el apagón eléctrico. Si a alguien le duele los ojos por la vista escalofriante de un monte de palitos pedaleando en el horizonte, con la sobra energizante haremos compuestos de valor añadido. Produciremos oculistas de los más variopintos colores. Sobrará todavía suficiente chispa para desfosilizar la cultura Neanderthal y atraer pintores de brocha verde, para que pinten la naturaleza de colores varios y, al mismo tiempo, reduzcan el estrés que las fileras de sombras y el soplo entrecortado del desalentado Neptuno, producirá necesariamente entre los naturales habitantes del monte autóctono. Sobre ellos caerá el flagelo de los filiformes ciliares, azotando todo y todos que en su paso se interpongan, desde la cumbre al valle, desde el regato de un naciente corego hasta las rías, que reposan sobre el mar al amparo de cabos legendarios pero incapaces de alcanzar el generalato del fiordo noruego.
Sin orden ni desconcierto por el alarme de la venida de un imperio que el viento nos trae, hagamos justicia al patrón batido de los flagelos y cilios. Son idénticos en la ultra estructura seudópoda, pero se diferencian según avancemos en su estudio morfológico. Ya han distinguido lobos de pies gruesos con extremidades cortas y redondeadas ; ya han visto filos finos y con pelos en punta; ya se han descubierto foraminíferos, mal adaptados a la existencia del aire, prefiriendo vivir en medios húmedos al amparo de otros órganos. En fin, parece un proyecto ameba, muy vigilado por pocos y extremamente deseado por unos.

domingo, 14 de noviembre de 2010

EN MALAHORA

ENHORA MALA
En hora mala, Galicia. 4 mil católicos, apostólicos y gallegos, sin derecho a techo, respiran al relento del viento en el mes del advento del papa, benedicto e ilustre peregrino en la cripta de Santiago. 23% lleva más de diez años durmiendo en la calle. Son tercos representantes de la era paleozoica, candidatos a la eternidad en el panteón cultural del Gaias. 80 % llevan la insignia del paro y una medalla en el pecho atestando olvido familiar. 60 mil viven condenados a la gloriosa muerte lenta que les proporciona la suculenta renta de mil euros anuales. Son hombres, y talvez algunas mujeres, de heroicidad extrema por la virtud suprema de una santa humildad. Piden el favor de quien algo les pueda dar y obtienen el amargor de un airado desprecio, buen precio del respecto humano al tributo obtenido del que debe por la razón de haber nacido. Y no es necesario recurrir a las aventuras de Oliver Twist, en la realidad gallega tenemos nuestros particulares protagonistas, son reflejo de una realidad que la crónica santa de Gerardo Fernández Albor busca ocultar.
La impresión ocurre después que algunos fenómenos dispersos por el aire ultrapasan el umbral de la sensibilidad. Marcados por algunas particularidades, queda imprimida en nuestra conciencia la imagen de lo que nos impresiona. Todo sincero, cordial y afectuoso, como debía ser. A así deberíamos tratar los bienaventurados hijos de Dios, como Cristo nos enseña, para salir del templo y buscar en la calle los felices organizadores de los actos que calienten los despojos que llevan algunos peregrinos de la vida.
El millón de lectores, contemplados por la fe que les transmite el correo, pueden comprobar como un gobierno envuelto en  fuerte gripe financiera  es capaz de gastar tufos de dinero en una misa, en un día gris, en honor a un santo padre de la curia vaticana, en un perfecto altar y palco que no se justifica en el mirar sufrido de esos 4 mil gallegos, sin techo ni derecho a compartir la hostia sagrada, distribuida en una singular misa con presencia de un hombre santo.
Muy oportuno parece haber sido el culto a las raíces del humanismo europeo, en el camino de Santiago, en presencia de grandes, enormes, colosales personas de España y Europa y un seguro cuerpo en cadena, vigilante desde el aeropuerto hasta la plaza de quintana, algo típico de la guardia mora que daba protección a su santidad, el generalísimo de todos los generales.
En fin, el contraste entre los sin techo y el techo rodante del carro papal servirá para que la esperanza Aguirre nuestros corazones y ponga alegría en el ánimo para que esos cuatro mil sintecho sigan respirando la conveniencia armónica del amor, con justicia, democracia y con libertad para vivir arropados por el calor de la miseria.
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COSTA DA MORTE

