martes, 26 de julio de 2011

2011 MEDALLAS


Sin perder de vista el ombligo bueno seria ver, reflexionar y ponderar lo que pasa por la cabeza del cuerpo. En temas del arte financiero el cetro está en Washington. La cabeza que oprime y raña las espinas atravesadas en la garganta del capital es la cabeza de Obama.

Obama pide al congreso de su país elevación del techo de su colosal deuda para amparar los creedores de 14,3 trillones de dólares. Los dos grandes partidos se tantean en un peligroso treno por la hegemonía del país y, por consecuencia,  del mundo.

La situación es extremamente alarmante, porque la solución que uno propone no le interesa políticamente al otro. Los intereses del pueblo americano entran en el discurso como arma dialéctica de una estrategia cuyo resultado es muy dificil de prever. La falta de un acuerdo podrá causar serios daños a la economía global. La realidad del bienestar de todos aquellos que están bien podrá sufrir serios cambios, con resultados muy adversos para el trabajo global en la forma en que lo hemos conocido en el siglo XX. Como siempre, para ser jocosamente ambiguo, perderán más los que padecen menos.

Obama ofrece una tregua para prolongar el status-quo actual de ricos y pobres y transferir las consecuencias de impagos a otras eras, con la esperanza que surja algún milagroso capaz de producir más y con mejor ilusión. Si hoy las piernas tiemblan al tener que equilibrar esa enorme deuda mundial, ¿que les podemos pedir en el futuro si la solución propuesta es de romper los huesos al elevar la altura del techo?

No cabe duda que el interés de una política egoísta, irresponsablemente ambiciosa, con metas de corto plazo (elecciones en 2012) impide la razón de trabajar en pro de solución capaz de minorar la mala expectativa que ahoga la buena esperanza.

Ayer, un evento de cuño particularmente galleguista inauguraba con gran pompa ese monumento a la colosal deuda gallega. Ochocientas personas se acomodaban en espaciosos y sencillos sillones, sombreados por la brisa del aire público, colorados por temperatura amena de un cielo nublado con claros azules, bien al gusto de San James, patrón de España. Rosario Alvarez y Angel Carracedo se llevaron sendas medallas de la mano de Feijoo en una ceremonia sinxela del gasto público. Merecen esas medallas. Los desempleados merecen oportunidad de empleo. Los gallegos en la diáspora bien que también merecíamos oportunidad de retorno a Galicia y por aquí compartir el sueño de repartir las dichas y desdichas, pues, en el decir de Feijoo, Galicia es una gran asociación entre vivos y muertos en eterna alianza con los que no nacieron, todos necesarios en estos momentos de desacogo financiero e incertidumbre democrática.

Las medallas son buenas, pero ojo en Obama, ya que en estos momentos él é o rei da Terra mar e ceu y… también del dinero, que por la razón de lo impuesto querrán tirar para darlo a quien tanto debe.

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