viernes, 27 de agosto de 2010

ISMOLOGÍA

Istmo es un brazo de algo que te une a alguna cosa mayor. Pero también tiene su reverso, y así podríamos definirlo como un pedazo del rabo que te sujeta a la cola. De cualquier modo, istmo es una abertura anatómica que da rienda suelta al aire que se desplaza de los pulmones e invade los oídos, y, después de rozar el velo del paladar, verifica la rigidez de los pilares y emite juicios modulados por la aspereza de la lengua. Su origen deriva de una falla ortográfica del viejo gallego latinizado isthmus. Como toda ignorancia, la ignorancia se fortalece por la asunción de una ignorancia mayor. Nuestros sabios han concluido que, si arrancásemos la t del rabo, la palabra quedaría suelta para describir los infinitos ismos de la emoción y la razón encontraría el verdadero camino que lo haría alejar de la cola y, por consecuencia, del respectivo culo.
Han tirado la t de isthmus y con tal sofisticación vinieron al mundo nuevas doctrinas, nuevas escuelas, impresionantes movimientos capaces de dar encanto a la vida y por la vida alcanzar la mísera suerte que lleva a la desgracia en alguna encrucijada, pues han permitido subsistencia a la h en sus articulaciones sophísticas.
Toda mi vida fue dominada por la disputa cerrada en torno de dos grandes ismos: el ismo capitalista y el ismo comunista. Observé como el segundo era derrotado cuando a mí parecía reforzado por la arquitectura intelectual del primer ministro ruso Gorbachov. Pero también pude observar como el ismo capital estremecía peligrosamente bajo la batuta del guerrero Busch.
El lunes próximo pasado, filosofaba Mario Conde paleando el cuero del tambor para  sonar la naturaleza de la galleguidad gallega (perdóneme la resonancia de tan rústico martillo).
¿Haría parte la galleguidad de un complejo sistema piramidal en la que ocupamos una determinada sección entre el pico y la base, visión conveniente de gestión jerárquica para dominar secciones de nivel inferior y dejarse dominar por los planos que nos tabulan desde arriba?- Sí - Fue la conclusión formulada por Mario Conde al extraer tal concepto  de un discurso del presidente de Galicia, Nuñez Feijoo.
Pero la Galleguidad no pertenece a ningún plano material, ni siquiera jurídico, pues no se conoce jurisprudencia alguna que trate de la galleguidad. La galleguidad es un sentimiento que subsiste únicamente en el territorio de lo emocional y, al nos definir gallegos, automáticamente nos posicionamos en un plano por el que hay que prestar cuentas a un sentimiento mayor que es la españolidad. Y no hablemos del sentimiento de ser europeos, ya que la emoción despertada por asumir la europeidad no trae consecuencias en el orden internacional. Para donde te envían si te pillan robando en el Japón y te defiendes diciendo que eres europeo? Sin duda alguna, tu destino será una cárcel en el Japón. Pero, si por intereses económicos o sociales es conveniente tu repatriación, las autoridades japonesas buscarán las autoridades españolas para que cuiden de tu vida. Vemos pues que algunos conceptos obedecen a una necesidad administrativa y por ahí no queda otra alternativa sino dar la razón al señor Feijoo.
El espacio físico de residencia es una buena referencia para identificación de pertenencia, y la imagen de secciones piramidadales facilita  ese encuadramiento, algo muy importante  para el suceso de la actividad militar.
Pero hablábamos de ismos, del galleguismo y no de la galleguidad, españolidad, hispanidad o latinidad, conceptos formulados para distinguir idiosincrasias o para reivindicar o ofrecer vasallaje a una autoridad. Los ismos no reivindican autoridad ni casa o región de pertenencia.
 El galleguismo es una modalidad cultural con origen en algún lugar y desarrollada por algunas personas y que tiene amplia repercusión entre todos que adhieren a su ideología. Luego, para entender el galleguismo habrá que recurrir a la ideología de aquellos fundadores que la promocionaran.
Adios, ríos; adiós fontes;
Adiós regatos pequenos;
adiós vista dos meus ollos;
non sei cando nos veremos.
España vivía el caos de su desmembramiento colonial. Se procesaba ruptura administrativa entre los hermanos que aquí vivían y los que habían ido a poblar otros continentes. No fue un fenómeno típicamente gallego, todos los españoles eran acogidos por idéntico pensamiento al expresado por Rosalia cuando se vio obligada a alejarse das figueiriñas que había plantado, de la hortiña que tanto amaba, da terra en que se crió. 1863, con la publicación de Cantares Gallegos, seria testimonio del primer registro de un galleguismo auténtico, trovador en verso por íntima asociación de la lengua española con la lengua de una región ibérica, decididamente contributiva en la formación del nacionalismo peninsular e influenciado por el pensamiento francés y las incursiones guerrilleras norteamericanas en tierras de Cuba. Con esta obra resurge la extinta lengua escrita gallega, ahora impregnada con conceptos normativos de la gramática de don Antonio de Nebrija y con fuerte acento de la fonética madrileña. Esta fue la base del ismo gallego: fuerte conexión con las voces de su pasado, sentimiento de retorno y refugio para un eterno reposo.