No se, no se. Con ese nombre y hechos mortales rondando la historia de nuestra costa, los habitantes del paraíso perdido lo tendrán un bocadiño difícil. Esta fue mi segunda impresión cuando observé como se gestionaban los impuestos locales y las asociaciones de algunos municipios de mi querida Perceebes. Algunos de los actores, que en aquellos tiempos tuve el placer de conocer y, acto seguido, la angustia por haberlos conocido, están en pie e integran el foro de algo amorfo que se quiere remediar.
Una vez más cierro los ojos y pido a mi Junquera, a quien he conocido despojada de sus pinturas en la sacristía de la sagrada iglesia al pie de la ría, que afaste de mi el cáliz de amargura y conduzca la barca que lleva esta crónica por los caminos de la reconciliación e inspire y expire sincrónicamente el aliento que siempre alimentó mis pulmones en las andanzas, a semejanza de mi padre, por todos los rincones del pueblo.
Las elecciones locales se aproximan al ciclo de renovación cuadrienal. La ambición por apoderarse o mantener puestos-llave en esta fértil franja de la costa viva aviva los ánimos y despierta el interés por distribuir limosnas a diestro y siniestro. Reactivemos nuestra memoria y ella nos mostrará que siempre ha sido así. Y no será la novedad de un foro alegre compuesto por personas ilustres la que irá trazar los cambios necesarios para una vida feliz y moderada en la plenitud de sus valores. De cualquier modo, bien venido sea cualquier esfuerzo que se sume al esfuerzo de los aborígenes de Perceebes. Tenemos todo lo necesario para una vida plena de realizaciones en continuada ocupación de los sentidos que alimentan nuestra existencia. Somos propietarios de un extraordinario sistema eco marítimo, pleno en su biodiversidad, así en el mar como en el cielo y también en la tierra alagada de las ricas riberas de las rías sanas. Hagamos pues que el susurro del mar no atrofie nuestros oídos y la duplicidad de la lengua no engañe la candidez del alma natural y que don diego calvo no utilice las conclusiones emanadas del concilio foral para alimentar las malas intenciones de aquellos que quieren apoderarnos a cualquier costo, pero a cuesta de la Costa y de los que vallan a la emigración para salvarnos da morte, sea por ausencia absoluta de la esencia  privada o resiliación unilateral del agente-promesa. Es lo que siempre viene ocurriendo.
608 millones de euros por su efecto multiplicador bancario son más de un billón de euros. Puestos en las manos de los caballeros-mixotes de Perceebes darían ocupación para toda la vida, si bien administrados y utilizados como instrumento de trueca entre bienes y servicios de la tierra (tierra y servicios oriundos de Perceebes, claro). Infraestructuras declara aporte de 487 millones para infraestructuras viarias. 32 millones de euros fueron aplicados para sustentar  dos mil empleados (¿?) al costo de 16 mil euros por cabeza y sin considerar las ayudas retiradas de las arcas públicas para dar solvencia a los empresarios (¿quiénes son eses empresarios y donde están eses dos mil empleados?).
Han puesto sobre la mesa un rosario de pedidos. Todos ellos serán atendidos con un rosal de ambigüedades. Cada uno lo entenderá a su manera y gusto. Conforme la conveniencia, algunos verán en la lluvia de promesas un tormento de espinos; otros verán en la nieve que congela hermosas pétalas de rosas.
Después de las elecciones veremos lo mismo de siempre: un cielo celestialmente azul alternado con un horizonte tristemente ceniza. Esa es nuestra costa: un tapiz de faros sin utilidad para la navegación; un grueso estiércol esparramado por las rías, sin sentido para su fertilización; una inmensa barrera urbana, desorientada en la urbanización; un amontonado repliegue de hombres y mujeres, clamando por empleo. Somos la fe desmoronando al pie de la iglesia. Vemos las puertas del cielo cerradas porque los santos temen la infidelidad de los fieles. Ya no cantamos aleluya ni alabamos al señor porque el señor se ha auto nominado ciego sordo y mudo. Tal vez sea por eso y otras cosas más que dan fe de vida a la costa de la muerte.
Non sei, non sei. Eu so sei que algo haberá que facer pra que nosa costa non morra, ou pra evitar que a maten.

