Capítulo XI (de no sé cuantos)
Imputar
a alguien palabras ofensivas.
Entre los argumentos que fundamenta la
sentencia consta:
“Entiendo haber sido caracterizado injuria al llamar
el querellante de hijo de puta y de mandarlo tomar en el culo, con lo que
obviamente le ofendió el decoro y la dignidad.
El querellante alega no haber proferido
tales palabras, afirma que son mentiras de un testimonio falso que, al dar
detalles de sus mentiras, cayó en contradicción al decir que mister Y profería
estas frases hablando en voz alta para quien las quisiese oír y, sin embargo,
nadie las escuchó, ni siquiera el supuesto y único afectado, el mister X.
Existen muchas palabras que en su composición
léxica contienen la partícula “puta”, por ejemplo: diputado, amputado, imputado
y etc. Nadie se siente ofendido al ser llamado diputado o por trabajar en una
determinada diputación. En muchas
circunstancias los jueces imputan al
reo el acometimiento de crimen de que lo acusan. En el mundo médico es común
que un cirujano ampute algún miembro de algún paciente. Pero, si alguien dice
de otro que es hijo de puta o, simplemente, l@ llama puta, tenemos armado la
gran hostia. ¿Por qué ese fenómeno ocurre? ¿Por qué la misma partícula con
idéntica fonética y misma grafía despierta sentimientos tan opuestos? Para
encontrar respuesta a las consecuencias derivadas de una colosal disputa provocada por la partícula puta,
necesario es sumergir en la obscuridad de la historia para descubrir por la
ciencia terminológica el complejo mundo de esa mundana palabra.
Inicialmente pensé recurrir al monte del
gozo y buscar en el gran silo, que es la Casa de la Cultura, la semiente
matriz, génesis de la naturaleza híbrida del término puta. Allí nada encontré
que pudiera auxiliar en este mi profundo estudio, ahora tan capaz de provocar
un desolador dolor de cabeza. Alguien sugirió que yo fuese pasear por Egipto y fuese
a la biblioteca de Alexandria, así como alguien anduviese distraído; me
recomendaba aprovechar momento de distracción del ojo que controla la mira de
un fusil. Reputé el consejo inadecuado a la seguridad de esta sospechosa
investigación. Ahí se me ocurrió que al alcance digital de los diez dedos de mi
mano están disponibles todos los mandamientos que rigen la evolución
terminológica de la palabra en cuestión.
Conforme una determinada corriente del
pensamiento, el significado original de la palabra puta es compatible con el
significado de la palabra “poda” de donde también deriva la palabra gallega boda,
de donde también deriva por estrecha aproximación la palabra foda. Una vez al año todos los arboles
del lugar eran podados, lo que desencadenaba el deseo de conmemorar un feliz
casamiento entre los dioses encargados de la poda-virgen y los descendientes de
la poda-madre. Otra versión explica que puede tener origen en putativus, de putare, suponer, pensar calcular, adoptada en derecho como legítima defensa putativa, cuando una
persona supone que iba ser atacada. Observamos la existencia del núcleo puta en
una palabra universalmente diseminada por la buena boca de la lengua inglesa, computador, cuyo origen está en la
palabra compuesta de las voces latinas COM junto y PUTARE calcular, evaluar,
estimar, ordenar.
Es de suponer que alguien que acusa otro
de haberlo ofendido utilizando la partícula puta no puede pasar de un individuo
gozador, alguien que quiere divertirse por cuenta ajena retirando su gozo de la
palabra latina gaudere, satisfacción,
alegría. Como existe un fuerte exagero en la violencia de la palabra y que
necesario es admitir haber alcanzado el borde de lo burlesco, qué a fin de
cuentas es una expresión acostada al lado grotesco de una parodia desbocada, tal
vez tan majadera acusación no pase todo de una burla inocente, que también
puede ser intransigente por transmitir idea de artificio, golpe, embuste, para
obtener ventajas o proporcionar beneficios a alguien. Todo, pues, no debí pasar
de una excelente piada, recordando el sonido pio, pio, típico de las candorosas
aves. ¿Sería, pues, todo ese proceso calumnioso una vulgar piada buscando
provocar jurisprudencia de lo ridículo y jocoso?
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