El galleguismo luego fue encampado por Emilia Pardo Bazan, contemporánea de Rosalía,  autodidacta, escritora, periodista, narradora del naturalismo gallego y condesa por reconocimiento de los méritos artísticos que Alfonso XIII le atribuía. El galleguismo, nacido por chispa espontanea de una gallega sufrida, adquiría fuero de grandeza real por la mano de una condesa. Emilia fue la tercera mujer a levantar los bríos gallegos  desde los tiempos de la guerrera María Pita. Pero su galleguismo fue eminentemente literario, como literario también fue el movimiento liderado por los retornados de Cuba. Estos necesitaban identidad diferente de aquella por la que era peligroso vivir en Cuba. Los gallegos y portugueses parecían a los americanos más confiables que los derrotados y resentidos españoles. Desde 1906, teniendo Manuel Murguía como primer presidente, la RAG fue la principal representante del galleguismo, bien moderado desde Madrid con el beneplácito del Rey Alfonso XIII.  Su principal contribución fue el estímulo orientado a la normalización escrita de la forma de hablar del pueblo gallego. 104 años después no parece haber alcanzado su propósito. Los libros de nuestro único premio nobel de literatura no obedecen la normas ortográficas, ni se limitan al vocabulario de la RAG. Las novelas y crónicas de Alfredo Conde, ídem. La fonética castellanizada del político gallego suena a extranjero que quiere mostrarse simpático a los oídos de sus paisanos. El ismo que conduce a la RAG no tiene pase libre para todos los gallegos, ni siquiera posee el condón democrático para todos sus afiliados, las vacantes de  académicos de número son ocupadas por indicación de tres académicos de número.
El galleguismo, hasta el presente momento, no pasa de una vana ilusión que ni siquiera promete separar las aguas del rio Miño para  conducir el gallego a los campos fértiles de una tierra prometida. Se contenta con la reproducción escrita de una nueva lengua y se consume mordiendo la lengua que inventa. Los que quieren seguir la trilla de tan extraño ismo  desean acción y se disponen a dar batalla a quien quiera que sea. Y lo consiguen, aunque a falta de enemigo surja en el espejo la imagen de su hermano gallego.
De lo que se observa en el campo comportamental, el ismo es una idea que nace para sustentar, con argumentos de la razón, un estado particularmente emocional transformado en un programa, en una política, en circunstancias al antojo del idealizador y los seguidores que comulgan con la referida idea y sus derivados pensamientos. Los ismos crean valor agregado a otros sentimientos y dan sentido a la vida de quien en ellos cree y aceptan sus dogmas fundamentales.
Carlos Luis Rodriguez, en su crónica-réplica (galleguismo contante y sonante) al artículo de Mario Conde (Feijoo, mi abuelo y la galleguidad), piensa que la componente emocional de la galleguidad es algo pernicioso porque es un ismo cargado de versos, con poca o ninguna expresión financiera y muy coja de inversión. Destaca el galleguismo, en el entender de Carlos, por profundo déficit de pragmatismo (otro ismo) empresarial. Coincidentemente, el pragmatismo añorado por Carlos fue sementado en el club metafísico de Boston, allá por los años fértiles que dieron origen al galleguismo de Rosalía. El señor Charles, filósofo estadounidense, desarrolló una idea que seria seguida por William James y sus dogmas pasaron a ser conocidos como pragmatismo. El pragmatismo es un estado emocional por el que sus seguidores concentran sus sentidos en la creencia de que la verdad puede ser obtenida por la practicidad del concepto que ella aborda.
La explosión del idealismo pragmático desencadenó una loca corrida en busca de ventajas y la conveniente utilidad del instrumento político. Disgustado con el rumbo dado a su filosofía, el propio Peirce viene a público para explicar que su método apenas permite establecer conclusiones verdaderas en la investigación y que nada consigue esconderse de los métodos aplicados por la ciencia. Nada a ver con el pragmatismo empresarial sugerido por el señor Carlos Rodríguez y su método poco pragmático al establecer emotiva conclusión, afirmando la verdad incuestionable de que muchos (él y unos insignificantes pocos) están en guardia  contra un galleguismo esencialmente emocional.
Acabamos de descubrir la esencia dogmática del rodriguismo cantante y sonante: Galicia es bona si la bolsa sona.
Tanto si suena como si no suena, Galicia es buena.

PS.
Algunos dogmas del ismo comunista y el ismo capitalista:
COMUNISMO:
El trabajo es la única fuente de valor.
El capital representa una parte robada al trabajador.
La clase trabajadora transformará la sociedad en una nueva forma de régimen político y económico.
CAPITALISMO
Propiedad privada de la riqueza y de los medios de producción.
Economía de mercado, sin limitaciones y fundamentada en el libre cambio.
Renovación continuada de la tecnología utilizada en la producción.
Libertad en las relaciones entre el capitalista y el trabajador, reguladas apenas por las necesidades del mercado.

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