viernes, 12 de noviembre de 2010

POLÍTICA EXISTENCIAL

Entre españoles e ingleses existen mas razones que nos unen que desabores a separarnos. Ya lo sabía Breogan en su primer intento de hacerse propietario del gran archipiélago atlántico. De León exportarían el corazón montañero para ser implantado en todo su ardor bélico bajo el pecho de Ricardo y seducirlo a los atractivos de la Berenguela. En el papado de la II inocencia fueron puestos de mojo las barbas rojas de Federico de Alemania, cruzándolas con el capeta augusto, cognominado Dádiva de Dios o Felipe II de Francia. El destino de esta alianza era entretener los vasallos en una cruel cruzada contra los moros  y, de paso, apoderarse de las riquezas de Jerusalén. El mojo era por demás profundo y Barba Roja se ahogó en el pozo. Cuentan que Ricardo y Felipe II, después de beber en Mesina y Chipre en 1190 y Acre al año siguiente, entraron en feroz disputa por ver quien colocaba su bandera en la torre más alta de un pequeño minarete. La victoria de Ricardo aceleró el corazón de Felipe aliándolo a Juan sin tierra bajo los hechizos de la bruma, objetivado repatriar el corazón de león a los montes de la vieja encastillada.
Siguiendo la saga histórica, no es complicado concluir que la lucha por el poder absoluto busca el dominio absoluto de una única voluntad sobre la conciencia de las voluntades dominadas. Siendo imposible pactar con la oposición, se divide el reino para mejor dominarlo, y si el representante de dios niega su concordancia, el poder absoluto lo dimite y estructura una nueva religión que  dé mayor suporte a sus designios. Enrique VIII es un ejemplo que ilustra la cuestión.
Caminando por la dehesa de este loco raciocinio llegamos a la manzana digerida por Adam. Fue en 1776 cuando a este ilustre señor se le ocurrió publicar un tratado sobre la riqueza de las naciones. Con tamaña maestría fue descrita la ventaja de un obrero especializado en machacar la cabeza de una punta que, a pocos años después, toda Europa se sentía energizada por el brillo de la chispa emanada del  barateamento de un clavo de acero.
A Adam Smith le siguieron miríadas de adoradores batiendo en el clavo de muy distintas maneras. Ricardo, el David de la moderna economía, después de hacerse rico manejando la bolsa de valores, publica un interesante trabajo sobre política de la economía y los tributos exigidos en el reinado. Internacionaliza el concepto de especialización formalizando las ventajas de la especialización natural. En otras palabras: quien es rico será mucho más rico si aplica toda su energía en este misterio. Y quien es pobre alcanzará la miseria absoluta si concentra todo su esfuerzo en la promesa de un futuro feliz. Y por  este camino llegamos al gran filósofo alemán, barbudo y peludo Carlos Marx, autor de la gran crítica al capital y, por tal razón, radicalmente odiado por los endiosados del capital, buenos exploradores de la teoría del valor-trabajo en la estructura que formaliza la conveniencia del capital humano y atribuyen a sí mismos todo el beneficio del capital animal.
Alcanzamos finalmente la figura calva pero barbada del ilustre Stuart Mill, citado en la económica crónica de mi amigo filósofo y economista Pousa. Stuart transmite la idea de utilitarismo asociada a los rigores del bienestar de las personas en el ciclo de su existencia. El trabajo es un valor en tanto contribuya al bienestar de la persona que lo realiza. La ocupación adecuadamente alternada por el descanso y distracción de los sentidos será el objetivo de las nuevas filosofías económicas y del comportamiento político-religioso de las futuras administraciones. Por este tema, los gallegos de la Galicia occidental entraremos a la vanguardia de nuevas ideología para encauzar políticas de solución existencial.

