martes, 30 de noviembre de 2010

COSAS DE VIKICOPIA

Allá por los fines de los años ochenta del siglo pasado tuve la oportunidad de vivenciar diversos casos extremamente curiosos. Yo componía un grupo de técnicos de planificación tecnológica, posicionada en el topo de una organización supuestamente considerada de las más avanzadas del mundo. Mis amigos saben de qué organización yo estoy hablando. No la cito por cuestión de íntima ética personal, ese concepto amorfo, muy difícil de explicar pero que el ejercicio de una determinada profesión nos impone.
Entiendo por ético la prohibición de divulgar los secretos de un pecador por parte de su sacerdote. El sacerdote trabaja para salvar las almas que solicitan su ayuda y, manteniendo su ética al sacramento de la confesión, evita el escándalo que la inocencia del pecador podría producir.
El conocimiento es el alma de cualquier negocio. Y el conocimiento ha extravasado desde hace mucho tiempo la candidez nostálgica de un rústico confesionario de madera. La difusión del conocimiento se aproxima  a algunas potestades atribuidas exclusivamente a dios y también a algunos hombres, debido al instituto de la revelación.
Omnipresencia. Con la más avanzada tecnología revelada a algunos pocos hombres y por estos a todos sus creyentes, el conocimiento se hace universal y zumba por el espacio atmosférico en redemolino de continua y avanzada información. Un pequeño instrumento llamado ordenador, alineado a una cadena de servidores de banda ancha, es suficiente para despertar el alma de San Agustín para que  bajo la forma de poderoso gobernante venga al tablado con una despiadada revelación, diciéndonos que la confesión registrada en documentos expuestos por Vikileaks es un atentado al pudor de un pecador sincero, quién por su sinceridad de revelar el pecado cometido siempre volverá a repetirlo cada vez más y con comprobada experiencia.
La murmuración ofende el alma del poderoso santo. En la medida que juzguéis seréis juzgados. Si no ves el ojo de tu hermano es porque una gran catarata cubre los tuyos. Es posible que así sea pero cuando se trata de los ojos de El Pais, Le Monde, Der Spiegel, The Guardian y The New York Times, la miopía del mundo se transforma en colosal hipermetropía, atrayendo todo que es distante a la distancia de un dedo.
A partir del 28 de noviembre una enorme colección de documentos considerados confidenciales por el gobierno de todos los gobiernos se multiplican por toda la red de internet Lo hacen, al toque de inconfidencia al concepto ético de los gobiernos, en su modo de entender como los gobernados deberá mejor vivir, o morir, según sus razones.
En cierta ocasión, e una empresa de multiracionalidad industrial, un poderoso jefe ponía sobre mis manos el original de un documento estrictamente confidencial. Debía xerocopiarlo y distribuirlo a otros jefes de semejante rango. El original tenía un enorme carimbo con la siguiente expresión: CONFIDENTIAL, ULTRA SECRET, DO NO COPY.
Excuso decir que, por mi concepto de ética profesional, yo no tuve coraje de reproducir una sola hoja de aquel documento. No obstante, sobre mi mesa y firmado para mi conocimiento con rúbrica del jefe, estaba una copia del referido y ultrasecreto documento. Más tarde, acusado de llevar a la competencia este secreto, un director español, Iñaqui por nombre, transferido a la filial de una empresa alemana, estaba impedido de ejercer  sus funciones de presidente de una gran empresa, que yo, con mi sudor y dedicación, ayudé a construir.

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