jueves, 11 de noviembre de 2010

HUESOS DE UN ERRABUNDO

¿Viajar leyendo los libros de los otros? Que remedio, cuando otro remedio no tenemos. En avión poca cosa es permitida hacer. Escuchar música, ver una película, beber un buen vino y dormir.
Por los montes de mi querida armada, absolutamente desarmado, vigilado por algún zorro, la madre celosa de una matilla de lobos, una marta escondida en los pinares o alguna serpiente deseosa de echar picante en mis venas, andaba yo ávido por devorar conocimiento impreso en gruesos libros. Me acuerdo haber leído totalmente un libro de química escrito por el nobel Linus Pauling. Lo había encomendado por reembolso contra entrega. Moncho, el cartero, lo llevó a mi casa. Mi padre, sorprendido por tan elevado precio (unas sesenta pesetas), quiso devolverlo. Pero, reflexionando sobre el tema, resolvió financiar su coste, murmurando que si tal vicio era mi defecto,  no le parecía mal comer menos pan, si con el libro engordaba mi intelecto. Este fue el segundo libro que yo leí como regalo. Otro, oferta de un cuñado, de autoría de Salman Rushdie, para que lo leyese en avión cruzando el atlántico, fue felizmente olvidado en el estante en que el infeliz cuñado lo escondía.
Confieso haber una fuerte predisposición a leer los libros que mis colegas me regalan. Tengo todo el tiempo del mundo para hacerlo y me gustaría degustar hasta los huesos la obra escrita de mi gran amigo Conde. Infelizmente, en mi presupuesto no hay sorpresas para poder adquirirla contra reembolso de amazon.com.   Así que, hoy, aguijado por la sugestión de Al, me pregunto: si conde lee los libros que le regalan ¿porque qué yo no puedo candidatearme a la lectura de un hueso santo?   Lo que menos importa es el origen de lo que se exporta. Y  si el caballo viene regalado pues que !viva Troya!.
Mi timidez en invocar tan inusual pedido se acerva ante el ánimo de conseguir este difícil deseo mientras veo la señora Cortina hablando de sus verdades ignoradas,  o las suplicas acervadas por la Trahison des clercs. Como sea, espero hacerme presente por las pistas falsas de caminos insospechados,  al guiño hueco de los faciales ojos de este mixote, su servidor, andante en las brumas virtuales del destino de un hueso galorego, hoy presente en Madrid y mañana errabundo distraído en las catacumbas estelares.

lunes, 8 de noviembre de 2010

AGARIMO GALEGO

Proveniente del cielo, trajeado de blanco y con rojos zapatos de la artesanía de un buen zapatero, en medio a una densa bruma, bajaba, por los dieciséis escaños iberos del ave Allitalia, su santidad don Ratzinger. En el suelo de la tierra gallega lo esperaba don Felipe de Asturias al lado de su linda princesa Leticia. Al fondo, a su izquierda o a la derecha de los príncipes (según la referencia que se adopte) tocaba la gloriosa banda de gaitas orensana. Mi reloj pulsaba, sobre mi brazo izquierdo, las doce y cuarto de la mañana del otoñal seis de noviembre del año santo jacobeo. El peregrino humilde del Vaticano demostraba su júbilo abrazando con sus dos manos la mano derecha del joven príncipe y futuro rey de todas las Españas. La expresión usualmente carrancuda del hombre-papa mostraba cordial afecto y una pitada de orgullo por la imponente figura barbada del príncipe de Asturias. Esta expresión de la faz seria repetida atentamente durante el discurso de mi buen príncipe, Felipe de Galicia.


Todo el ceremonial identificaba ese hombre peregrino  como siendo un estadista de un poderoso reino. Y Ratzinger era, y es, ese poderoso hombre, representante de la fe de millones de creyentes católicos.  Sin duda alguna, ese hombre alemán  es muy diferente de este humilde grano galorego, hecho de barro autóctono y nacido en buena gloria del primer año de la paz ibérica, en una apacible villa de la costa fisterrana.
De mi lado supera el hecho de haber estado más veces en presencia de nuestro común amigo Thiago, el mayor de los ceebedeos. La primera vez fue un viaje festivo promovido allá por los idos de los años cincuenta. Las calles de Santiago estaban repletas de niños de todos los pueblos gallegos; yo y mis amigos éramos dirigidos por el maestro Pedro Galán. La segunda vez, en mi regreso de un largo exilio, acompañado de mis padres, sumergí en el túnel que conduce a la presencia del apóstol y, aún sintiendo calofrío por una posible apatía de recíproca intensidad, me arrodillé a los pies de la imagen del matamoros y solicité fervorosamente que me dignase aceptando mi pedido.
Fue un pedido extremamente pobre y vulgar. Lo hice creyendo tener Jesús como testimonio y, por la sencillez de la vida del hijo-dios, el privilegio de un modesto pedido sería otorgado. ¡Oh, parca ambición! ¡Oh, gran profeta!, hasta la última gota os ofrecí el cáliz de mi vida; la habéis saboreado en vuestra eterna sabedoria y, embriagado por mi inocencia, recusasteis mi solicitud, modesto pedido regido por el amor propio de regresar a la tierra y allí sufrir, vivir y morir, como Jesús, eternamente de brazos abiertos, como el Cristo Redentor en el morro del Corcovado.
Me resta el consuelo ofertado por el papa, bendito de los unos, el benedicto de los romanos, el bento de los portugueses y el Bieito I de Galicia: soy peregrino vaga mundo en busca de la verdad; quiero ensalzar y bendecir, con la voz rouca, el espíritu presente en la grandeza del alma humana, en los pobres y en los desvalidos de la fortuna insolidaria; soy hombre moi ambicioso por una simple indulgencia: el agarimo dos fillos de Galicia, mis hermanos.


miércoles, 3 de noviembre de 2010

PENDIENTES DE LA OREJA

Todo depende, siempre depende de aquello que entra por las orejas. Empieza con un lloroso chillido al nacer, un palmazo en el tierno culo y a correr vida siguiendo los giros de la tierra en su eterno viaje a órbita del sol. Menos mal que aquí, en la tierra, disponemos de cinco sentidos conocidos y, tal vez, algunos otros más, todavía inexplorados. Cuando algún sentidiño del pentágono se acuesta, otro se le arrima, ejerciendo (o queriendo ejercer) sus funciones. Y todos sabemos, porque así lo aprendimos, que las funciones de los sentidos son ver con nuestros ojos, oír con nuestros oídos, sentir por los poros de la piel que nos reviste , cheirar con nuestras narinas y, quinto sentido, todo bien amasado, fornearlo a caliente para degustarlo fresco, antes que reseso se haga al día siguiente.   
A propósito transcribo lo que  mi querido paisano transcribe del diccionario marktwaino, levemente adaptado a nuestras circunstancias: “No hay una sola característica humana que pueda calificarse con seguridad gallega, no hay una sola ambición humana, ni tendencia religiosa,  ni corriente de pensamiento, ni peculiaridad educativa, ni código de principios, ni veta de locura, ni estilo de conversación, ni preferencia por un tema especial de conversación, ni forma de las piernas, ni de tronco, ni de cabeza, ni de rostro, ni de la expresión, ni de la tez, ni del andar, ni del vestido, ni de los modales, ni del temperamento, ni de ningún otro detalle humano, interno o externo, que pueda racionalmente se generalizado como de origen gallego”.   
Si en la gloriosa tierra, en que todo gira envuelta del valeroso Mixote, conde de Perceebes, nada es original, debemos concluir que ni el pescado es nuestro y, por consecuencia, no cabe a los peercebianos el deber de pagar el pecado original.
Siempre yo supe que algo yo debería hacer para ejercer control sobre la cama en que me acuesto. Algo ya he hecho yo; por ejemplo: arrancar las plumas del colchón para evitar que la cámara fuese tomada por los tromposos filiformes y bien articulados chinches y piojos. Cierto fue que también tuve que arrancarme los cabellos para evitar que una legión de pulgas me descabellase a punta de espada clavada en la cerviz. Vivo por los cinco sentidos a sabiendas que algunos ya van cansados de servirme y dan señales de folga, mermando su eficiencia, aunque la eficacia se mantiene sana a cuesta de los años que me friten. No diría que son muchos, pero ciertamente son bastantes, considerando la espinosa trilla que a pies descalzos nos impongan desde el Estado para salvar de la falencia al estado de la economía global. Pendiente de la oreja ya perdí los anillos. Lo ojos llevan muletas y mis rodillas, muy chulas, no se doblegan al peso de una furtiva lágrima.

lunes, 1 de noviembre de 2010

VIAJANDO ENTRE PINARES

Ya me ocurrió diversas veces al correr por la cordillera que bordea la costa, o por la inmensa llanura de la América del Sul, camino de Bolivia, en la soledad del pantanal matrogrosense. También fui acometido de esta extraña sensación de emotividad negativa cuando percorrí la España de cabo a rabo buscando oportunidades de producir trabajo y generar lucro al empresario en función de mi privilegiada condición de capital humano y, así, pensaba yo obtener suficiente limosna para sobrevivir en el arduo clima del invierno ibérico. Esto parece ocurrir frecuentemente con todo bicho que es mortal. Resulta de un instantáneo análisis de la disconformidad entre lo que creemos que es, o puede ser, y aquello que realmente se muestra a nuestros sentidos.
Ocurre a diario, cuando nos deparamos con el incumplimiento de promesas en el campo de la política. Tal vez sea este fenómeno la causa fricativa que acaba derrumbando todo santo demagogo de la caústica ilusión.
Pero este colosal mal, que tanto nos agobia por creer que su origen está en los otros, persona u objetos,  duerme la siesta en cualquier poro de nuestro cuerpo y despierta a menudo para hacernos la gran jugada. No fue otro el motivo que condujo esa infeliz pareja de Lalin hacia la gran desgracia, por la que no serán capaces de librarse en el resto de sus vidas.
La expectativa delante de un empréstito es de euforia. La misma euforia que antecede un viaje de reconocimiento. Con el dinero en el bolso, nos olvidamos que habrá que pagarlo acrecentado de intereses, que el creedor y todo el sistema que le ofrece apoyo nos obliga a pagarlo bajo amenazas de un mal mayor. Al iniciar un gran viaje, muchas veces también nos olvidamos de que los elementos que integran nuestra expectativa fue formado por relatos de una supuesta realidad, que cambia a todo instante. Cuando la realidad presente confabula con nuestra expectativa, ofreciendo concordancia, la riqueza de un estado hipnótico crece por orden de la vanidad, orgullosamente aliada  con la arrogancia, quienes, bajo la batuta de la intolerancia, pasan a regir  la tesitura de nuestra disfonía sinfónica.
Disonancia cognitiva es el concepto que da nombre a esa tensión desarmónica en el campo de las ideas, creencias o actitudes y que despierta emoción contradictoria entre los lectores del correo digital. Es algo que mucho fastidia, y aunque Festinguer bien lo haya explicado, los grandes caballeros-marineros, mixotes de Peercebes, activan sus resortes críticos de modo a obtener conciliación entre la expectativa de superar carencias propias y la mixotera libertad literaria de mi muy estimado Al, glotón de anacantos, en su viaje por la baja california.